Me ha encantado el ladrillo que ha escrito Vacceo Plus en Blanquivioletas.com (que aquí NO HAY CENSURA) respondiendo a los que hicieron la ola en el Camp Nou , de lo mejor que he visto en tiempos
Morriconne escribió:
vacceo plus escribió:
O sea: sois del Pucela, pero como el Barça nos da un hermoso baño, le hacéis la ola. Supongo que, para ser imparciales, si el domingo el Madrid nos torea aquí de tal guisa, y los hinchas merengues se ponen a hacer lo mismo, los seguiréis en su oleaje.
No es mala idea para divertirse; no lo es. Pero sigamos: dado que todo apunta a que vamos a ser la cenicienta de primera, el día que acudamos al Molinón y el Sporting nos vaya goleando y la afición sportinguista comience a hacer la ola, supongo que también la haréis... Porque, de lo contrario, pensaré que en Barcelona -o con el Madrid en su caso- no la hicisteis por diversión, sino como una forma de rendir vasallaje, es decir, de mostrar vuestra modesta sumisión mesetaria ante las excelencias del poderoso.
Joe Vacceo, que grande eres; yo no se si es por esa manera de explicarte o que desde el dia de los cohetes de tu pueblo me tienes "ganao".
Ojalá te equivoques en lo de cenicienta.
Gracias compañero.
He de reconocer que tanto al Real Madrid como al FC Barcelona les tengo cierta antipatía (prefiero que gane la Liga el Valencia, Villarreal o Sevilla, y no necesariamente por ese orden). En mi pueblo, Viana de Cega, creo que quedamos 4 abonados de nuestro equipo; la mitad de la misma casa: mi hijo y yo (un servidor, además, es "microaccionista"). Siempre he intentado hacer proselitismo por mi club: en una temporada logré convencer hasta 6 personas para que se abonasen al Pucela (si bien es cierto que 3 eran familiares míos, pero de Segovia), ¡qué contento me puse!
Efectivamente, querido compañero, en el bar merengue de mi pueblo el dueño -mi paisano Toño- tiraba, desde hacía años, cohetes con los goles del Madrid; 7 lanzó en aquel malhadado día que nos clavaron ese número de goles en el Bernabeu. No hirió mi dignidad el resultado -merecido-, pero sí el papanatismo y engreimiento del lanzador (a quien, sin embargo, aprecio) y sus corifeos. Prometí vengarme, y la ocasión se me presentó en aquél R. Madrid - A.S. Roma de la última Liga de Campeones; lancé tres, los más potentes que me consiguieron, a hora ya intempestiva. No me escondí: a los pocos días casi todo el pueblo sabía que había sido yo el perturbador de los primeros sueños de muchos paisanos (no porque alardease del hecho, sino porque en este foro también hay 'ojos de mi pueblo'). A lo largo de los primeras semanas que pasaron, cada culé que me veía por la calle se me acercaba y me felicitaba; ¡olé tus huevos! me dijo más de uno (tal que si yo fuera mismamente Hibramer); pero a cada uno de esos barçófilos yo le advertía: el día que vosotros hagáis algo semejante, actuaré de la misma guisa (de hecho, aún conservo 9 de aquellos cohetes, bien guardados, que ni el éxito de la selección me hizo tocar: espero que no caduquen)... Este año ya no tiran cohetes en el bar merengue; es muy posible que mi respuesta haya tenido este efecto, aunque a la espera estoy de lo que suceda el próximo sábado... Pero, ojo por el otro lado: como algún culé del pueblo me venga en uno de estos días a tocar los rododendros por lo del 6-0 reciente, hago otro emplazamiento: si el Barcelona llega a la final de la Liga de Campeones, iré al bar donde más culés se reúnan vestido con los colores del rival al que se enfrente (es decir, que si llega contra el Liverpool, me verán allí con el uniforme oficial del los del Anfield Road, y hasta con banderita).
