como parece que el levantamiento de Grecia,no va aser tratado aqui;
os invito a que sepais porlomenos,lo que pasa en este lado de las barricadas;
aqui una octavilla repartida por los barrios atenienses:
"No tenemos ilusiones. No tenemos ninguna esperanza. Por eso somos peligrosos." "Se acabaron sus noches tranquilas."
Les escuchamos cada día en los noticieros de la tele. Declaraciones, contra declaraciones y después comentarios y todo lo demás para lo que ustedes llaman nuestra información “objetiva”.
Basta ya.
Ahora nos van a escuchar a nosotros.
aqui una aportación del escritor griego Dimitri Deliolanes:
Esta es la Grecia que tratan de exorcizar los jóvenes encapuchados mediante su revuelta. Un país dominado por la ilegalidad, la prepotencia, los abusos del famoso "mercado"
Había que haber seguido esta crisis paso a paso. Había que ver a esta clase política democrática, a los aclamados herederos de los grandes líderes del periodo siguiente al de los coroneles: el nieto Karamanlis, y el hijo Papandreou. Ver a sus colaboradores, ministros y portavoz inclinándose ante los poderes fuertes, verlos sometidos a humillaciones en las televisiones privadas suplicando a los bancos y ensalzando a los armadores.
Un espectáculo deprimente. Una clase política de ignorantes, de inútiles, de hábiles trepas. Saben inglés pero no tienen una sola idea, un solo proyecto. No tienen mayor ambición que el chalet en Mykonos.
La crisis que ha estallado estos días en Grecia es ésta. La crisis del neoliberismo, en salsa conservadora y socialista. Un modelo que ha significado una cosa solamente: que el Estado no existe. Una idea platónica, una ilusión. Lo que hay en verdad es una burocracia totalmente sumisa ante los intereses privados, que van desde los de los poderosos señores de los canales de televisión a los grandes constructores pasando por el policía algo nervioso que dispara cuando le parece.
Esta es la Grecia que tratan de exorcizar los jóvenes encapuchados mediante su revuelta. Un país dominado por la ilegalidad, la prepotencia, los abusos del famoso "mercado". Los poderes públicos, los elegidos democráticamente, están en otros lugares: en los yates, en las televisiones, en Kolonaki, el barrio chic de Atenas devastado ayer. Al ladito al ladito de los grandes pordioseros privados. Quede claro: nos referimos a la derecha en el gobierno. Aunque los socialistas tampoco fueron mejores, y la gente lo sabe.
Esta privatización de todo y de todos ha tenido consecuencias devastadoras en el orden público. Era previsible. Ahora ya no hay policía griego que no esté al servicio de algún interés privado legal (un partido o un político) o ilegal. Los salarios y los ascensos en la carrera siguen la suerte de sus grupos de referencia privados y no la jerarquía interna. El año pasado la policía intentó hacer una redada en un campo de hachís en Creta. Les respondieron con ráfagas de metralleta: un muerto y seis heridos graves. No volvieron a intentarlo. Quien no se suma a algún grupo de estos, actúa más por ignorancia que por honestidad.
¿Los poderes criminales? ¿Los grupos mafiosos? Campan a sus anchas. Grecia hasta hace 20 años era uno de los países más seguros de Europa. Ahora las capas más populares en la enorme área suburbana de Atenas ya no saben de quién han de defenderse: ¿de los propietarios, de los policías o de los criminales? ¿Y la ley? El año pasado encarcelaron a tres jueces corruptos, pero no se hizo limpieza.
Esta descabellada (no) política del orden (no) público es lo que transformó el barrio Exarjia, rincón pintoresco de artistas y bohemios hasta hace veinte años, en un bastión de rebeldes. Al no poder contener a algunos cientos de "insurreccionalistas", los policías siempre se han vengado de modo exagerado, en favor de los intereses privados, de mala manera.
Un desastre. Los rebeldes han crecido y su influencia se ha extendido. En estas jornadas a sangre y fuego de Atenas han demostrado que tienen en la mano el movimiento de protesta. Se trata en cualquier caso de la cosecha de una lejana siembra llamada bipartidismo perfecto. Si no hay alternativa creíble, no queda más que el fuego
Somos la generación de los 400 euros. De los programas “stage” del organismo de empleo, del trabajo flexible, de la eterna capacitación (siempre con nuestros gastos), de la precariedad, de la carestía, de los dos diplomas que no sirven para nada. De la eliminación de nuestros derechos laborales, de nuestra humillación por parte de patrones, políticos y los demás.
