La resiliencia de Sergio Asenjo, despedido en el último día del mercado: "Lo más fácil sería decir 'hasta aquí', pero amo la portería"
El exportero de Atlético, Villarreal y Valladolid entrena en Benicàssim a la espera de nuevo equipo tras una carrera saltando obstáculos.
Acompañar a Sergio Asenjo en una mañana de entrenamiento es darse cuenta de cómo por la cabeza del guardameta palentino sólo pasa una palabra innegociable: trabajo, trabajo y más trabajo. Las cuatro roturas de ligamento cruzado que ha sufrido a lo largo de su carrera le afianzaron en una constancia que hicieron no variar la hoja de ruta del exportero de Valladolid, Atlético, Málaga y Villarreal, aunque Sergio reconoce que estaba decidido a "no arrastrarse" por los campos "y no alargar la historia" si sus rodillas no respondían. Pero respondió tres veces la derecha y la última vez, la izquierda.
Tampoco ha cambiado su objetivo la "sorprendente", según califica él mismo, salida del Valladolid, que rescindió el contrato que les vinculaba hasta 2024 el último día de mercado. "Les debo todo, soy quien soy por la oportunidad que me dieron de joven, pero hay situaciones que se dan en el fútbol en las que a veces las formas no son las correctas, pero hay que adaptarse", reconoce el meta, que nos muestra en su casa de Benicàssim guantes, camisetas dedicadas y botas de su debut con la Selección, de Cristiano, Messi o su ídolo, Buffon, entre otras. El guardameta italiano tiene ya 45 años y sigue en activo. Once menos tiene un Sergio Asenjo que quiere imitar a su referencia bajo palos, al menos en la última parte.
"El fútbol me ha dado la vida. Amo lo que hago. Si no me gustase tanto, no habría aguantado todo lo que he aguantado por seguir compitiendo. Amo la portería y por eso quiero seguir compitiendo. Porque lo más fácil sería decir "oye, hasta aquí. Lo he hecho todo, una carrera creo que decente". Pero me siento bien, me siento preparado", reconoce Asenjo, que aguarda una buena propuesta y se emociona varias veces al hablar de sus padres, Yolanda y José Luis, de quienes ha heredado aquello de que el esfuerzo no se negocia. "Han trabajado mucho para que mi hermana y yo tuviéramos un futuro. No han tenido una vida fácil", nos cuenta mientras traga saliva.
¿Cómo estás, Sergio? ¿Por qué nos vemos en Benicàssim?
Porque lo siento como mi casa, y después de lo que sucedió en Valladolid en ese último día de mercado creía oportuno que tenía que volver donde he sido muy feliz y a trabajar aquí y prepararme para esperar una oportunidad.
Sigues entrenando. Te hemos acompañado en tu sesión matinal de trabajo, estás manteniendo tu rutina de futbolista. Venías de hacer la pretemporada con el Valladolid, con el que arrancaste la Liga.
Sí, es sorprendente porque he hecho toda la pretemporada, fui convocado al primer partido de Liga y de buenas a primeras me encuentro con esta decisión que se toma a última hora. Ahora me veo en un momento que nunca había vivido, pero bueno, a adaptarme lo antes posible y trabajar más fuerte aún. Creo que he demostrado que cuando vienen malos momentos saco lo mejor de mí y, bueno, estoy trabajando muy duro y esperando esa oportunidad.
¿Qué pasó en ese último día de mercado para que salgas del Valladolid, donde tenías contrato hasta 2024? No te esperabas ni mucho menos este final, ¿no?, que se rescindiera vuestra vinculación.
No, la verdad que no, porque la primera semana hablé con el entrenador, me transmitió que quería buscar la mejor versión de Sergio Asenjo, incluso me reunió con los tres capitanes que iban a ser esta temporada para hacer un núcleo fuerte y conseguir el objetivo de ascender. Sí que es verdad que Fran Sánchez me transmitió antes de la destitución que mi contrato era muy alto para Segunda y que si encontrábamos una buena salida para las dos partes, que encantados. Luego vino Domingo Catoira y me transmitió también que a lo mejor iba a contar con menos oportunidades esta temporada, pero que a ver si podíamos encontrar algo para salir. Y ya la última noticia que tengo es el último día de mercado, cuando me transmiten que me tengo que ir.
¿Cómo se produce esa llamada? Porque no habíais encontrado nada que realmente, como te habían dicho, fuera bueno para las dos partes y tu intención era seguir.
Deportivamente no había encontrado nada que fuera satisfactorio para todos, pero ellos firmaron otro portero y me transmitieron que económicamente no podían asumir mi ficha y que tenía que irme, y esa misma tarde-noche recibo el despido.
¿Cómo te sentiste? ¿Qué pensaste?
Bueno, sorprendido. Si me hubieran transmitido a primeros de junio que no se contaba conmigo, está claro que tendría por delante más posibilidades para encontrar un destino. Fue todo precipitado. Si me duele más es porque es Valladolid y la considero mi casa. No va a cambiar nada lo que siento yo por el Real Valladolid esto que me ha sucedido. El Real Valladolid es un histórico de LaLiga y seguramente jugadores pasarán, directivos pasarán, pero el Real Valladolid ahí seguirá y yo seré un aficionado más. Les debo todo, soy quien soy por la oportunidad que me dieron de joven, pero hay situaciones que se dan en el fútbol en las que a veces las formas no son las correctas, pero hay que adaptarse.
¿Fue entonces el cambio en la dirección deportiva lo que dinamitó tu estancia allí?
Puede ser. Con Fran no tuve ninguna conversación. Sí que es verdad que mi representante me dijo que habían hablado del tema del contrato, de que si buscábamos una solución que fuera buena para todas las partes, pero ahí se quedó. No hubo más. Yo con él no hablé. Con Catoira hablé prácticamente cuando llegó de la situación de que iban a traer un portero y que a ver si encontrábamos una solución. El entrenador no me dijo en ningún momento que no contaba conmigo, sólo tuve una reunión con él. Si no iba a contar conmigo no me hubiera llevado convocado al primer partido de Liga, como le sucedió a otros compañeros, que se quedaron fuera porque se les transmitió que no contaban con ellos. Pero yo en ningún momento pensé que el último día en el mercado me iban a despedir.
Imagino que a la sorpresa se une la decepción.