Aquí, en el foro, hay un vecino de Laguna -al parecer dotado de un don de la clarividencia tal, que se arroga la facultad de hacer de exégeta de lo que escribo- que me dice algo así como "no nos quieras vender"; caballero, yo no vendo nada (además, ¿qué es eso de "nos quieras"?, ¿con qué derecho te atribuyes la facultad de representar a los demás?); o sea, que no vendo salvo las acciones que he citado, o, si te empeñas, a ti un bozal como el que me quieres colocar, pero de talla XXL... Simplemente, no me ha gustado el que unos aficionados del Real Valladolid hiciesen la ola en Barcelona siguiendo el compás de los seguidores locales cuando su equipo nos iba vapuleando. No me ha gustado, aunque el Barcelona pareciese el Bolsoy del fútbol. No me ha gustado y lo he dicho. Aquí hemos visto algún partido en el que el Pucela ganaba sobrado y con buen juego, en el que nuestra afición hacía la ola y los seguidores contrarios se quedaban quietos como esfinges; pero eso es lo normal: yo puedo admirar el juego del contrario, pero cuando la procesión va por dentro no disimulo: no me sale hacer el cantinflas si tengo pegado a las tripas el cabreo o la decepción. Allá cada cual con sus fingimientos. Y por si algunos de los oleantes fue sincero debería ir aprendiendo -por si en la vuelta los azulgranas nos vuelven a sobar el morro- eso de "Tot el cam és un clam" (o incluso 'Els Segadors', ya sabéis: "bon cop de falç"... para los cuellos de los opresores castellanos-); podía colocarse en Zorrilla con el grueso de la hinchada culé: incluso es posible que Joan Laporta en persona fuera a visitarlos y, en agradecimiento, les regale una buena butifarra multiusos (puestos a desbarrar, yo también tengo derecho)... Ah, ya que el señor lagunero cita aquél 3-8 del R. Oviedo-Pucela como un precedente de fiestorra conjunta y armoniosa entre dos aficiones bien enrolladas pese al resultado, le diré que aquello fue un montaje tan mal interprestado que degeneró en desmesurada caricatura (pocas veces se verá a tantos "actores" -árbitro incluido- sobre el césped de un campo de fútbol); no estábamos en el día de los inocentes, pero lo parecía.
He admirado el juego de muchos equipos que se enfrentaron contra nosotros: me asombró y disfruté con aquel Barcelona magistralmente dirigido por Cruyff que, a comienzos de los 90 destrozó en Zorrilla la zona de Maturana endosándonos un 1-5; y repitió al año siguiente con un apabullante 0-6 (ya con Yepes en el banquillo); reconocí su esplendoroso juego -en mi opinión, mejor aún que el que exhibe el Barcelona actual-; pero no les dediqué ni un aplauso; además, sentí rabia a la salida con el regodeo de tanto vallisoletano, palentino, leonés, zamorano, etc., pasándonos el resultado por los morros a base de gestos, risitas aviesas, aullidos y banderas que, al tremolarlas, parecían querérselas hacer comer a todo el que llevase algún distintivo del Pucela.
El sábado estuve ante la tele con mi hijo de 11 años aguantando el tipo; afortunadamente el chaval -que ama al Pucela aún más que yo a su edad, pues en él se perpetúan ya cuatro generaciones de amor blanquivioleta- reconoció los méritos del rival e incluso tuvo la condescendencia de alabar el juego de alguno de los nuestros; pero, viendo mi cara, minutos después de finalizado el partido, me soltó un ingenuo:<< ¡papá, al Barça yo hace poco le gané con la PSP!>> (ah, le encantan Xabi e Iniesta; como a mí).
Reconozco que soy poco animador. Llego al fútbol, me concentro en el juego y apenas hablo: sólo comento con mi chaval o un par de amigos de asientos limítrofes las jugadas que destacan o los fallos clamorosos. Aplaudo nuestros goles y, excepcionalmente, algún buen gol del rival. Jamás silbo a mi equipo. Y, por supuesto, nunca le voy a hacer la ola al equipo contrario (¡pero si incluso a veces me siento incómodo haciéndosela al mío!; por no decir lo del ¡oooolé!, ¡oooolé!... que no me gusta un pijo acompañar). Mis emociones las llevo dentro, aunque me salgan a la cara. Creo que igual que estadio y colores, cada club tiene también sus "otros" lugares de culto. Y me jode que hinchas de un equipo de otra ciudad mojen su trasero en la fuente de Zorrilla cuando celebran algo. Así lo siento; así lo cuento.
