Interesante debate generacional...y nivelazo de los contertulios.
Lo mío con mi ''generación'' (concepto arbitrario donde los haya) es una historia de amor-odio.
Amo a mis coetáneos cuando me veo a las 7 de la mañana volviendo de fiesta y sosteniendo debates propios de un ateneo, cuando veo que la gente se abre sin reservas a la convivencia cotidiana sin necesidad de libros de buenas maneras, cuando veo a gente currándoselo en movidas creativas y políticas, cuando los veo desconfiar de lo viejo, intentar formarse y crecer como personas...Pienso que tenemos nuestras cosas postivas.
Sin embargo, hay otras cosas que me producen un abanico de sensaciones entre el asco y la pena: exámenes de 5º de carrera con decenas de faltas de ortografía, incapacidad de pensar por sí mismos sin prebostes infalibles, necesidad perpetua de uniformes y autoexaltación chillona, superficialidad sentimental, ausencia de decoro (no de manuales de etiqueta, que me importan tres cojones, sino de mínimos elementales de cortesía para la convivencia), ignorancia orgullosa de sí misma...
Y al final, lo que acabo por pensar es que no somos sustancialmente mejores, ni peores, que lo que han sido, son y serán otras ''quintas'', sencillamente porque cada caso es un mundo, y cada condicionante del contexto añade mayor complejidad al juicio de algo ya de por sí difícil de delimitar conceptualmente.
Sobre la educación...pues es otro tema tan complejo que hoy me voy a limitar a reconocer que todos los agentes implicados pueden tener parte de culpa, pero al final la libertad=responsabilidad significa que el que quiera llegar a ser un cafre puede hacerlo pese a todos los esfuerzos de su entorno. No obstante, coincido con vosotros en que la ausencia paterna del hogar, de la que normalmente no podemos culpar a los padres, sino a la regulación laboral, es un posible factor clave en la familiarización emocional y el seguimiento de la evolución del hijo. Pero también es cierto que existen padres con complejo de Peter Pan, que juegan a ser el padre papanatas y buenrollista que siempre quisieron para sí, o ven a su hijo-juguete como una preciosidad que no puede llegar a ser un auténtico cafre si no le paran los pies (''es que el profe/los compañeros/su padre/su hermana/cualquiera que le lleve la contraria -por el motivo que sea- le tiene manía''). O sencillamente, que al cabo de un tiempo se aburren de no disponer del tiempo que antes de ser padres tenían para sí mismos, y los aparcan donde pueden a la mínima ocasión (ojo, no critico que esto se haga, pues el/los padres pueden necesitar un respiro, pero sí que se convierta en la opción preferencial a las primeras de cambio).
En resumen: que yo del concepto de generación me fío poco (como dice Medellín, es un tema recurrente y siempre ha sonado igual de rancio). Conozco personas extraordinarias e hijos de puta de un arco de edad de 70 años y, así a ojo, no saco ninguna conclusión plausible sobre la mejora o empeoramiento de la condición humana.