Sí, decepcionado porque hace un año tomé la decisión de volver al Valladolid, perdonando muchas cosas, cosas que muchos no perdonarían, pero yo creía que era el momento oportuno de volver a casa. Así me lo transmitieron, hicieron mucha fuerza, hicieron un esfuerzo muy grande para que yo volviera. Me acuerdo de una reunión con Fran en Palencia, en un hotel. Todo positivo. Creo que era el momento. A veces las cosas no salen bien, a lo mejor me puse demasiada presión a mí mismo por volver a casa, por tener que demostrar y yo creo que ya había demostrado en toda mi carrera que había competido a un alto nivel. El rodearme otra vez del entorno, de toda mi familia, amigos, a lo mejor no supe canalizar muy bien todas esas emociones y me costó adaptarme. Al cuarto partido me rompo un dedo, tengo que parar. Se dieron muchas circunstancias donde no me encontré verdaderamente afianzado allí. Entonces, empecé esta temporada con unas ganas increíbles de dar la vuelta a la situación, de competir con Jordi Masip. Pero bueno, luego hay decisiones que toman otros que hay que aceptar.
Habías vuelto en el verano de 2022 a la que es tu casa, donde debutaste en Primera hace dieciséis años. ¿Cómo fueron esos primeros partidos? Empezaste con Pacheta de titular pero la cosa se torció pronto.
A ver, yo me adapto pronto, conozco el club, conozco a muchos empleados y la verdad que el cariño que siento es terrible. Sí que es verdad que en los primeros partidos no me encuentro yo todo lo a gusto que a lo mejor venía de estar en Villarreal. ¿Por qué? No lo sé. Somos personas, a veces nos suceden cosas en un campo de fútbol que son inexplicables y bueno, el inicio no fue bueno, hay que aceptarlo. Y sí que es verdad que a partir de ahí todo fue ya en mi contra. Cada cosa que hacía se magnificaba mucho más que con otros. Y bueno, me sentí un poco aislado, más que el cariño que yo pensaba que podía sentir. Fue un año muy complicado. Hay que aprender de ello, porque esos años también sirven como aprendizaje.
Hubo fallos importantes en el Sánchez Pizjuán y en casa ante el Cádiz pero, ¿sientes que se te estaba mirando con lupa?
Se hizo una bola enorme, un machaque social terrible. Venía de competir menos en Villarreal mi última temporada, además vuelvo a casa con todo lo que conlleva y a las primeras de cambio no se me permitió nada. Yo sí que sigo creyendo en mí mismo y el portero que soy, eso no me lo va a quitar nadie, pero el año se dio así. Fue un año con Jordi muy bueno, muy positivo. Trabajamos muy bien los dos. Con todos los compañeros, con todos los empleados, un cariño terrible. Pero bueno, a veces deportivamente sale así el año. Hay que aceptarlo y seguir adelante.
¿Y con Pacheta qué tal? Ahora está en tu exequipo, en el Villarreal. Tú lo has conocido bien. ¿Cómo es ese 'pachetismo' de cerca?
Bien. Un tipo muy cercano. Un tipo de entrenador de los de antes, de mucha intensidad, mucho carácter, de que el equipo sea alegre. Ahora como está en Villarreal, yo al Villarreal sólo le deseo cosas buenas, así que seguro que va a ser un buen año.
¿Tuviste alguna conversación con Pacheta en aquellos momentos? ¿Habló contigo cuando te sentó?
No, la verdad es que nunca he tenido esa reunión cuando dejé de jugar ni nada. No hemos tenido ninguna reunión para yo poder expresarme o decirle cómo me sentía en ese momento. Bueno, cada entrenador es un mundo, es respetable, pero bueno, ya está… Es pasado y pasado es.
¿La echaste de menos? ¿Te habría gustado tenerla?
Es que cada entrenador actúa de una manera. Me acuerdo con Emery que incluso estaba más pendiente de mí el segundo año, que jugué menos. El primer año creo que actúo 37 partidos de 38 de Liga y al siguiente, por circunstancias, juego menos. Y me sentía súper querido, apreciado, respetado. Ese año, incluso jugando menos, fue un buen año para mí.
Hablaremos del Villarreal un poquito más adelante. Volvamos a tus orígenes. Llegaste al fútbol profesional en el Valladolid pero empezaste a jugar en tu ciudad, en Palencia. ¿Cómo era el Sergio Asenjo niño que empieza a jugar al fútbol? Creo que no como portero sino que te gustaba marcar goles, aunque lo de correr no lo llevabas muy bien...
Pues mira, mis padres tenían un piso justo enfrente de un campo de fútbol, San Juanillo, que ahora lleva mi nombre, con mucho orgullo, y con cinco o seis años les dije: "Mamá, quiero bajar a jugar, con los amigos del cole, del barrio". Y sí, con esas edades íbamos rotando hasta que ya el entrador con siete años me dijo: "Yo creo que te veo más capacidades para la portería". Y ahí empezó todo, con mucha ilusión. La ilusión que siempre he intentado transmitir en un campo de fútbol.
Con trece años pasas del San Juanillo a Valladolid, a cuarenta minutos de casa. ¿Cómo era el día a día?
Mis padres no me podían llevar porque trabajaban, pero había un compañero en el equipo que era de Palencia y su madre ese año nos iba llevando y trayendo. Lo bueno es que íbamos al colegio juntos y nos recogía su madre, íbamos a entrenar y volvíamos. Pero bueno, fue un año complicado, porque imagínate esos meses de invierno en Palencia, en Valladolid, volver a las nueve de la noche, al día siguiente colegio y así todos los días. Tomamos la decisión al año siguiente de ya quedarme en la residencia del Valladolid y ahí fue todo mejor.
Hay una frase que he extraído tuya de estos años de carrera: "Trabajé muy duro y todo lo que me enseñaron mis padres de pequeño sigue ahí". ¿Qué refleja?
Sí, las raíces no hay que olvidarlas. Por muy alto que llegues en la vida, hay que saber de dónde vienes y yo tengo los pies en el suelo porque mis padres han estado muy pendientes de que eso siempre siga así. El trabajo y el esfuerzo no se negocia en mi familia y yo es lo que intento transmitir a la mía.
¿Cómo han hecho que mantuvieras los pies en el suelo?
Viendo que mis padres han trabajado mucho para que mi hermana y yo tuviéramos un futuro. (Traga saliva.) No han tenido una vida fácil. (Se emociona y deja de hablar unos segundos, mientras coge aire.) Pero bueno, aquí estamos, gracias a ellos. Y me alegro de que les he hecho disfrutar mucho. (Con la voz entrecortada.)
¿A qué se han dedicado? Tu padre creo que ha sido camionero, porque sé que hay una anécdota muy bonita con unos guantes que tú querías...