Al del meritoriaje de los viajecitos. Tu, rostro pálido, tienes que vivir muchas, pero que muchas lunas para hacer los desplazamientos que yo he hecho. Tienes que ir a Bilbao y a Zaragoza, entre otros lugares, como yo lo hice con mi padre -o, cuando mi viejo no podía por trabajo, con un veterano socio muy amigo nuestro y q.e.p.d.- a principios de los sesenta y sobre una vieja Lambretta. Tienes que viajar siguiendo al Pucela en Tercera a Carabanchel, Miranda de Ebro o Palencia (eso ya con un Renaul Dauphine: habíamos mejorado; aunque aquel trasto -tétricamente apodado como "el coche de las viudas"- era más inestable que la falla de California)... Temporada 1992/93, segunda división: hago 13 desplazamientos de los 19 posibles (lodo hasta las rodillas en una loma que tenía el viejo campo del Compostela donde nos ubicaron; recibimiento a pedradas en Badajoz, de cuyo estadio (?), para más inri, la policía nos sacó a palos 10 minutos antes de finalizar el partido "por nuestra seguridad!!!"; paliza de viaje a Marbella y paliza que nos metieron (4-1); viaje a Lugo, sorpresiva acometida de los Riazor Blues (¿qué carajos hacían allí si ellos estaban en Primera?), no había cerca fuerza de seguridad alguna, y se produjo una verdadera batalla campal en los exteriores del campo lucense; cuando la cosa estaba casi calmada se presentaron cuatro policías culones y con el aspecto desganado de quien está a punto de jubilarse e intempestivamente le han jodido la siesta; era patético verlos dar pequeños trotecillos cochineros (ah, no me escondí, y uno de los culones me solicitó el DNI aludiendo procedimiento rutinario: consecuencia 50 000 pelas de multa por mandar a un "riazor blus" al odontólogo; no me enorgullezco del hecho; pero yo iba a ver un partido y a animar a mi equipo, no a dejarme insultar ni pegar)... He seguido haciendo muchos más desplazamientos, cada vez con menos frecuencia. Actualmente casi no me desplazo; si aviso que voy de viaje, mi mujer me gruñe como el león de la "Metro" (cuanto más mayor se hace, más agrio es el gruñido) y al chaval, tal y como está el patio, soy incapaz de llevarlo conmigo: quiero que ame al Pucela y ame el fútbol ( y el deporte en general) a pesar de sus miserias...
Mi poca efusividad externa sólo la guardo para el Pucela (internamente, ya digo, admiro el juego de otros equipos, sin que tengan que ser necesariamente "grandes": v.g. el año pasado salí fascinado del juego del Racing).
Mi ola se queda para el Pucela o para hacer surf en Australia cuando me toque la primitiva.
Este más que un ladrillo es una briqueta; pero igual da, cuando sea leido se lo mando a Paco el Pocero para que siga edificando esa interminable megacalle cuyos edificos ya no compra nadie, pero que podía servir -la calle- para para rodar western posmodernos; o, cambiando de género, para albergar algunos fantasmas cercanos.
Bueno, por último lamento haber hablado tanto de mí (pero, como alguien dijo, soy la persona que más cerca tengo). ¡Aúpa Pucela!
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Francisco de Quevedo
Morriconne escribió:
vacceo plus escribió:
O sea: sois del Pucela, pero como el Barça nos da un hermoso baño, le hacéis la ola. Supongo que, para ser imparciales, si el domingo el Madrid nos torea aquí de tal guisa, y los hinchas merengues se ponen a hacer lo mismo, los seguiréis en su oleaje.
No es mala idea para divertirse; no lo es. Pero sigamos: dado que todo apunta a que vamos a ser la cenicienta de primera, el día que acudamos al Molinón y el Sporting nos vaya goleando y la afición sportinguista comience a hacer la ola, supongo que también la haréis... Porque, de lo contrario, pensaré que en Barcelona -o con el Madrid en su caso- no la hicisteis por diversión, sino como una forma de rendir vasallaje, es decir, de mostrar vuestra modesta sumisión mesetaria ante las excelencias del poderoso.
Joe Vacceo, que grande eres; yo no se si es por esa manera de explicarte o que desde el dia de los cohetes de tu pueblo me tienes "ganao".
Ojalá te equivoques en lo de cenicienta.
Gracias compañero.
He de reconocer que tanto al Real Madrid como al FC Barcelona les tengo cierta antipatía (prefiero que gane la Liga el Valencia, Villarreal o Sevilla, y no necesariamente por ese orden). En mi pueblo, Viana de Cega, creo que quedamos 4 abonados de nuestro equipo; la mitad de la misma casa: mi hijo y yo (un servidor, además, es "microaccionista"). Siempre he intentado hacer proselitismo por mi club: en una temporada logré convencer hasta 6 personas para que se abonasen al Pucela (si bien es cierto que 3 eran familiares míos, pero de Segovia), ¡qué contento me puse!
