Bueno, yo sobre el partido, ya he comentado en el hilo del entrenador que estoy bastante disgustado con González, de quien además tenía una buena impresión del Espanyol por su trabajo de cantera (con él debutan Eric Bailly -traspasado en media temporada-, Rubén Duarte, Jordán, Rober Correa, Mamadou Sylla y Antonio Raíllo, todos ellos forman parte de la primera plantilla del Espanyol en algún momento); como por la temporada completa en la que entrena, que queda décimo y viene a tener opciones de clasificar al Espanyol a Europa League más o menos hasta el tramo final de temporada.
La forma de jugar, eso sí, me ha recordado a todo lo que había leído y me había empapado sobre el fútbol del Espanyol de aquel año: un equipo de resultados cortos, que no propone un fútbol de altos vuelos, que trata de ser ordenado y maximizar sus recursos. Vamos, lo típico para mantenerse en Primera. Por aquí..., bueno, vamos a ver, orden nos hacía falta, como mejorar en defensa, y de hecho el Sporting apenas nos ha creado una ocasión clara aparte del gol, pero realmente tampoco lo necesitaban. El problema, nuevamente, el gol, una jugada tan repetitiva a lo largo de la temporada que..., en fin. Balón largo a la espalda del lateral izquierdo, Calero no consigue cerrar la línea de pase del delantero y Kiko Olivas contempla en primer plano cómo anota Rubén, porque aquello de seguir la marca y tratar de cortar el pase, debe ser que no se lo enseñaron al chico.
Claro, un 0-1 a los dos minutos te condiciona, más sabiendo que en mediocampo no propones nada, y al final dependes o de una individualidad de Mata o Plano o de que Michel entrase en juego. ¿Resultado?; pues casi un calco a lo que veníamos viendo fuera de casa, al equipo tirar una primera parte en la que generamos poquísimo, mientras que el Sporting se limitaba a contemporizar, a dejar pasar el tiempo, porque el káiser Álex Pérez y el tal Barba no sufrían ni lo más mínimo en su zona.
En la segunda parte el equipo sí creó más peligro, se mereció el empate (tanto por la parada de Mariño al disparo de Mata como por el penal no pitado), pero claro, me sigue quedando la sensación de que se pudo hacer más, arriesgar más; pienso que Luismi se debió quedar en el banquillo para meter a Toni acompañando a Michel -válgame señor, que Toni y Anuar no sean titulares en este equipo clama al cielo...-; y ya después dar entrada a Giannis en la banda de Hervías, porque nos hacía falta alguien imprevisible. Y el recurso de los dos delanteros, pues beneficia a Mata, pero es que la labor de Toni Martínez..., otro que tanto da, porque a día de hoy sólo vive de físico y no es que lo aproveche del todo bien.
González ha tenido poco tiempo para trabajar al equipo, pero coño, que me sea coherente, que si trabajas toda la semana con una pareja de medios defensiva-ofensiva (Borja-Michel y Luismi-Anuar), pues haz eso, no saques otra vez a la pareja del demonio porque lo que demuestras es que no has visto un puto partido del equipo en los últimos dos meses, porque cualquier tipo que ve al equipo desde fuera sabe que Luismi es carne de grada. Y al final, cambios mediante, la sensación, como le he leído a Chus Rodríguez, es que hemos visto a González en el banquillo dirigiendo al equipo de Luis César.
Si el único cambio que podemos citar como "positivo" es la supresión de la figura de Borja como cabecero de área para tener los dos medios en paralelo, y juntar unos metritos más las líneas, lo siento, pero para eso el cambio o te lo ahorras y te comes las protestas de la grada (y las ha habido, tanto al empezar el partido como al final), o me pones a Víctor que sí va a conocer tanto a los futbolistas del primer equipo como a los del filial.
El utópico play-off está cada vez más lejos, y te fuerza a ganar todos los partidos que quedan en casa y fuera a dos entre Oviedo, Zaragoza, Numancia y Lorca (... y empatar otro). Vamos, que la temporada está casi perdida, y seguramente el próximo viernes esté perdida del todo. Así que lo dicho en el otro hilo, que González empiece a empaparse de partidos del Promesas, y que desde arriba den la orden de finiquitar las titularidades de cedidos para que dos o tres futbolistas del Promesas puedan jugar los últimos tres o cuatro partidos de Liga.