Mi padre ha sido el camionero toda la vida y mi madre ha trabajado en un hotel toda la vida también haciendo un esfuerzo muy grande. (Sigue compungido.) Y lo de los guantes es muy gracioso porque yo era y sigo siendo muy fan de Buffon, y yo quería sus guantes y en Palencia no estaban. Y yo he sido muy caprichoso. "Cómpramelos, cómpramelos". Entonces mi padre, con el camión, un día que tenía un viaje a Zaragoza tuvo que parar allí en la tienda de 'Soloporteros' y comprarme los guantes de Buffon, que eran los blancos y dorados, para que el niño se quedase a gusto (lo relata emocionado).
Dices que eras caprichoso. ¿Cómo eras entonces y cómo eres ahora? ¿Cuánto habéis cambiado tú y el fútbol en estos años?
Uh, mucho. Cuando yo empecé era un niño totalmente inocente. Con 17 debuté en Copa del Rey, con 18 en Liga. Parece impensable hoy en día que con 18 años un guardameta tenga la responsabilidad de una portería en Primera División. Ha cambiado mucho. Yo también creo que las redes sociales han entrado con una fuerza tremenda manejando todo el entorno futbolístico y el deporte en general. O la vida en general. Entonces, creo que ahora todo tiene mucha más repercusión que tenía antes, todos estamos mucho más expuestos de lo que estábamos antes y eso las nuevas generaciones ya lo están mamando desde pequeños y están más adaptados.
¿Cómo es Mendilíbar, que fue quien te hizo debutar en 2007 en el Valladolid?
Mendilíbar es como un padre para mí, un padre futbolístico. Yo creo que lo que hizo en ese momento conmigo lo hacen muy pocos entrenadores. Esa oportunidad que me brindó con 18 años frente al Villarreal, que ganamos 2-0... Eternamente agradecido. Ahí empezó todo, gracias a él.
¿Hay alguna frase suya que te marcara? ¿Alguna conversación que recuerdes con él?
Sí, mira, hay una frase que me dijo, porque jugábamos domingo a las cinco y no nos concentraba y el sábado después de entrar me llamó al despacho y me dice: "No estás en tu mejor momento, así que mañana vas a jugar. Sal y haz lo que puedas". Él sabía que tocándome la fibra iba a dar lo mejor de mí, pero claro, yo salí de ese despacho diciendo: "Mira lo que me acaba de decir, ¿ahora cómo paso yo la tarde? ¿Cómo duermo? Mañana tengo que jugar contra el Villarreal, un equipo de Europa…" Justo me acababa de sacar el carnet de conducir y me fui a Palencia a contárselo a mis padres, a mis tíos. Él dijo: "¿Cómo puedo motivar a este jugador de 18 años que mañana debuta?", y me dijo esa frase que me trastocó un poco los planes. (Se ríe.)
Pero funcionó, porque debutaste con la portería a cero.
Sí, la verdad que sí, fue un debut no he soñado.
¿Cómo recuerdas tu explosión, empezar a sentirte futbolista y decir 'esto va en serio'?
Cuando ya voy a Valladolid todo es más profesional, ya estás en una cantera importante y es cuando empiezo a recibir la llamada de la Selección. Y ahí es cuando ves que oye, que si todo va bien, tú te cuidas, trabajas, puedes tener esa oportunidad. No sabes si va a llegar, pero te la tienes que trabajar. Y ya empiezas a ir con la Sub-17, Sub-18. Con 18 años voy al Europeo Sub-21 siendo tres años más pequeño y ya dices: "A lo mejor esa oportunidad me va a llegar". Y Mendilíbar me la dio.
¿Cómo recuerdas la reacción de tu familia al contarles de tu salto a Primera?
Mi padre siempre me decía: "Bueno, ya llevo el camión para recoger todos los goles que te van a meter, así que no te preocupes, que por eso ya estoy yo pendiente". Siempre estaba con bromas de ese tipo para motivarme, para picarme. Y mis tíos, que fuera feliz y que lo disfrute y ya está. (Dice apresuradamente porque vuelve a emocionarse.)
¿Has necesitado siempre esa motivación, que te picaran un poco para rendir mejor? Lo percibió Mendilíbar, lo sabía también tu familia…
Sí, sí, sí (dice hasta siete veces). Siempre, mis padres siempre, mi cuñado, mis amigos. Uno de mis mejores amigos es el entrenador del Albacete y siempre ha estado pendiente de mí, porque le ha encantado el fútbol. Siempre me picaba o me mandaba estadísticas en plan 'aquí no has estado bien. Siempre he estado rodeado de fútbol, a mi padre le encanta y esa salsilla que metían entre mis padres y mis amigos me hacían rendir mejor.
Y en 2009 llega la llamada del Atlético de Madrid. ¿Cómo la viviste?
Increíble. Con 20 años te llama un equipo como el Atlético de Madrid para jugar Champions. Yo no había salido de Valladolid. Valladolid y Palencia es lo mismo prácticamente. Entonces, ir allí con 20 años fue un máster que creo que me ha servido para toda mi carrera.
¿Qué lo hizo un máster? A nivel deportivo, ¿qué supuso para ti? ¿Qué terna de porteros había? ¿Con qué expectativas llegaste?
Cuando me firmaron, firmaron también a Roberto, que justo veníamos los dos de estar en la Sub-21 y pasamos de ahí a ser compañeros en el Atleti. Ese año fue la explosión de De Gea, Roberto sale cedido. Fue un año también de muchos cambios en la portería, pero para mí un grandísimo año. Eso acaba en mayo con la lesión de rodilla, con la primera, pero fueron años en los que a lo mejor deportivamente no jugué todo lo que me hubiera gustado, pero a nivel de vida fue un aprendizaje brutal. Me trataron muy bien dentro del club, fue increíble. Tengo amigos ahí para toda la vida. Son etapas que hay que ir cumpliendo y pienso que fue un aprendizaje para seguir en este mundo.
¿Cómo fue trabajar con De Gea? ¿Cómo veías su proyección? Erais muy jóvenes los dos.
Muy bien, porque también habíamos coincidido ya muchas veces en la Selección y se veía que iba a ser un grandísimo portero. Casualidad que en una portería como la del Atlético de Madrid estuvimos un chaval de 20 años y otro de 19. Entonces no era muy normal, pero sí, muy bien. Yo también conocía a sus padres, hemos ido a recoger muchos premios juntos, sus padres, mis padres. Una relación siempre muy buena.
En mayo de 2010 llega tu primera lesión del cruzado de tu rodilla derecha. ¿Cómo se produce? ¿Cómo te sientes? Porque entiendo que la primera vez piensas que es algo que os puede pasar a todos, pero es que tú casi empalmaste la primera con la segunda, y ésa entiendo que fue aún más mazazo.