Somos la generación que la encierran en escuelas, intentando meter en nuestras cabezas sus nacionalismos, sus prejuicios, su lujuria por la patria, su mentira, su subordinación.
Somos los chavos a los que humillan y provocan los antidisturbios, los policías secretos, o los guardias especiales y todos los demás policías que hizo su democracia (y puso por todos lados como otro ejército de ocupación) cuando nos encontramos en su camino, los objetos diarios de su abuso del poder.
Somos los heridos de las marchas de los estudiantes y de los alumnos, nuestras cabezas fueron golpeadas contra el asfalto, nuestra dignidad fue eliminada bajo sus botas, nuestras manos fueron quebradas por los toletes, nuestras caras fueron machacadas por sus puñetazos, nuestros pulmones todavía contienen los gases que nos echaron, que están prohibidos según acuerdos internacionales. Moriremos prematuramente porque no estuvimos de acuerdo con las leyes que nos están robando la vida. Somos los detenidos que nos arrastramos en juicios por años, Panagiotis que llevaba zapatos de un color equivocado y se quedó 40 días en la cárcel, Dimitrios Augustinos que pasó por el lugar equivocado en el momento equivocado, los 50 heridos en el hospital Evangelismos el 8 de marzo de 2007.
Nosotros incendiamos sus bancos. Nosotros nos enfrentamos con la policía. Nosotros destruimos la paz social que están construyendo día y noche lavando el cerebro de los ciudadanos para que obedezcan y se callen. Nosotros seguimos iluminando las noches frías que nos trajeron. Nosotros seguimos ensuciando las paredes con consignas que aunque sus ojos vean nunca llegarán a sus oídos. Nosotros nos vengamos por Alexis en las barricadas, el mismo sábado en que los buenos ciudadanos burlaban otra vez sus conciencias con la violación semanal. No es que nuestras palabras sean crueles. Cruel es su realidad. Alexis fue la gota que hizo desbordar el vaso. Cada noche va a ser de él de aquí en adelante.
Se acabaron sus noches tranquilas.
Péguennos, échennos gases, deténgannos, tírennos balas de goma como las que llevan tirando desde el sábado, apúntennos con sus pistolas o den tiros al aire (¿o a nosotros tal vez?). Alisten al paraestado, como están haciendo ahora en Patras o a esos periodistas siempre dispuestos, la mano larga real del poder. A Pretenteris, Evangelatos, Triantafilopulos, Kapsis, Tremi, Pavlopulos, Papajelas. Y a todos los demás. De ellos depende su éxito. Escondan las imágenes de la brutalidad policial, tapen los escándalos que apestan, aprueben sus medidas antipopulares con “consenso social”.
El lunes en Atenas pusieron a sus agentes a destruir los pequeños comercios. Nosotros los vimos saliendo de las filas de la policía. Hay incluso fotos. Las van a ocultar a esas también, con mucho éxito. Ya sus papagayos, después de los primeros disturbios, repiten bien los que ustedes les enseñaron.
El martes no respetaron ni siquiera el funeral de Alexis. Mandaron a los antidisturbios a su funeral para provocar a niños de 15 años. Tiraron gases lacrimógenos y detuvieron a niños. Ustedes profanaron al mismo chico que asesinaron.
¡Ya basta con las mentiras! No somos los encapuchados ni los conocidos-desconocidos. Somos muchos y estamos furiosos. Ya paren de repetir tonterías. Desde Komotini hasta Janiá, de norte a sur nuestra rabia se desborda. Cayeron con todos los medios que su monstruoso poder dispone para eliminarnos. Con toletes, balas, lacrimógenos, medios de comunicación masiva, provocaciones, paraestado.
No tenemos ilusiones. No tenemos ninguna esperanza. Por eso somos peligrosos.
No nos hacemos ilusiones que van a tomar todo eso en cuenta. Todos los días entierran nuestros gritos en su mentira.
Adiós. Nos van a ver desde sus sofás en sus televisiones.
