Hoy recordamos a... Iván Rocha
El central brasileño ascendió con el Real Valladolid, equipo que además de ser su trampolín en España configura una parte esencial en su crecimiento vital
El central brasileño ascendió con el Real Valladolid, equipo que además de ser su trampolín en España configura una parte esencial en su crecimiento vital
En Valladolid, el recuerdo de Marcos Fernández permanece impoluto. Quien fuera presidente de la entidad desde el 6 de abril de 1992 hasta su fallecimiento en 1998 dejó una impronta imborrable, una estela de cariño que se cimentó en la reunión del Ayuntamiento con empresarios locales para salvar al Club de la quiebra y que se consolidó cuando él asumió el mando para modernizar económicamente al Real Valladolid.
Aquel año 1992 también fue especial para Iván Rocha (Sao Paulo, Brasil, 14-01-1969), no solo por sus éxitos deportivos sino porque su camino se unió con el de Marcos Fernández dando origen a una relación que, a pesar de comenzar con mal pie, superó la adversidad para convertirse en eterna.
"Empecé a jugar con 8 o 9 años en el equipo de mi barrio. Un día el Sao Paulo jugó un amistoso con nosotros y el entrenador me invitó a quedarme con ellos una semana" relata el central brasileño sobre sus orígenes futbolísticos, que en su caso es sinónimo del origen de su existencia, ya que "toda mi vida ha estado dedicada al fútbol". Allí, en el equipo de su ciudad, en uno de los clubes más importantes de toda Sudamérica, el joven Iván quemó etapas y llegó a proclamarse campeón del continente al ganar, por primera vez para la entidad brasileña, la Copa Libertadores un 17 de junio del 92.
"Todos los equipos de Europa hablaban del Sao Paulo. Ese verano fuimos invitados a jugar dos torneos en España, y ganamos a Madrid y Barcelona. El Valladolid estaba ojeando jugadores y yo tenía ilusión por jugar en España. Tuve cuatro ofertas, y me decanté por Valladolid" rememora en conversación telefónica Iván Rocha, que sin embargo tuvo que salvar un obstáculo importante el cual, casualidades de la vida, significó el comienzo a su sincera amistad con Marcos Fernández.
Y es que una negociación "extraña" a punto estuvo de echar por tierra su fichaje. "El intermediario que hacía el acuerdo me dijo una cifra y cuando llegué a Valladolid era otra" explica el ex jugador, circunstancia que se solucionó con un prolijo diálogo: "Empezamos a hablar, y empezó esa amistad. De un problema nació esa amistad".
Locura en Palamós
Ivan Rocha, quien anotó un penalti decisivo en la tanda de la final de la Libertadores, comenzó su andadura en España en Segunda División. Había averiguado un poco de la ciudad que le acogería con los brazos abiertos, de la cual "tenía la referencia del Estadio, por el Mundial del 82", y le gustó lo que encontró: "Intenté buscar lo que pude, siempre he sido una persona tranquila y nunca me gustaron las juergas, y Valladolid parecía tranquila".
A pesar de llegar en muy buen estado de forma, una lesión de rodilla aplazó su debut con la blanquivioleta. Casualidad o no, un punto en los primeros cuatro partidos supusieron la destitución de Boronat y la llegada al banquillo de José Luis Saso, quien a partir de la jornada 8 pudo contar con su central brasileño para convertirlo en uno de los fijos en las alineaciones.
Se trataba, como él mismo se define, de un central "muy técnico" al que no le gustaba "tirar el balón sino salir jugando". Además "saltaba mucho, y en los córners tanto ofensivos como defensivos siempre había jugadas conmigo" lo que, unido a su magnífico golpeo de balón, lo convirtieron en un defensa goleador. "Metía goles de cabeza, de falta, de penalti... estaba en un momento muy bueno en Valladolid. La suerte te acompaña siempre que trabajas y ese año el equipo trabajó muchísimo, merecimos el ascenso".
Su primer gol con la elástica del Real Valladolid llegó en la jornada 12, desde los once metros. Pero sin duda los que no olvida, tal y como confirma, son los dos penaltis que valieron el ascenso a Primera División y pusieron fin a ese breve paréntesis en Segunda, en aquel inolvidable último partido de la temporada 92-93 en Palamós.
"Recuerdo el tren, muchísima gente desplazada a Palamós, sabíamos que teníamos a la afición con nosotros, me acuerdo como si fuese hoy" relata Rocha, a 8.400 kilómetos de distancia de Valladolid pero con la emoción en su voz que invita a viajar en el tiempo y en el espacio. "Me tocó tirar los penaltis... La concentración es clave.