Sí, la primera y la segunda las considero como que fue una, porque no fue bien en ningún momento. Con 20 años me lesiono la rodilla. Sí, cruzado, sabes que son seis meses, pero no sabes a lo que te expones. Entonces ya cuando me recupero, con muchos problemas, la rodilla no iba bien. Voy a Málaga y ahí veo que la rodilla… no. Que no soy yo, y al cuarto o quinto partido me vuelvo a romper. Y ahí sí que hablo con mis padres y les digo: "Que me lo pongan bien. Que me lo pongan bien", que así no podía jugar. Y la operación sale fenomenal. Me recupero en unos plazos muy cortos, seis o siete meses, muy poco y ahí llega el Cholo y me da algún partido, juego Europa… Me vuelvo a sentir futbolista.
Todo esto lo cuentas así y parece muy rápido, pero te rompes el cruzado por primera vez el 8 de mayo de 2010, en el Atlético, y reapareces un 26 de noviembre de 2011 después de haber regresado de una cesión al Málaga. Año y medio con la lesión a cuestas.
Sí, yo me recupero, sigo entrenando con el equipo y en el mercado de invierno me voy a Málaga. Sí que ya había jugado algún partido en algún parón de selecciones, de entrenamiento, pero no me veía yo al 100%, veía que a la rodilla le faltaba algo y yo pensaba que se podía volver a romper. Es algo a lo que le das vueltas a la cabeza cuando algo no funciona. Fue duro, porque vas a Málaga con mucha ilusión, con Pellegrini, habían hecho una inversión muy fuerte en Málaga para salvar al equipo, porque estaba en una situación delicada y vas con toda ilusión de poder competir allí y al quinto partido te vuelves a romper. El viaje de vuelta de Málaga a Madrid, pues… muy duro todo, muy duro. (Vuelve a emocionarse, se le llenan los ojos de lágrimas.)
¿Cómo fue ese viaje?
Complicado. Complicado porque me acuerdo que yo me lesiono en el Pizjuán y noto que me he vuelto a romper. Entonces voy a Málaga, paso la noche allí solo. Me hacen la resonancia por la mañana. Yo sabía ya lo que tenía.
¿Qué se le pasa a uno por la cabeza en esos momentos? ¿Qué piensa?
"¿Por qué yo? ¿Por qué yo? Otra vez, ahora que he tenido la oportunidad en Málaga de coger ritmo y competir". Pero bueno, adaptarse o morir. Me tocó a mí y la afronté en plan "póngamelo bien y a currar".
Con 22 años te habías roto ya dos veces el cruzado. De las cuatro lesiones de ligamentos que has tenido, ¿sientes que estas dos marcaron tu carrera?
Sí, porque llegar al Atlético de Madrid con esa ilusión, al final de la temporada -creo que faltaba sólo el partido de la final de la Europa League frente al Fulham- y justo te lesionas. Todo el verano lesionado, luego a ver cómo empiezas… Hay mucha incertidumbre, con 20-21 años. Encima encadenas dos, y piensas que "a lo mejor esto se me acaba pronto". Pero bueno, tuve la suerte de que la segunda vez la rodilla quedó perfecta y pude volver a competir.
¿Cómo fue ese regreso al Atlético de Madrid? Tu vuelta a los campos fue tremenda. Reapareces porque expulsan a Courtois en el derbi contra el Real Madrid. Acabasteis 4-1.
Sí, sí, expulsaron a Courtois y bueno, contento por volver a jugar después de todo lo que había pasado, pero claro, juegas en el Bernabéu, con uno menos todo el partido por delante. Sufrimiento por la derrota, pero bueno, alegre por volver a competir.
No sé si guardas relación con Courtois, que está recuperándose de la misma lesión…
Sí, hemos hablado hace quince días. Tampoco quiero molestar, pero le mandé un mensaje de ánimo, de fuerza, de que si necesita algo, pues algo sabemos de esto. Me estuvo explicando un poco cómo había ido la operación y que ya está trabajando, así que genial, seguro que pronto estará de nuevo.
¿Qué consejo se le puede dar a alguien que como él está trabajando para superar una rotura de cruzado?
Trabajar. Es una lesión que necesita mucho trabajo, sacrificio, momentos buenos, menos buenos. A veces parece que no avanzas, de repente en una semana estás haciendo cosas que pensabas que eran impensables. Yo me lo he tomado así con todas mis lesiones. Intentar celebrar esos pequeños pasos que vas dando en la recuperación. Entonces bueno, seguro que se va a recuperar bien, es un grandísimo portero y en breve estará de nuevo con el equipo.
¿Cómo fue tu relación con el Cholo? Él hizo una apuesta importante por ti. Te pone de segundo de Courtois, eres el meta titular en la Europa League en la temporada 2012-13...
Yo es que con el Cholo siempre he tenido una relación buena, cordial. Es un grandísimo entrenador, lo que ha conseguido y está consiguiendo el Atlético de Madrid es inimaginable. Él es un entrenador directo y me dijo: "Mira, Sergio, Courtois va a jugar LaLiga. Si te quedas con nosotros te voy a dar la Europa League. Y digo: "Pues, mira, vengo de años complicados, jugar Europa, sentirme otra vez importante en el equipo…" Me sentía muy bien en el ambiente que había en el Atlético de Madrid, en la plantilla y me quedé, y jugué esos partidos de Europa League con él.
En julio de 2013, cuando te marchas al Villarreal, tu época más extensa, donde estuviste nueve años y te afianzaste en la élite. ¿Ha sido tu mejor época?
Sí, sí. Mi llegada al Villarreal fue como un respiro de aire fresco. Fue como que el entorno estaba hecho para mí. Llamé a mis padres y les dije: "Aquí lo voy a hacer bien". Fueron nueve años increíbles. Lo que ha hecho el Villarreal por mí es algo brutal, respetarme con otras dos lesiones. Son nueve años que dan para mucho y no puedo estar más agradecido a Fernando, a Negueroles y a Llaneza, que en paz descanse. Era una persona de fútbol, cercana, de ésas que hacen falta en un club. Con su carácter, pero a mi familia y a mí nos ha tratado de una manera increíble.
Hablas de los dos últimos cruzados. En abril de ese 2015 te rompes por primera vez en el Villarreal y es también la primera vez que te echas las manos a la cara y te pones a llorar. ¿Qué sentías en ese momento?
(Resopla y se le entrecorta la voz.) Ahí veo que se me acaba todo. Ésa fue la peor. No la he vuelto a ver, no la he vuelto a ver. Ahí noto que la rodilla dice "hasta aquí". Y… complicada, ésa sí que fue complicada. Muchos meses, era la tercera, me hacen un refuerzo para que la rodilla quede mejor, pero claro, la recuperación cuesta mucho más...
