No sé si es algo mío, o que real, y afortunadamente, nuestras opiniones son muy distintas a las de la masa (véase, los opinantes pagados y voluntarios en Marca, As, etc). Sólo se busca una proyección a un mercado quién sabe si saturado, dejando de lado el más elemental, el del aficionado de a pie. Los abonados que curran o los que vivimos fuera ya podemos ir despidiéndonos del fútbol, porque como a algún lumbrera se le ocurra, llenan la semana de partidos de liga y jugamos una el viernes, otra el lunes, la siguiente el jueves si no hay copa...Me parece delirante.
Y ¿por qué se hace? No hay más que mirar los comentarios madridistas o barcelonistas en sus medios: ''fútbol todos los días por la tele, qué bien'', ''vamos a ser como Inglaterra, yuhuuu'', ''tengo derecho a estar en mi sofá un lunes a las 11 de la noche descojonándome de los prigados que están viéndolo in situ con toda la helada en pleno enero castellano'' , etc. Se nota mucho que la mayoría son de un equipo al que ven a distancia, les da igual cuándo se juegue y si el campo está lleno o vacío, pues guardan como oro en paño el recuerdo de aquel día en que vieron su primer y único partido del equipo de sus amores en vivo.
Ese es el nuevo aficionado al fútbol global. Ya es inevitable, ellos mandan, y los equipos que tienen una afición de base local/provincial como el nuestro se pueden dar por jodidos, porque se llevarán los inconvenientes del desinterés por el fútbol en directo y, a cambio, las migajas de unas negociaciones televisivas hechas en función de los grandes. La única esperanza que queda para que el fútbol esté en su lugar de ocio es que esta dispersión de horarios sea un fracaso comercial.
Y ¿por qué se hace? No hay más que mirar los comentarios madridistas o barcelonistas en sus medios: ''fútbol todos los días por la tele, qué bien'', ''vamos a ser como Inglaterra, yuhuuu'', ''tengo derecho a estar en mi sofá un lunes a las 11 de la noche descojonándome de los prigados que están viéndolo in situ con toda la helada en pleno enero castellano'' , etc. Se nota mucho que la mayoría son de un equipo al que ven a distancia, les da igual cuándo se juegue y si el campo está lleno o vacío, pues guardan como oro en paño el recuerdo de aquel día en que vieron su primer y único partido del equipo de sus amores en vivo.
Ese es el nuevo aficionado al fútbol global. Ya es inevitable, ellos mandan, y los equipos que tienen una afición de base local/provincial como el nuestro se pueden dar por jodidos, porque se llevarán los inconvenientes del desinterés por el fútbol en directo y, a cambio, las migajas de unas negociaciones televisivas hechas en función de los grandes. La única esperanza que queda para que el fútbol esté en su lugar de ocio es que esta dispersión de horarios sea un fracaso comercial.