"Historia ahí vamos. Mira arriba hacia el cielo"
textos extraidos de la haine,la llama se extiende
os invito a que sepais porlomenos,lo que pasa en este lado de las barricadas;
aqui una octavilla repartida por los barrios atenienses:
"No tenemos ilusiones. No tenemos ninguna esperanza. Por eso somos peligrosos." "Se acabaron sus noches tranquilas."
Les escuchamos cada día en los noticieros de la tele. Declaraciones, contra declaraciones y después comentarios y todo lo demás para lo que ustedes llaman nuestra información “objetiva”.
Basta ya.
Ahora nos van a escuchar a nosotros.
aqui una aportación del escritor griego Dimitri Deliolanes:
Esta es la Grecia que tratan de exorcizar los jóvenes encapuchados mediante su revuelta. Un país dominado por la ilegalidad, la prepotencia, los abusos del famoso "mercado"
Había que haber seguido esta crisis paso a paso. Había que ver a esta clase política democrática, a los aclamados herederos de los grandes líderes del periodo siguiente al de los coroneles: el nieto Karamanlis, y el hijo Papandreou. Ver a sus colaboradores, ministros y portavoz inclinándose ante los poderes fuertes, verlos sometidos a humillaciones en las televisiones privadas suplicando a los bancos y ensalzando a los armadores.
Un espectáculo deprimente. Una clase política de ignorantes, de inútiles, de hábiles trepas. Saben inglés pero no tienen una sola idea, un solo proyecto. No tienen mayor ambición que el chalet en Mykonos.
La crisis que ha estallado estos días en Grecia es ésta. La crisis del neoliberismo, en salsa conservadora y socialista. Un modelo que ha significado una cosa solamente: que el Estado no existe. Una idea platónica, una ilusión. Lo que hay en verdad es una burocracia totalmente sumisa ante los intereses privados, que van desde los de los poderosos señores de los canales de televisión a los grandes constructores pasando por el policía algo nervioso que dispara cuando le parece.
Esta es la Grecia que tratan de exorcizar los jóvenes encapuchados mediante su revuelta. Un país dominado por la ilegalidad, la prepotencia, los abusos del famoso "mercado". Los poderes públicos, los elegidos democráticamente, están en otros lugares: en los yates, en las televisiones, en Kolonaki, el barrio chic de Atenas devastado ayer. Al ladito al ladito de los grandes pordioseros privados. Quede claro: nos referimos a la derecha en el gobierno. Aunque los socialistas tampoco fueron mejores, y la gente lo sabe.
Esta privatización de todo y de todos ha tenido consecuencias devastadoras en el orden público. Era previsible. Ahora ya no hay policía griego que no esté al servicio de algún interés privado legal (un partido o un político) o ilegal. Los salarios y los ascensos en la carrera siguen la suerte de sus grupos de referencia privados y no la jerarquía interna. El año pasado la policía intentó hacer una redada en un campo de hachís en Creta. Les respondieron con ráfagas de metralleta: un muerto y seis heridos graves. No volvieron a intentarlo. Quien no se suma a algún grupo de estos, actúa más por ignorancia que por honestidad.
¿Los poderes criminales? ¿Los grupos mafiosos? Campan a sus anchas. Grecia hasta hace 20 años era uno de los países más seguros de Europa. Ahora las capas más populares en la enorme área suburbana de Atenas ya no saben de quién han de defenderse: ¿de los propietarios, de los policías o de los criminales? ¿Y la ley? El año pasado encarcelaron a tres jueces corruptos, pero no se hizo limpieza.
Esta descabellada (no) política del orden (no) público es lo que transformó el barrio Exarjia, rincón pintoresco de artistas y bohemios hasta hace veinte años, en un bastión de rebeldes. Al no poder contener a algunos cientos de "insurreccionalistas", los policías siempre se han vengado de modo exagerado, en favor de los intereses privados, de mala manera.
Un desastre. Los rebeldes han crecido y su influencia se ha extendido. En estas jornadas a sangre y fuego de Atenas han demostrado que tienen en la mano el movimiento de protesta. Se trata en cualquier caso de la cosecha de una lejana siembra llamada bipartidismo perfecto. Si no hay alternativa creíble, no queda más que el fuego
Somos la generación de los 400 euros. De los programas “stage” del organismo de empleo, del trabajo flexible, de la eterna capacitación (siempre con nuestros gastos), de la precariedad, de la carestía, de los dos diplomas que no sirven para nada. De la eliminación de nuestros derechos laborales, de nuestra humillación por parte de patrones, políticos y los demás.