No la has vuelto a ver pero seguro que la recuerdas.
Sí. Fue un partido ante el Atlético de Madrid. Me acuerdo que era un lunes, yo creo que venía de hacer una parada no sé si a Torres o a quién, y córner. Y el Atlético de Madrid hacía una jugada de acumular mucha gente en el primer palo, y Raúl García, que ya es casualidad, uno de mis mejores amigos en el mundo del fútbol, se me puso delante, yo fui a despejar y él se agachó. Se me quedó el cuerpo ladeado y la rodilla en hiperextensión, y ahí noté cómo se me salía y ahí fue… muy desagradable.
Dices que ahí pensaste que se acababa el fútbol para ti.
Es la única que he pensado que sí, en el campo. En el campo cuando iba con Adolfo, con el médico del Villarreal, para el vestuario, le dije: "Muy mal. Muy mal, muy mal". Y me dijo: "Tranquilo, tranquilo". Marcelino, la misma noche, me dijo: "Vamos a que te opere Antonio Maestro, el médico del Sporting, que es especialista en rodillas complicadas". Digo: "Sí, pero yo también quiero que Pedro Guillén e Isabel Guillén, su hija, estén, porque han estado en las dos primeras. "No te preocupes". Hablé con Maestro, Maestro había trabajado ya con Guillén, entonces entre los tres me operaron en Madrid. Y ya es casualidad, porque cuando yo me rompo con el Atlético de Madrid la primera vez, frente al Sporting, el que me mira el cruzado es Antonio Maestro, que es el que me opera la tercera. El que me dice que yo me roto el cruzado en el Molinón es Antonio Maestro, y yo no lo recordaba, pero con el paso del tiempo atas cabos y dices: "Tú fuiste el que me miró la rodilla la primera vez que me rompí".
Tuvo truco entonces esa operación, a más manos.
La verdad que me dieron una confianza terrible los tres. Me dijeron: "Tranquilo, que sólo ha sido el cruzado, que no tienes nada tocado". Y bueno, chocante verte la rodilla así después de la operación, porque estabas acostumbrado a las otras dos, pero ésta era un poco más impactante, muy inflamada, llena de cicatrices… Desagradable. Me puse a llorar ahí en plan "¿qué me habéis hecho?", pero bueno, con el paso del tiempo todo vuelve a su sitio y mira, hasta el día de hoy no he tenido ningún tipo de problema.
Esa rodilla derecha quedó reparadísima, pero en febrero de 2017 aparece en acción la hasta el momento sana rodilla izquierda, en un Villarreal-Real Madrid. Ese día estaba yo cubriendo el partido, el ataque blanco, y recuerdo la jugada perfectamente, en un remate de Benzema, ¿verdad?
Sí, remate de Benzema, da en Víctor (Ruiz) y yo en el aire tengo que hacer un doble apoyo porque el balón me supera. Yo ya me había medio lanzado al remate de Benzema, pero claro, como toca en Víctor hace como un poco una vaselina, yo me intento impulsar de nuevo y en ese impulso de nuevo noto que me he roto el gemelo. Digo: "Me he roto el gemelo, me he roto el gemelo". Me atienden y tal, pero yo no noto nada. Tampoco mi cabeza piensa que es el cruzado de la izquierda. Vamos, imposible, digo: "Esto es imposible. La derecha está bien, esto es... imposible". Sigue el juego y va a centrar Marcelo y yo intento salir. Y ahí la rodilla se me salió. Y digo: "Mal asunto". Me acuerdo de entrar al vestuario, también Laura (su mujer) bajó. Me estoy duchando y ya noto el dolor ese de cruzado, que sólo lo entendemos los que "tenemos cruzado". Es un dolor atrás, que digo: "Me han arrancado aquí algo". Y ahí me asusto. Fui en la ambulancia con mi mujer y ya le dije: "La izquierda". Y así fue.
Con 27 años y te rompes el cruzado por cuarta vez. ¿Qué te dice tu mujer?
¿Mi mujer?, que pa'lante con todo. Me acuerdo que fuimos al hospital y cuando acabó el partido se acercaron al hospital Fernando, padre e hijo, y ahí fue un subidón... Porque llegó Fernando (Roig) y me dijo: "¿Qué estamos, en febrero? Pues nada (contamos los meses) para pretemporada estás, Sergio". Y eso fue un subidón en plan "siguen confiando en mí". Entonces, oye, que te hagan ese gesto cuando estás en un momento complicado…
Pero bueno, dentro de todo, ha sido la que mejor ha ido. Y con cinco meses y poco estaba con el equipo, a los seis tenía el alta. Luego justo hay una anécdota muy graciosa, que yo lo pasé mal, pero muy graciosa. Y es que entramos en La Cerámica un prepartido y me dice Javi Calleja: "Sergio, mañana ya vas convocado". Y yo digo: "¿Sí, míster?" "Sí, sí, con el equipo, a la comida, tal". Y a los diez minutos un dolor de espalda, no me podía mover. Yo miraba a los médicos y decía: "No me lo puedo creer". Y tuve que parar un mes (por la lumbalgia).
El míster, joder, me ayudó mucho, porque esa temporada se lesiona también Andrés, el cruzado, a principio de temporada frente a la Real Sociedad. Lo estaba yo viendo en casa y dije: "Madre mía". Y jugaba Mariano Barbosa, que lo estaba haciendo espectacular, un temporadón, y de repente yo aparezco y confía en mí después de siete meses parado. Entonces, le estoy muy agradecido de esa oportunidad después de la lesión. Me dio esa oportunidad y acabé jugando toda la temporada.
Esa cuarta rotura llegó en el mejor momento de tu carrera, Sergio. ¿Fue la más dura en lo deportivo? Eras el Zamora de LaLiga, estabas yendo a la Selección, se hablaba de ti para el Mundial de Rusia, Lopetegui confiaba mucho en ti…
He sido un privilegiado por vivir todo lo que estoy viviendo en el mundo del fútbol, pero he tenido momentos puntuales donde la suerte no me ha acompañado y podría haber hecho cosas más grandes aún, me han privado de disfrutarlas, porque con la tercera de la derecha acababa de recibir la llamada de la selección con Vicente Del Bosque y había Eurocopa, que es cuando Vicente me llama y me dice: "Sergio, ¿quieres venir a entrar unos días con nosotros en la preparación y así te hago debutar? Ya que no puedes ir a la Eurocopa", porque ya estaba yendo Sergio Rico y era normal. Y digo: "Hombre, míster, vamos, voy descalzo". (Se ríe.) Había acabado la temporada, estaba aquí con Mario (Gaspar) cenando, y le digo: "Mario, me acaba de llamar Del Bosque, que si quiero ir a entrenar". "Dile que voy yo también", me dijo. Así que sí, sí, muy agradecido a Del Bosque por lo que hizo. Y luego con Lopetegui pasó lo mismo. Me recupero bien de la derecha, debuto con la Selección, hago una grandísima temporada, había ido a la selección con Lopetegui en el parón de noviembre y me lesioné en febrero. Y ahí se me cae el mundo abajo porque dices en el mejor momento de tu carrera, donde estás haciéndolo todo espectacular y te toca otra vez parar. Pero bueno, la rodilla fue bien, fue rápido y hasta hoy sin problemas.
