Pues la entrega fue tan rápida que ni me enteré. Sí que me enteré de cuando me saludo Carlos Suárez. Como para no enterarse: tan alto, tan guapo, y parafraseando a mi prima Rosa, qué bien huele el jodío. Más alto y más guapo que Mancebo, que ya es decir. Ya me habían dado la bolsa con los productos Puma en un aparte, cuando estábamos esperando los cuatro juntos (Demorado, Javier Núñez, Olvido y yo) pero cuando anunciaron mi nombre por el altavoz, Mancebo me la arrancó literalmente de las manos y salió al galope hacia el cesped detrás de Carlos Suárez para que me la diera él, que fue lo que se vio. Me han mandado fotos en las que salgo tan sonriente que una persona malhumorada como yo no sabe muy bien como tomárselo, si como un logro o como un recochineo del destino.
Cuando volví Mariano Mancebo estaba confesando a Demorado que había entrado en el foro y había leído las preguntas de la entrevista que le hemos preparado y tenía hasta pesadillas. Pero empezaba el partido y nos empujaron para subir al palco dejando a Mancebo solo con el temblor en las piernas y la palabra en la boca. Nos cruzamos en el tunel con los jugadores que salían al campo, pero con la prisa que llevábamos solo reconocí a Goitom de entre todos los que se nos cruzaron y si queréis una impresión general, esos también son altos y guapos.
Demorado, fingiéndose gentil cargaba con la bolsa de productos Puma mientras subíamos la escalera. En buena hora. Yo creo que se había ofrecido a llevármela para calibrar el peso, porque luego empezó con la cantinela de la noche y no paraba de repetir quejumbrosamente que no había derecho, que la suya el año pasado era mucho más pequeña y pesaba menos, y eso que su relato era mejor que el mío.
Nos sentaron juntos y empezó el partido y cada vez hacía más frío, en todos los sentidos. Yo me iba encogiendo por momentos mientras pensaba con cierto regocijo que tanto dinero y tanto palco nada pueden contra las fuerzas de la naturaleza. La única que estaba a gusto era Olvido, que, como es de León y se lo sabe, había venido forrada de ropa. Después de unos últimos quince minutos de juego horrible llegó el descanso que, visto lo que vino después fue, sin duda, lo mejor de la tarde porque nos esperaban en la cafetería para tomar un refrigerio.
Que sepáis todos que Demorado se empeñaba en dejar la bolsa con el lote de productos Puma abandonada en el palco. Insistía, encima: que no iba a pasar nada, que quién la iba a coger..., hasta que llegó Mancebo, agarró la bolsa y tras fulminar a Demorado con la mirada puso las cosas en su sitio y la bolsa en el ropero VIP.
Qué bien lo del refrigerio. Ambientalmente hablando parecía la fiesta cóctel de “Desayuno con diamantes” y había unas bandejas de canapés que parecía que las había pintado Degas, aunque tengo que reconocer que muy bien no empezó: nos preguntaron que queríamos y Núñez y Demorado, qué falta de clase, pidieron un botellín. Olvido, que es una señora, se pidió un café con leche, y yo, un vino. Mancebo se acercó a la barra, alargó dos botellines y el café, y luego de un rato esperando, más rojo él que el vino, se acercó con una gota en una copa diciendo que se les había acabado la botella. No lloré porque me había puesto rimmel, pero Mancebo, viéndome en ese estado y como caballero que es, volvió a la barra y se enfrentó con los elementos hasta volver triunfante con otra copa tan llena que Demorado, con la envidia que le poseía hacía ya rato, no dudó en calificarla como campano. Qué lástima que no me dio tiempo a bebérmela.
De nuevo en el palco me noté acalorada. “Pues sí que me ha sentado bien el vino” pensé, hasta que me di cuenta de que Olvido, que estaba a mi lado y había tomado café, se desabrochaba el abrigo, se quitaba la bufanda, se abanicaba con la mano.... Al final me señaló a la cubierta y vi que en efecto había dos filas de impresionantes lámparas incandescentes. Confieso que me dolió constatar que donde hay pasta, ni los elementos, ni la naturaleza ni cristo que lo fundó y que no sólo la gente es más alta y más guapa, sino que lo es hasta el clima. Fue como el final de la inocencia.
Contra lo que sí que esa tarde no se pudo fue contra el juego del Pucela, que no dio una, así que cuando llegó el final nos levantamos tan indignados como todos los demás y nos fuimos camino del ropero para recoger la bolsa con el lote de productos Puma, aunque debéis saber que Demorado se hacía el loco y hacía como que no se acordaba, yendo directo a la salida a ver si conseguía despistarnos. Pero no. Nada más vernos, la azafata con una sonrisa de oreja a oreja se acercó al ropero sin decirnos nada y volvió con la bolsa, para disgusto de ya sabéis quién.
Pues poco más hay que contar, sólo los graznidos de Demorado cuando en una cafetería abrimos la bolsa con el lote de productos Puma para constatar que, en efecto, los míos eran el doble en cantidad y el triple en calidad y belleza que los que había recibido él por un relato que, repetía, era mucho mejor. Yo no discutí, pero puse buen cuidado de que no se me borrase la sonrisita de los labios mientras lo tuviera delante. Ganar no ganamos, pero es que no se puede tener todo en la vida, aunque hay unas veces que se acerca uno más que otras. Y, si no, (Demorado, YA SÉ que está mal pegada), pinchad en la foto de abajo que vais a flipar.