Somos la generación que la encierran en escuelas, intentando meter en nuestras cabezas sus nacionalismos, sus prejuicios, su lujuria por la patria, su mentira, su subordinación.
Somos los chavos a los que humillan y provocan los antidisturbios, los policías secretos, o los guardias especiales y todos los demás policías que hizo su democracia (y puso por todos lados como otro ejército de ocupación) cuando nos encontramos en su camino, los objetos diarios de su abuso del poder.
Somos los heridos de las marchas de los estudiantes y de los alumnos, nuestras cabezas fueron golpeadas contra el asfalto, nuestra dignidad fue eliminada bajo sus botas, nuestras manos fueron quebradas por los toletes, nuestras caras fueron machacadas por sus puñetazos, nuestros pulmones todavía contienen los gases que nos echaron, que están prohibidos según acuerdos internacionales. Moriremos prematuramente porque no estuvimos de acuerdo con las leyes que nos están robando la vida. Somos los detenidos que nos arrastramos en juicios por años, Panagiotis que llevaba zapatos de un color equivocado y se quedó 40 días en la cárcel, Dimitrios Augustinos que pasó por el lugar equivocado en el momento equivocado, los 50 heridos en el hospital Evangelismos el 8 de marzo de 2007.
Nosotros incendiamos sus bancos. Nosotros nos enfrentamos con la policía. Nosotros destruimos la paz social que están construyendo día y noche lavando el cerebro de los ciudadanos para que obedezcan y se callen. Nosotros seguimos iluminando las noches frías que nos trajeron. Nosotros seguimos ensuciando las paredes con consignas que aunque sus ojos vean nunca llegarán a sus oídos. Nosotros nos vengamos por Alexis en las barricadas, el mismo sábado en que los buenos ciudadanos burlaban otra vez sus conciencias con la violación semanal. No es que nuestras palabras sean crueles. Cruel es su realidad. Alexis fue la gota que hizo desbordar el vaso. Cada noche va a ser de él de aquí en adelante.
Se acabaron sus noches tranquilas.
Péguennos, échennos gases, deténgannos, tírennos balas de goma como las que llevan tirando desde el sábado, apúntennos con sus pistolas o den tiros al aire (¿o a nosotros tal vez?). Alisten al paraestado, como están haciendo ahora en Patras o a esos periodistas siempre dispuestos, la mano larga real del poder. A Pretenteris, Evangelatos, Triantafilopulos, Kapsis, Tremi, Pavlopulos, Papajelas. Y a todos los demás. De ellos depende su éxito. Escondan las imágenes de la brutalidad policial, tapen los escándalos que apestan, aprueben sus medidas antipopulares con “consenso social”.
El lunes en Atenas pusieron a sus agentes a destruir los pequeños comercios. Nosotros los vimos saliendo de las filas de la policía. Hay incluso fotos. Las van a ocultar a esas también, con mucho éxito. Ya sus papagayos, después de los primeros disturbios, repiten bien los que ustedes les enseñaron.
El martes no respetaron ni siquiera el funeral de Alexis. Mandaron a los antidisturbios a su funeral para provocar a niños de 15 años. Tiraron gases lacrimógenos y detuvieron a niños. Ustedes profanaron al mismo chico que asesinaron.
¡Ya basta con las mentiras! No somos los encapuchados ni los conocidos-desconocidos. Somos muchos y estamos furiosos. Ya paren de repetir tonterías. Desde Komotini hasta Janiá, de norte a sur nuestra rabia se desborda. Cayeron con todos los medios que su monstruoso poder dispone para eliminarnos. Con toletes, balas, lacrimógenos, medios de comunicación masiva, provocaciones, paraestado.
No tenemos ilusiones. No tenemos ninguna esperanza. Por eso somos peligrosos.
No nos hacemos ilusiones que van a tomar todo eso en cuenta. Todos los días entierran nuestros gritos en su mentira.
Adiós. Nos van a ver desde sus sofás en sus televisiones.
"Historia ahí vamos. Mira arriba hacia el cielo"
textos extraidos de la haine,la llama se extiende