¿En quién te apoyas en esa cuarta vez? ¿Cómo sobrellevas el volver a empezar un trabajo que te llevó nueve meses de ocho horas de trabajo diario, seis días por semana? ¿Te planteaste la retirada?
Me acuerdo que cuando me lesiono vengo a casa, ya me dan la noticia en el hospital y me tomo un Cola-Cao en la cama con mi mujer y le digo: Habrá que intentarlo, ¿no? Y me dice: "Hombre, ¡no te vas a quedar con eso roto!" Y yo digo: "Bueno, pues para adelante". A la mañana siguiente llegaron mis padres aquí y a los diez minutos, mis amigos de Valladolid. Ahí sí que tengo una reunión con ellos, estaba en el sofá con un aparato de hielo para preparar la rodilla para la operación, para que fuese lo mejor posible, y digo: "Mira, lo voy a intentar, como todas las veces. Si sale bien y salto al césped y me veo para competir como yo quiero competir, seguimos. Si no, pues es tontería seguir alargando esta historia. No hay que engañarse a uno mismo en la vida. He sido muy feliz en el fútbol, pero no me voy a arrastrar. Quiero que cuando salte a un campo se vea el mejor Asenjo posible, y si no se puede por temas físicos, pues hasta aquí".
Ellos me apoyaron, que era mi decisión, que lo trabajase, y por suerte salió bien, pero yo pensaba que como mi cuerpo se había adaptado al cruzado de la derecha, ¿qué hago si me lesiono la izquierda? Son tonterías que piensas. Ese discurso no tiene ningún sentido, pero yo pensaba "a ver ahora con la izquierda, cómo lo hago, tal…" Pero fue todo tan bien, tan rodado, que no me dio tiempo a pensar en "no voy a estar bien". A los tres o cuatro meses me vi muy bien y dije: "Yo creo que voy a seguir compitiendo al máximo nivel. Entonces, ya esa teoría mía de "a ver qué va a ser de mí" se difuminó al tercer o cuarto mes.
El trabajo físico dio sus resultados y también el psicológico, aunque tú mismo te encargaste de eso, pero tengo entendido que en ninguna de tus lesiones has recurrido a ayuda psicológica. Tampoco en ésta, a pesar de la repetición.
No, nunca. La he tenido en mis manos, pero no, me he sentido capaz de una lucha diaria contra mí mismo, de trabajarlo, de ser muy fuerte de cabeza, pero sí que entiendo que se utilice, que para eso está. Creo que también el mundo de la portería es mucho de eso. He tenido mis conversaciones con mi mujer, con mis padres, momentos buenos, momentos malos. A lo mejor no quería preocupar a mis padres y llamaba a mi mejor amigo. Me he ido apoyando en mi gente. Médicos, fisios, a esos les he taladrado la cabeza. Me acuerdo trabajando con Jordi Vives (readaptados del Villarreal), que me decía: "Esto para mí sí que es un máster, trabajar contigo tantos meses…" Porque yo tengo mucho carácter y a veces si lo puedo tener ya, lo quiero ya. Entonces, yo le decía a Jordi que quería trabajar esto o lo otro y él me decía: "Que no puedes, espérate un poco". Y ahí teníamos nuestros más y nuestros menos, pero ahí se hizo una relación muy bonita para toda la vida. Y celebraba los pequeños logros. A lo mejor venía un día y le decía a Laura que empezaba a saltar un poco. "Hoy prepara una cena que hoy he empezado a saltar". O "mira, que me puedo agachar ya de cuclillas". Tonterías, pero que te ayudan a sobrevivir, porque son tantos meses que si no te agarras a esos pequeños éxitos diarios, te vienes abajo, es normal.
¿Has calculado alguna vez los meses o días que has estado recuperándote de tus rodillas?
No, no, no lo he calculado. Habría unos cuantos, unos cuantos.
Me gusta lo que has dicho, que la portería quizá te ha ayudado en esa recuperación que tiene de especial un portero también. Viniendo hacia aquí me recordaba Salva (mi compañero cámara) una frase que te ha escuchado preparando la grabación, que el portero vive siempre al límite, al borde del precipicio...
Sí, en la profesión de portero vives en una delgada línea toda tu vida entre el acierto y el error y tienes que ser muy fuerte mentalmente para asumir ese rol. Y el mundo de la portería es soledad. Estás 90 minutos y a lo mejor no tocas un balón, pero a lo mejor lo tocas en el minuto 94 y tienes que pararlo. Entonces, hay que estar muy fuerte mentalmente para estar preparado, para no salirte del partido, yo siempre me he dicho muchas frases: "Venga, Sergio, tal. Vamos, venga", para animarme a mí mismo. Entonces, una lesión es estar solo con tu recuperador. No puedes meterte en conversaciones de vestuario porque no has salido a entrenar, porque no sabes quién le ha tirado un caño a uno, quién le ha metido un gol por las escuadra, no sabes nada. Estás un poco en tierra de nadie.
¿Y de dónde sacaste tú las fuerzas?
Es una forma de vivir. Ahora a mis hijas les intento transmitir eso. Son pequeñas, pero que hay que luchar, hay que trabajar, hay que hacer las cosas. Que si desordenan la habitación la tendrán que ordenar ellas. A mí mis padres también me transmitieron eso: fuerza, lucha, trabaja por lo que quieres, no tires la toalla. Todas las cosas que luego te sirven en el fútbol y en la vida. Entonces, yo siempre he intentado guiar mi vida en ese sentido. No buscar culpables, intentar sacar las cosas por tu cuenta.
¿Guardas algún recuerdo físico, material, de tus lesiones?
Pues mira, con la mudanza de la casa he encontrado dos muletas abajo, que ahí están porque no las voy a tocar. Ya las puede tirar Laura o cuando vengan mis padres porque yo no las pienso tocar. Recogiendo cajas y ordenando un poco el garaje he visto las dos muletas que recuerdo que eran de la última lesión, porque eran azules. Las usé un mes, un mes y medio. Pero vamos, que no quiero acercarme a ellas.
