¿Recordáis un ambiente así en Zorrilla? Todo lo que se vivió desde antes del partido, las caras, la ilusión en cada mirada, las ganas de morder, la disposición total a entregarse con lo que fuera a los colores, daba igual una bufanda noventera guardada el fondo del armario, que una bandera nueva, o la camiseta de Kelme... Lo importante era estar enchufado con el equipo y ser el jugador número doce, creando un ambiente único.
Si tuviésemos un estadio cerrado, sin los graderíos de las tribunas tan abiertos en el ángulo de inclinación, y el fondo sur cerrado, Zorrilla, cuando el equipo lo necesita, sería una caldera a reventar. Aún con el estadio que tenemos, lo de ayer hace que se ponga la piel de gallina sólo de recordarlo: colorido, presión ambiental, animación...
Esto es Pucela, no te equivoques.