También tener fortuna. No podemos dejar de enfatizar que fue una responsabilidad muy grande, se trataba de un ascenso".
Anotó los dos que lanzó para la victoria por 1-2 del Real Valladolid. El equipo volvía a la élite y en su cerebro revive las celebraciones: "Guardo muchísimos recuerdos. Fue un ascenso muy bonito, fuimos al Ayuntamiento y había mucha gente en la plaza".
Valladolid, su ciudad y su gente
El Real Valladolid fue para la carrera de Iván Rocha un trampolín. En la temporada 93-94, con 24 años, destacó en Pucela hasta tal punto que fue capitán, jugó de titular 35 partidos, y se ganó con sus actuaciones que el Atlético de Madrid tocase su puerta y concretase su fichaje al año siguiente, dejando al equipo en Primera.
Pero en Valladolid no solo retuvo muchas amistades, sino a una ciudad que ha convertido en suya. "Si tuviera que escoger una ciudad de España, escogería Valladolid" apunta, antes de enumerar muchas de las cosas de las que disfrutó a orillas del Pisuerga: "Me acuerdo de todo allí, me gustaba la ciudad, tomar un vino o una caña, me gustaba la comida, las bodegas... Soy una persona muy familiar y cualquier plan con amigos o familia me caía bien".
Además su paso por la ciudad castellana valió al futbolista para "crecer mucho como persona" ya que afianzó sus valores. Subraya "el respetar a las personas, comprometerme con los horarios, con los compañeros, a pensar en el prójimo y ayudarlo", y eleva su recuerdo para hablar de nombres propios a los que guarda mucho cariño. "Tenía mucha relación con Javi Gracia y con Caminero. Ahora gracias a las redes sociales me he reencontrado con Amavisca. Son amistades que no puedes perder. Jesús Navarro, Mari Mar Coria... tengo mucho cariño a la gente del club".
Rocha coincidió además con dos emblemas vallisoletanos como fueron Saso y Moré, dos entrenadores con caracteres diferentes pero con los que el jugador encajó bien: "Saso me acogió muy bien, era más tranquilo e introvertido, aparte de que tenía cierta edad. Moré tenía una personalidad más fuerte".
Y, por encima de todos, Marcos Fernández. "Fue un padre para mí. Un día su mujer me dijo, creo que en Madrid, 'seguramente tu padre se va a quedar muy feliz de que hayas venido'. El presidente, que en paz descanse, me tenía de verdad como a un hijo".
Seis equipos más en España
En el Atlético de Madrid el jugador no tuvo fortuna. "Tuve una lesión de cartílago que me cortó un poco la trayectoria" lamenta. Y en esos malos momentos volvió a aparecer la figura de Marcos Fernández. "Le comentó a Jesús Gil que me dejase quedar recuperando cerca de él, cedido en el Valladolid, cerca de de las personas que quiero".
Esa cesión se concretó y Rocha volvió, lesionado, al Pucela en la 95-96 aunque "la recuperación tardó mucho" y no pudo jugar un solo partido. "Fueron casi dos años muy duros de rehabilitación, tuve que ir incluso a Croacia porque en Madrid no conseguían recuperarme. Eso me sirvió de aprendizaje", manifiesta ahora el brasileño, que se dedica a la representación de futbolistas profesionales desde hace más de 15 años.
Antes de su retirada, a los 35 años, aún tuvo buenos momentos en los campos de España. Pasó fugazmente por el Logroñés, Atlético B y Mallorca, y recaló en el Alavés donde a los 29 años recuperó parte de su protagonismo.
"Hicimos buena temporada, los jugadores estábamos muy unidos y me gustó haber pasado un año allí" rescata Rocha sobre su etapa en Vitoria, "un club y una ciudad que me gusta bastante, a pesar de que hace frío como en Valladolid". Después jugó en el Numancia, en Primera, y en el Elche en Segunda antes de regresar a Brasil, donde colgó las botas.
A diario, actualmente, en su despacho, Iván Rocha contempla una fotografía gigante de su etapa como blanquivioleta. En cada palabra suya se denota agredecimiento a esta ciudad, y un cariño especial por la gente con la que aquí se cruzó. Por eso, entre las "metas" que se plantea para este 2019 está el volver a pisar la ciudad. Y junto a ello, una ilusión: "Que el Valladolid esté siempre en lo más alto". Deseo que comparte con todos aquellos que llevan grabado en el corazón el blanco y el violeta.
http://www.realvalladolid.es/noticias/actualidad/18042019/Hoy-recordamos-a-Ivan-Rocha/