Hacía tiempo que quería escribir algo así, pero no encontraba el momento. Es cierto que estamos haciendo un final de temporada tan pobre y tan sin alma que se va a empañar una gran trayectoria en la competición. Creo que hacer plantillas en base a necesidades puntuales y sin un proyecto a medio-largo plazo puede ser una de las causas. Los jugadores han cumplido el objetivo y han parado el carro. No acabo de ver el componente físico y me inclino más por la teoría de Mendilíbar sobre el desgaste psicológico, como ya ocurriera con Kresic y con la mejor plantilla de 2ª División arrastrándose por los campos de la categoría como un equipo sin alma ni identidad. Hablando de identidades, resaltar que es muy meritoria la que hemos adquirido como equipo, pero nos falta adquirir identidad como club. Eso es muy difícil cuando juegas contra el Getafe y tienes menos jugadores nacidos en Valladolid que el rival. Y el año que viene preveo un solo canterano, Javier Baraja. No niego el trabajo del club en esa dirección, pero el movimiento se demuestra andando y desgraciadamente, también preveo otra plantilla de 25 fichas el año que viene. Cuando tus dos laterales izquierdos están lesionados y sacas a un cedido fuera de su posición para ningunear al lateral izquierdo del filial, hay una evidencia: Villa es muy malo y no sé que pinta en el Promesas. O dos: jugar en el Promesas no sirve de nada, y Villa no es malo, simplente está en el lugar equivocado.
Ahora lo positivo, que es mucho. Vivir en Madrid, tener un trabajo en el que te relacionas con mucha gente y las orejas receptivas da mucho juego. No sólo lidias con madridistas, atléticos y getafenses, conoces a gente de todas partes del país y de equipos variopintos. Y oyes y ves y entiendes a la gente de Huelva, Getafe, a los béticos y a los osasunistas cuando te dicen cuánto les gustaría estar en tu lugar y cómo les aterroriza el descenso. Nosotros lo hemos vivido, muchos dos veces. Pero esto es normal y el mérito es relativo. Lo realmente importante es lo que queda, las sensaciones. Hemos bajado los brazos, no hemos peleado por la UEFA y el equipo está desangelado. Sin embargo, y en esto coinciden aficionados de todos los rincones del país, todos resaltan un aspecto con el que me quedo siempre y además sacando pecho, que para eso tiendo a chulo: el Real Valladolid es uno de los cinco equipos que más y mejor juega al fútbol, con presión, con toque, velocidad, agresividad, incluso con unos destellos de calidad individual que no van en consonancia con el presupuesto real del club.
Dicho esto, aunque comprendo -y comparto- cierta frustración, no entiendo tanto pesimismo, tanta tendencia a no renovar el carné el año que viene y ese deje de catastrofismo que algunos dejáis en vuestros post. Hasta togodumno tuvo que fumarse un canuto para hablar de temporada histórica (a Alecup no le hace falta, siempre está fumado de ilusión). Los más prudentes sólo veíamos el siguiente partido y la tremenda descompensación de la defensa -además plagada de bajas, sanciones y lesiones-, la inocencia de una delantera sin agresividad o el desgaste de los centrocampistas, que han sido, junto a Asenjo, los que han tirado del equipo toda la temporada. Pero, aunque tengo ya mis años, conservo la ilusión intacta y la confianza en que el año que viene se corregirán errores y tendremos un equipo mejor que el de este año, aunque perdamos en algunas individualidades. Resumiendo, más entereza y más objetividad, en las victorias y en las derrotas.
Ahora lo positivo, que es mucho. Vivir en Madrid, tener un trabajo en el que te relacionas con mucha gente y las orejas receptivas da mucho juego. No sólo lidias con madridistas, atléticos y getafenses, conoces a gente de todas partes del país y de equipos variopintos. Y oyes y ves y entiendes a la gente de Huelva, Getafe, a los béticos y a los osasunistas cuando te dicen cuánto les gustaría estar en tu lugar y cómo les aterroriza el descenso. Nosotros lo hemos vivido, muchos dos veces. Pero esto es normal y el mérito es relativo. Lo realmente importante es lo que queda, las sensaciones. Hemos bajado los brazos, no hemos peleado por la UEFA y el equipo está desangelado. Sin embargo, y en esto coinciden aficionados de todos los rincones del país, todos resaltan un aspecto con el que me quedo siempre y además sacando pecho, que para eso tiendo a chulo: el Real Valladolid es uno de los cinco equipos que más y mejor juega al fútbol, con presión, con toque, velocidad, agresividad, incluso con unos destellos de calidad individual que no van en consonancia con el presupuesto real del club.
Dicho esto, aunque comprendo -y comparto- cierta frustración, no entiendo tanto pesimismo, tanta tendencia a no renovar el carné el año que viene y ese deje de catastrofismo que algunos dejáis en vuestros post. Hasta togodumno tuvo que fumarse un canuto para hablar de temporada histórica (a Alecup no le hace falta, siempre está fumado de ilusión). Los más prudentes sólo veíamos el siguiente partido y la tremenda descompensación de la defensa -además plagada de bajas, sanciones y lesiones-, la inocencia de una delantera sin agresividad o el desgaste de los centrocampistas, que han sido, junto a Asenjo, los que han tirado del equipo toda la temporada. Pero, aunque tengo ya mis años, conservo la ilusión intacta y la confianza en que el año que viene se corregirán errores y tendremos un equipo mejor que el de este año, aunque perdamos en algunas individualidades. Resumiendo, más entereza y más objetividad, en las victorias y en las derrotas.