Efectivamente, querido compañero, en el bar merengue de mi pueblo el dueño -mi paisano Toño- tiraba, desde hacía años, cohetes con los goles del Madrid; 7 lanzó en aquel malhadado día que nos clavaron ese número de goles en el Bernabeu. No hirió mi dignidad el resultado -merecido-, pero sí el papanatismo y engreimiento del lanzador (a quien, sin embargo, aprecio) y sus corifeos. Prometí vengarme, y la ocasión se me presentó en aquél R. Madrid - A.S. Roma de la última Liga de Campeones; lancé tres, los más potentes que me consiguieron, a hora ya intempestiva. No me escondí: a los pocos días casi todo el pueblo sabía que había sido yo el perturbador de los primeros sueños de muchos paisanos (no porque alardease del hecho, sino porque en este foro también hay 'ojos de mi pueblo'). A lo largo de los primeras semanas que pasaron, cada culé que me veía por la calle se me acercaba y me felicitaba; ¡olé tus huevos! me dijo más de uno (tal que si yo fuera mismamente Hibramer); pero a cada uno de esos barçófilos yo le advertía: el día que vosotros hagáis algo semejante, actuaré de la misma guisa (de hecho, aún conservo 9 de aquellos cohetes, bien guardados, que ni el éxito de la selección me hizo tocar: espero que no caduquen)... Este año ya no tiran cohetes en el bar merengue; es muy posible que mi respuesta haya tenido este efecto, aunque a la espera estoy de lo que suceda el próximo sábado... Pero, ojo por el otro lado: como algún culé del pueblo me venga en uno de estos días a tocar los rododendros por lo del 6-0 reciente, hago otro emplazamiento: si el Barcelona llega a la final de la Liga de Campeones, iré al bar donde más culés se reúnan vestido con los colores del rival al que se enfrente (es decir, que si llega contra el Liverpool, me verán allí con el uniforme oficial del los del Anfield Road, y hasta con banderita).
Aquí, en el foro, hay un vecino de Laguna -al parecer dotado de un don de la clarividencia tal, que se arroga la facultad de hacer de exégeta de lo que escribo- que me dice algo así como "no nos quieras vender"; caballero, yo no vendo nada (además, ¿qué es eso de "nos quieras"?, ¿con qué derecho te atribuyes la facultad de representar a los demás?); o sea, que no vendo salvo las acciones que he citado, o, si te empeñas, a ti un bozal como el que me quieres colocar, pero de talla XXL... Simplemente, no me ha gustado el que unos aficionados del Real Valladolid hiciesen la ola en Barcelona siguiendo el compás de los seguidores locales cuando su equipo nos iba vapuleando. No me ha gustado, aunque el Barcelona pareciese el Bolsoy del fútbol. No me ha gustado y lo he dicho. Aquí hemos visto algún partido en el que el Pucela ganaba sobrado y con buen juego, en el que nuestra afición hacía la ola y los seguidores contrarios se quedaban quietos como esfinges; pero eso es lo normal: yo puedo admirar el juego del contrario, pero cuando la procesión va por dentro no disimulo: no me sale hacer el cantinflas si tengo pegado a las tripas el cabreo o la decepción. Allá cada cual con sus fingimientos. Y por si algunos de los oleantes fue sincero debería ir aprendiendo -por si en la vuelta los azulgranas nos vuelven a sobar el morro- eso de "Tot el cam és un clam" (o incluso 'Els Segadors', ya sabéis: "bon cop de falç"... para los cuellos de los opresores castellanos-); podía colocarse en Zorrilla con el grueso de la hinchada culé: incluso es posible que Joan Laporta en persona fuera a visitarlos y, en agradecimiento, les regale una buena butifarra multiusos (puestos a desbarrar, yo también tengo derecho)... Ah, ya que el señor lagunero cita aquél 3-8 del R. Oviedo-Pucela como un precedente de fiestorra conjunta y armoniosa entre dos aficiones bien enrolladas pese al resultado, le diré que aquello fue un montaje tan mal interprestado que degeneró en desmesurada caricatura (pocas veces se verá a tantos "actores" -árbitro incluido- sobre el césped de un campo de fútbol); no estábamos en el día de los inocentes, pero lo parecía.
He admirado el juego de muchos equipos que se enfrentaron contra nosotros: me asombró y disfruté con aquel Barcelona magistralmente dirigido por Cruyff que, a comienzos de los 90 destrozó en Zorrilla la zona de Maturana endosándonos un 1-5; y repitió al año siguiente con un apabullante 0-6 (ya con Yepes en el banquillo); reconocí su esplendoroso juego -en mi opinión, mejor aún que el que exhibe el Barcelona actual-; pero no les dediqué ni un aplauso; además, sentí rabia a la salida con el regodeo de tanto vallisoletano, palentino, leonés, zamorano, etc., pasándonos el resultado por los morros a base de gestos, risitas aviesas, aullidos y banderas que, al tremolarlas, parecían querérselas hacer comer a todo el que llevase algún distintivo del Pucela.