Te repusiste de nuevo con todo ese trabajo de la cuarta lesión. ¿Cómo recuerdas tu vuelta? Porque tú venías de ser absolutamente indiscutible en el Villarreal, pero es cierto que pasan las temporadas, llega el Rulli y ahí empieza un poco el cambio de rol para ti, ¿no?
Sí, la verdad es que me recupero, prácticamente juego todo y es lo que te digo, llega Emery, el primer año 37 de 38 partidos, creo que fue el año que más partidos jugué de Liga, y luego, el siguiente año, mi último año de contrato, el míster me dice que ese año va a apostar por Gero. Una conversación muy sana, muy sana. Emery es un hombre de fútbol. En el fútbol hay que tomar decisiones, y si te las tomas mal, pues no estés en esto. Fue una conversación muy positiva, porque encima nos juntamos Emery, Fernando y Llaneza para ver cuál era la mejor decisión tanto para el club como para mí. Ellos no querían que yo saliese mal del Villarreal, por favor.
Entonces, sí que es verdad que buscamos si había alguna oportunidad buena, pero dentro de mí pensaba que quería seguir, quería disfrutar de este año, y ya luego quedas libre y Dios dirá, ya se tomarán decisiones. Pero tenía contrato en el club que me ha dado todo, íbamos a jugar Champions, me encontraba a gusto, mi familia a gusto. Dije: "Mira, Fernando, soy muy feliz aquí, quiero cumplir mi contrato y ayudaré al equipo en todo lo que pueda", y Fernando y me dijo: "Te respeto. Es tu casa, lo cumplirás", y así fue. Fue un año increíble, con semifinales de Champions. Yo jugué menos pero me sentí totalmente partícipe, llevaba nueve años peleando por hacer cosas grandes en el Villarreal. Y la verdad es que con Gero una relación impresionante también, trabajamos los dos por el bien del equipo y al igual que yo el primer año lo jugué prácticamente todo, luego lo jugó él. Oye, es fútbol, pero fue un año muy bonito, lo recuerdo la verdad que increíble.
Bonitas fueron esas semifinales de Champions y aún más el primer título del Villarreal la temporada anterior, ¿no? Ganasteis la Europa League.
Sí, después de tantos años aquí, con todo lo que han hecho por mí, poder conseguir o estar en esa plantilla de la primera Europa League del Villarreal, del primer título, pues es un orgullo tremendo. La verdad que esos dos años con Emery fueron buenos.
¿Cómo asume uno que su rol como portero titular se acaba? ¿Te ayudó a llevarlo mejor el agradecimiento que tú sentías por el Villarreal?
A lo mejor con 22 años te lo tomas de otra manera. Cuando llevas toda la vida en esto, pues asumes que hay situaciones que se pueden dar y el mundo de la portería es así, juega uno. En el minuto veinte no sale el otro. Entonces, lo asumí con naturalidad, me vi muy respetado por el cuerpo técnico, por el club, el presidente. Cuando tú sientes ese respeto de una entidad como el Villarreal, yo sólo puedo estar agradecido y ayudar cuando me toca. Emery me iba dando partidos. Fue un año que se dio así, pero que lo recuerdo como increíble.
En ese verano de 2022 ya se finaliza tu contrato con el Villarreal, decides volver a casa, como hablábamos antes, a Valladolid. ¿Qué consejo le daría el Sergio Senjo actual al chaval que había salido precisamente de allí, de Valladolid?
No sé qué consejo, porque yo creo que en aquella época se disfrutaba más el fútbol, la esencia del fútbol. Ahora está todo monitorizado, todo es en plan alta intensidad, GPS, tienes que correr más… Todos como máquinas. En aquella época yo me acuerdo, en mi caso, que era disfrutar, era salir al Zorrilla y comerme el mundo. Y tengo 18 años y no veo más allá que parar el balón. Y ahora me he hecho mayor, soy padre, tengo 34 años y ya en la cabeza tienes muchas más cosas que las que podías tener con 18.
¿Sientes entonces que los jugadores habéis pasado de ser futbolistas a ser máquinas? ¿Estáis un poco robotizados?
Yo creo que sí, pero también por nuestro bien. Yo creo que ahora se analiza todo, todos los esfuerzos, intentando evitar lesiones, aunque con el calendario que hay es prácticamente imposible. Hay muchos profesionales que se han incorporado al mundo del fútbol que hace veinte años no estaban. Sólo ver a un preparador con una tablet en un campo de fútbol viendo lo que hace cada jugador en directo, viendo que a lo mejor ese jugador ya ha hecho suficientes metros a alta intensidad, que se puede lesionar, pues eso es bueno para el jugador, pero también pierde un poco la esencia de lo que era en su día el fútbol.
¿Qué era?
Afición, jugadores… y fútbol. Ahora pues ha cambiado todo un poco.
¿Eres consumidor? ¿Cómo lo ves ahora desde el otro lado?
A mí me encanta el fútbol y todo lo que puedo lo veo y lo comento con mi padre, con mis amigos. Me encanta el fútbol y me encantará siempre. Ahora estoy en un momento de mi carrera diferente totalmente, adaptándome, porque esto puede cambiar con una llamada. Pero fines de semana, la Champions… Cuando hay tiempo y las niñas me lo permiten sí que me gusta sentarme a ver el fútbol.
¿Cuándo quieres adaptarte o no a la nueva situación? Porque en verdad estás pensando en volver a jugar al fútbol...
No, no, no. Lo menos posible. Ojalá sea ayer antes que hoy. Me siento muy bien. He limpiado la cabeza estos días que han sido complicados y me siento preparado. Estoy trabajando muy duro para que físicamente esté lo mejor posible por si parece una oportunidad apetecible o una experiencia bonita. Pero es complicado después de tantos años en esto de repente no tener horarios, no estar en un grupo de un equipo de WhatsApp, pero he intentado marcarme una rutina como si estuviera en activo. Me levanto a las siete y media, ayudo a mi mujer con las niñas para ir al colegio, me voy a entrenar a las ocho y media, trabajo una hora, hora y cuarto y luego descanso. Y por las tardes suelo hacer más aeróbico, o bici o carrera, para estar lo mejor posible.
¿Qué buscas de un proyecto ahora? ¿Qué tendría que tener el proyecto para decir: 'Asenjo tiene nuevo equipo'?
Que el equipo que me llame automáticamente mi cabeza diga "es este". He recibido ofertas, pero no creo que en este momento de mi vida me aporten demasiado. Entonces, ojalá aparezca ese proyecto donde mi cabeza haga clic y llame a Laura y le diga: "Nos vamos". Pero bueno, ahora no ha aparecido, ojalá sea pronto, porque me siento con mucha ilusión de seguir compitiendo, me veo bien y ojalá sea pronto.
