Yo le doy de margen hasta el sábado. No más. E incluso de ganar seguiría cuestionado para los partidos ante Mirandés y Sabadell. Todo lo que no sea un 9 de 9 significaría dilapidar las escasísimas opciones de ascenso directo que tenemos y de paso complicar la tercera posición de cara a un hipotético play-off; y por supuesto un equipo que es incapaz de ganar a Albacete, Mirandés o Sabadell en su estadio, tampoco va a serlo de ganar a la Ponferradina, la Llagostera, el Zaragoza o el que se clasifique sexto (y esto siendo optimistas de quedar terceros).
¿La plantilla? Nos hemos librado de mantas como Larsson, Rama, Heinz, Mitrovic o Bergdich en el invierno, pero nos hemos quedado con lastres como Omar o Peña, jugadores que no les da la gana dar un mínimo de nivel como Jeffren u otros como Sastre que dan para lo que dan. Hablábamos de 20 ó 21 jugadores pensando en contar con el filial, un filial en el que tenemos jugadorazos como Xavi Carmona, Jorge Hernández, Toni, Anuar o Ayub, y nuestro querido Rubi es tan cagueta como Juan Ignacio, con la diferencia de que JIM no venía predicando que él quería contar con el filial y tal.
Un fantasmón. Que si salir desde el primer momento a por los partidos, que si marcar un gol e ir a por otro, que si juego combinativo, que si toque, que si mamarrachadas.
El equipo en los más de 30 partidos que hemos jugado habrá variado como siete u ocho veces de estilo de juego. Nada tiene que ver el Real Valladolid de la jornada 1 con el de la jornada 10 (lógico por otra parte, porque en diez jornadas se está empezando a coger automatismos y demás); pero es que el de la jornada 10 tampoco se parece al de la 12, ni al de la 18 y mucho menos al de la 31.
Creo que cada partido hemos visto un equipo diferente, unos días una roca atrás con una nula eficacia arriba que acababa empatando con Ponferradina o Betis en casa a 0 porque era incapaz de concretar ocasiones, otras veces como en Alcorcón logrando victorias de líder, otras como en Mallorca o Santander marcando cinco goles en cuatro disparos, otras como contra el Sporting dominando el partido de cabo a rabo, ¿y?; todo eso ahora es un fantasma. Las últimas derrotas como visitante y ante el Albacete han convertido al equipo en una sombra de los escasos buenos momentos que ha atravesado. Un grupúsculo de 11 jugadores deambulando sobre el césped, sin intensidad, sin motivación, sin ninguna profesionalidad, faltando el respeto a los aficionados que día tras día tenemos que aguantar la misma mierda. Y hay un principal responsable, un tipo sin carácter alguno que les deja a estos hacer lo que les dé la gana, y cuyas mejores soluciones en partidos atascados han sido balones a Mojica y que corra por la banda. Un tipo que comete los mismos errores con jugadores como Omar, como Chus Herrero, como Jeffren o como Peña, que es incapaz de mirar abajo para darle la oportunidad a medio Promesas, que darán más la talla que estos gañanes.
La plantilla no es mala. Compara con la de Sporting, Girona, Ponferradina o Zaragoza, que son el resto de equipos de play-off. Ya les gustaría tener a Hernán Pérez, a Óscar González o a Álvaro Rubio. ¿Cuál es el problema de la plantilla?, la grandísima decepción que está siendo la temporada de jugadores como Óscar Díaz, Peña, Omar, Sastre, Jeffren y el pésimo nivel que de aquí a varias jornadas vienen dando Marc Valiente, Rueda, André Leão o Pereira. Y encima Rubi es incapaz de darse cuenta de estas cosas, de buscar alternativas, de dar oportunidades a otra gente y mucho menos de sacar rendimiento a más del 70% de los jugadores.
Un inútil de entrenador y una panda de acomodados es lo que tenemos. Con la actitud que venimos viendo obviamente somos carne de play-off, pero a este ritmo nos clasificamos quintos y palmamos en El Molinón o en Gran Canaria. Falta de oportunidades para asaltar el ascenso directo y el liderato no hemos tenido... así pues a ver con qué nos deleitan de cara a la jornada 42.
Espero que la vuelta de Roger dé otro aire al equipo y mande al banquillo a alguno del club de los acomodados. Y de paso que cierto cabezón deje de marginar al único jugador del equipo que es capaz de darle un poco de sentido al juego del equipo.