14 noviembre 2012
Por Mario Ornat
El árbitro, las pantallas y la ley
Rob Simmons, segunda línea de Australia, ha sido suspendido durante ocho semanas por su placaje retardado y peligroso a, precisamente, Yannick Nyanga, del que acabamos de hablar. La acción que provoca el castigo ocurrió durante el segundo periodo en el Francia-Australia y explica algunas particularidades acerca de las atribuciones del árbitro —el galés Nigel Owens— y sus asistentes, la actitud de los jugadores ante un error manifiesto (y tal vez no fue el único a lo largo del encuentro), el comportamiento del público y, en última instancia, el funcionamiento de las regulaciones disciplinarias en el rugby de hoy. Parece interesante desmenuzar la escena, en todos sus componentes. Ocurrió así:
Nyanga recoge un balón alto surgido de una patada de Michalak a la salida de melé. No logra sujetarla y comete avant. Como el balón queda del lado de los australianos, Owens concede ventaja y se le oye en la transmisión: "Advantage", y subraya la ventaja con el brazo extendido en horizontal del lado de los Wallabies. Sobre el aterrizaje de Nyanga, Rob Simmons se le viene encima, lo levanta en su empujón, lo pone en horizontal y carga el peso para hacerlo aterrizar sobre la parte alta de la espalda. No contento con la acción —grave y merecedora de expulsión temporal, como especifica la Ley 10.4 (j) del reglamento—, Simmons aprovecha la caída sobre el francés para echar todo su peso encima y aumentar la potencia del castigo. Consciente de que ha habido una infracción grave, de juego peligroso, Owens detiene el juego e interroga a sus asistentes a través del sistema de comunicación entre árbitros:
—¿Me podéis dar el número? Ha sido el 7, ¿no? —pregunta Owens, que confunde de entrada el dorsal, pero insiste en busca de confirmación—. ¿Tenéis el número? ¿Número 7, correcto?
Se gira hacia el otro juez de touche y también lo interroga: "¿Tú has pillado el número?". No se oyen las respuestas (el sistema de conexión televisivo está limitado al micrófono del árbitro principal y, generalmente, también al del juez de televisión, que revisa jugadas dudosas de ensayo), pero adivinamos que el asistente del otro lado tampoco se ha quedado con el número del infractor: el 19, Simmons. Mientras Nyanga es atendido en el suelo, con el juego parado, la realización muestra las imágenes repetidas del placaje peligroso del australiano: lo que en inglés se llama tip tackle o spear tackle. Y en francés, placage cathédrale. Una jugada que la IRB y los árbitros persiguen por el evidente riesgo de una lesión de cuello, cervical o en la columna del jugador volteado. Una vez que el jugador placado está en el aire y su cuerpo ha alcanzado el eje horizontal, hay que soltarlo. No se le puede hacer aterrizar de cabeza.
Lo significativo en este caso está en que esas mismas imágenes que los espectadores ven por televisión, con las imágenes ralentizadas de la acción desde distintos ángulos, se ofrecen también en las pantallas gigantes del Stade de France. En el rugby, los espectadores cuentan con la ventaja de poder mirar en directo el partido en esos visores, que cubren el estadio; y también los jugadores y los colegiados, desde luego, las ven. Todos los protagonistas de este caso lo hacen. Más tarde se observa a Nyanga, ya de pie, mirando la jugada. Y el propio Simmons, enfocado después en un plano directo, contiene su reacción. El público reacciona abucheando al árbitro y, por supuesto, a Simmons.
Owens reúne a los capitanes. Pascal Pape y Stephen Moore, dado que el titular, Nathan Sharpe, había sido sustituido ya por, precisamente, Simmons. Pide silencio a los protagonistas y vuelve a preguntar una vez más a su juez de touche del lado derecho. Pregunta aun siendo ya consciente, por las imágenes, de que el dorsal del jugador en cuestión es el número 19. "¿Tienes el número?". La respuesta, suponemos de nuevo, es otra vez negativa. Más repeticiones y silbidos de la grada. El comentarista televisivo incide en la singularidad de la situación, pero con toda normalidad: "Rob Simmons es el autor del placaje, pero de lo que se trata es de cómo hayan visto la jugada los árbitros". Plano de Simmons, que tiene la mirada levantada (hacia la pantalla del estadio) y se retira el cabello en un gesto de inconsciente pero obvia incomodidad. Owens habla con los capitanes, Pape y Moore, y se dirige especialmente al francés, el perjudicado por su error, o falta, de apreciación.
—Tengo que disculparme. Perdónenme porque ni yo he cogido el número ni mis asistentes tampoco lo han hecho. Así que, si no tenemos el número, no puedo expulsar a nadie. No lo hemos visto, de forma que sólo puedo pitar un golpe de castigo, ¿vale? —. A continuación se dirige de forma explícita a Moore, el capitán de los australianos—: Ustedes pueden considerarse afortunados de que no hayamos visto el número. Es culpa nuestra. Márchense...
Moore asiente, Pape no hace enmienda ni protesta, los dos capitanes se retiran, Simmons continúa en el campo, el público silba una vez más y el partido continúa sin mayor alarma ni problema hasta el final. Los franceses vencen, Nyanga acaba el choque suponemos que con dolor y, seguramente, buscando algún tipo de revancha silenciosa en lo más denso de los agrupamientos. Eso ya forma parte de las corrientes subterráneas del juego. Reunida la comisión disciplinaria este martes con Simmons, su entrenador, el mánager del equipo y la representación legal de la federación australiana, como es rutinario en estos casos, el jugador ha sido suspendido por su peligrosa acción hasta la medianoche del 24 de febrero. La regulación establece un máximo de doce semanas de suspensión por este tipo de acciones. El juez la eleva dos más como medida disuasoria y ejemplar. Pero, dado el buen historial disciplinario de Simmons, la rebaja hasta ocho, las que finalmente cumplirá el segunda australiano. En ese tiempo, Simmons no podrá jugar ni con su país ni en ninguna competición, sea de clubes, provincial o local. La suspensión, en rugby, es transversal y afecta a todas las competiciones e, indistintamente, a partidos internacionales, domésticos, de club o de selección. Un aspecto que, por otro lado, provoca no pocos debates, pero esa cuestión es más complicada. Hace poco Chris Ashton fue suspendido por la Unión de Rugby de Inglaterra por un partido, después de acumular tres tarjetas amarillas (expulsiones de 10 minutos) en lo que se lleva de la Premiership, la liga de ese país. El castigo lo cumplió no con su club, los Saracens, sino en el encuentro que Inglaterra jugó el sábado con Fiji.
http://blogs.as.com/mam_quiero_ser_pilier/