El sábado estuve ante la tele con mi hijo de 11 años aguantando el tipo; afortunadamente el chaval -que ama al Pucela aún más que yo a su edad, pues en él se perpetúan ya cuatro generaciones de amor blanquivioleta- reconoció los méritos del rival e incluso tuvo la condescendencia de alabar el juego de alguno de los nuestros; pero, viendo mi cara, minutos después de finalizado el partido, me soltó un ingenuo:<< ¡papá, al Barça yo hace poco le gané con la PSP!>> (ah, le encantan Xabi e Iniesta; como a mí).
Reconozco que soy poco animador. Llego al fútbol, me concentro en el juego y apenas hablo: sólo comento con mi chaval o un par de amigos de asientos limítrofes las jugadas que destacan o los fallos clamorosos. Aplaudo nuestros goles y, excepcionalmente, algún buen gol del rival. Jamás silbo a mi equipo. Y, por supuesto, nunca le voy a hacer la ola al equipo contrario (¡pero si incluso a veces me siento incómodo haciéndosela al mío!; por no decir lo del ¡oooolé!, ¡oooolé!... que no me gusta un pijo acompañar). Mis emociones las llevo dentro, aunque me salgan a la cara. Creo que igual que estadio y colores, cada club tiene también sus "otros" lugares de culto. Y me jode que hinchas de un equipo de otra ciudad mojen su trasero en la fuente de Zorrilla cuando celebran algo. Así lo siento; así lo cuento.
Al del meritoriaje de los viajecitos. Tu, rostro pálido, tienes que vivir muchas, pero que muchas lunas para hacer los desplazamientos que yo he hecho. Tienes que ir a Bilbao y a Zaragoza, entre otros lugares, como yo lo hice con mi padre -o, cuando mi viejo no podía por trabajo, con un veterano socio muy amigo nuestro y q.e.p.d.- a principios de los sesenta y sobre una vieja Lambretta. Tienes que viajar siguiendo al Pucela en Tercera a Carabanchel, Miranda de Ebro o Palencia (eso ya con un Renaul Dauphine: habíamos mejorado; aunque aquel trasto -tétricamente apodado como "el coche de las viudas"- era más inestable que la falla de California)... Temporada 1992/93, segunda división: hago 13 desplazamientos de los 19 posibles (lodo hasta las rodillas en una loma que tenía el viejo campo del Compostela donde nos ubicaron; recibimiento a pedradas en Badajoz, de cuyo estadio (?), para más inri, la policía nos sacó a palos 10 minutos antes de finalizar el partido "por nuestra seguridad!!!"; paliza de viaje a Marbella y paliza que nos metieron (4-1); viaje a Lugo, sorpresiva acometida de los Riazor Blues (¿qué carajos hacían allí si ellos estaban en Primera?), no había cerca fuerza de seguridad alguna, y se produjo una verdadera batalla campal en los exteriores del campo lucense; cuando la cosa estaba casi calmada se presentaron cuatro policías culones y con el aspecto desganado de quien está a punto de jubilarse e intempestivamente le han jodido la siesta; era patético verlos dar pequeños trotecillos cochineros (ah, no me escondí, y uno de los culones me solicitó el DNI aludiendo procedimiento rutinario: consecuencia 50 000 pelas de multa por mandar a un "riazor blus" al odontólogo; no me enorgullezco del hecho; pero yo iba a ver un partido y a animar a mi equipo, no a dejarme insultar ni pegar)... He seguido haciendo muchos más desplazamientos, cada vez con menos frecuencia. Actualmente casi no me desplazo; si aviso que voy de viaje, mi mujer me gruñe como el león de la "Metro" (cuanto más mayor se hace, más agrio es el gruñido) y al chaval, tal y como está el patio, soy incapaz de llevarlo conmigo: quiero que ame al Pucela y ame el fútbol ( y el deporte en general) a pesar de sus miserias...
Mi poca efusividad externa sólo la guardo para el Pucela (internamente, ya digo, admiro el juego de otros equipos, sin que tengan que ser necesariamente "grandes": v.g. el año pasado salí fascinado del juego del Racing).
Mi ola se queda para el Pucela o para hacer surf en Australia cuando me toque la primitiva.
Este más que un ladrillo es una briqueta; pero igual da, cuando sea leido se lo mando a Paco el Pocero para que siga edificando esa interminable megacalle cuyos edificos ya no compra nadie, pero que podía servir -la calle- para para rodar western posmodernos; o, cambiando de género, para albergar algunos fantasmas cercanos.
Bueno, por último lamento haber hablado tanto de mí (pero, como alguien dijo, soy la persona que más cerca tengo). ¡Aúpa Pucela!
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Francisco de Quevedo