Ahora que imaginas que tienes tiempo para hacer balance de tu carrera, ¿hay alguna decisión, algún momento en el que digas, me equivoqué? ¿O algo que hubieras cambiado?
Yo es que no me arrepiento de las decisiones que tomo. A veces salen bien, a veces salen mal, pero eso es la vida. Yo las tomo siempre convencido de que es la mejor. A veces las cosas no salen como uno quiere. Hay tantas variantes que es imposible acertar. Pero todo lo que he hecho en mi vida ha sido convencido de que era la mejor decisión; la mejor decisión para mi familia y la mejor decisión deportiva. Me quedo siempre con todo lo bueno de los sitios en los que he estado.
Y dentro de lo bueno, ¿cuál es ese momento, esa imagen que más te llena de orgullo de toda tu carrera? ¿Ese momento en el que piensas "qué bien lo he hecho"?
Siempre te viene el debut con el Valladolid. 18 años, frente a 25.000 personas coreando tu nombre, de la cantera, encima ganas, haces un buen partido. Es imposible olvidarlo. Pero bueno, luego ya pasa el tiempo y cuando sufres tanto con las rodillas, te llama la Selección, te llama Del Bosque y te hace debutar, pues eso es un momento único. Ahí lo tengo enmarcado, mi camiseta, mis botas y mis guantes para que no se me olvide de por vida.
Sí, nos hablabas de ese momento de Del Bosque.
Sí, fue en la concentración previa a la Eurocopa. Había muchos jugadores que estaban disputando la final de la Europa League y la final de la Championss. Faltaba Casillas, faltaba Sergio Rico y faltaba De Gea. Estábamos ahí entrenando y había un partido que era contra Bosnia y Vicente me dijo que quería hacerme debutar porque me lo merecía, porque estaba yendo a la Selección y justo me había lesionado y quería... Fue un un momento increíble.
Bonito detalle, bonitas palabras de Del Bosque. Oye, y sácanos de dudas, ¿qué te dijo Cristiano después de un partidazo tuyo en un 1-1 contra el Real Madrid?
Le pedí la camiseta y él me dijo: "Sí, hombre, claro, te la doy ahora". Eso fue. Mucha gente me ha preguntado. Le pedí la camiseta y la tengo dedicada, en casa. Siempre se ha portado muy bien conmigo y qué decir de Cristiano (se ríe), un fuera de serie.
Aunque ese día se acordaría más él de ti que tú de él. Vaya partido hiciste, las que le paraste...
Es de esos momentos de tu carrera en que lo paras todo, que estás inspirado, que aciertas, que la rozas con la bota y se va fuera. Los porteros somos de rachas. Es imposible estar al máximo nivel diez años. Sí, hay porterazos que tienen una regularidad tremenda, pero yo creo que en ese momento era donde mentalmente, físicamente y todo estaba todo tan bien enlazado que me salía siempre bien. Y se la pedí para tenerla de recuerdo, "para unas cuantas que le he parado aquí en el Bernabéu, hay que tenerla de recuerdo". (Risas.)
¿Y en la otra cara de la moneda? Algún día que digas "madre mía, este gol lo tengo grabado..."
A ver, me acuerdo con Joaquín, esa indecisión en el Pizjuán. No nos comunicamos bien y pasó lo que pasó. Pero bueno, lo veo más como un infortunio, una mala comunicación, que un error. Sí, acaba en gol, es fútbol. Me acuerdo de un regate que hice a Santi Mina en un Villarreal-Valencia. Me presiona Santi Mina. Ya me dijo el preparador de porteros, Jesús Unanua: "Ten cuidado, que presiona muy fuerte", y yo como siempre tenía ese tira y afloja con Jesús, la recorté y me la quitaron. Y bueno, quedas un poco retratado.
¿Cuánto te ha dado el fútbol, Sergio?
La vida. Amo lo que hago. Si no me gustase tanto, no habría aguantado todo lo que he aguantado por seguir compitiendo. Amo la portería y por eso quiero seguir compitiendo. Porque lo más fácil sería "oye, hasta aquí. Lo he hecho todo, una carrera creo que decente". Pero quiero seguir compitiendo, me siento bien, me siento preparado. Mi hija me dice: "¿Cuándo vas a entrenar?" Porque no ata todavía que estoy sin equipo, no lo ha asimilado. Tiene tres años y medio y me dice: ¿Hoy no entrenas, papá? O, ¿cuándo vamos a ir a verte? Ojalá salga pronto porque me siento preparado y con mucha ilusión de seguir al máximo nivel.
Estamos terminando, pero no quiero no preguntarte por Raúl García, que antes lo nombrabas. Entre las dedicatorias qyuete pusieron cuando te despediste del Valladolid en redes la de Raúl fue muy bonita. Él te llama hermano. Tú tienes una hermana pero no sé si de alguna manera él es el hermano que te ha dado el fútbol.
Sí, sí, sí. Yo lo digo, que es como un hermano para mí. Me ayudó muchísimo en la Sub-21, me ayudó muchísimo al llegar a Atlético de Madrid. Prácticamente vivíamos juntos. Estábamos los dos solteros, 20 años y 23. Hacíamos vida juntos, parecíamos una pareja. Me decían: "Parecéis novios los dos". Y yo: "Pues puede ser, yo qué sé". (Se ríe). Siempre se ha portado increíble, su familia igual, siempre ha estado muy pendiente de mí… Y qué decir de Raúl, la carrera que está haciendo, está a pocos partidos de ser el jugador con más partidos disputados en LaLiga, así que ya le he dicho: "Tira adelante, tira adelante, que quiero que tu nombre quede ahí en lo más alto". Hablamos a menudo. El otro día me llamó para ver mi situación y también me transmitió tranquilidad, que son cosas que pasan. Hablar con gente de fútbol y que te transmita tranquilidad también es bueno en estos momentos y esa conversación que tuve con él me ha dado como un empujoncito para para adelante.
¿Qué te dicen tus padres?
Que la decisión es mía, que he trabajado mucho y que lo que haga, bien hecho está. Que nadie me ha regalado nada, que me ha costado mucho ser quién soy. Que están orgullosos de mí. Está claro que ver a su hijo tantos años en Primera división, superando lo que ha superado y a día de hoy que siga entrenando sin equipo y currando y peleando por seguir en esto, que un padre diga eso, pues ¿qué más puede pedir un hijo? Y que si sale algo que me apetece, que pa'delante, y si no, pues a disfrutar de la vida, que es muy bonita.
https://www.relevo.com/futbol/futbol-dado-vida-porteria-quiero-20230925195256-nt.html