Herrera, límite un año
El fútbol tiene estadísticas, pero no memoria. Héroes y villanos cambian cada fin de semana al albur de los resultados. El éxito y el fracaso, como el amor, son eternos... mientras duran.
Sólo desde el prisma de vivir sobre el alambre puede comprenderse lo ocurrido con Paco Herrera, cuya fecha de caducidad como entrenador blanquivioleta, de no mediar sorpresa, es el 30 de junio.
El mismo entrenador al que se ofreció la ampliación durante meses, se jugó el puesto en Alcorcón, sólo cuatro semanas después de la última proclamación desde la entidad de su deseo de renovar los votos. Herrera salvó la bola de partido, pero no lo ganó. Aunque quizá su deseo sea firmar las tablas, actitud imposible en el tenis, pero no en el fútbol.
Desde esta última crisis de resultados (dos victorias, dos empates y cuatro derrotas en los últimos encuentros), cuenta con tan pocas ganas de seguir como el club de que siga. Así de rotundo.
El acuerdo en este sentido es total, aunque sea tácito. Mientras el Real Valladolid cuente con la esperanza matemática de entrar en la promoción, nadie en Zorrilla va a hablar de este tema.
Ambas partes son conscientes de que el equipo no funciona. No es ningún secreto que desde las oficinas se esperaba mucho más de la experiencia de Herrera, forjador de equipos como Las Palmas y Celta, que ascendieron, además de extraer jugadores de sus canteras.
La decepción no sólo la aporta la clasificación, sino sobre todo la inexistencia de un estilo definido de juego y de un equipo que compita y sea constante e intenso. Nadie niega el trabajo y la profesionalidad del míster, pero sí el rendimiento obtenido.
No sólo se ha quebrado el crecimiento del equipo desde que comenzó la segunda vuelta, sino que el colectivo parece pasar por un proceso de deconstrucción que recuerda lo sucedido el año pasado. No en cuanto a actitud de los futbolistas pero sí en lo tocante al juego. De hecho el actual conjunto pucelano lleva dos puntos menos que el desastroso de la 16-17, a estas alturas de temporada.
En contra de lo que suele ser habitual, Paco Herrera no cuenta con una opinión muy diferente a la de sus superiores sobre el comportamiento deportivo del equipo. Es el primero que sabe que su Real Valladolid está muy lejos de lo que él desea. Un hecho que le tiene muy frustrado, según aseguran personas próximas a él, que hablan de sus intentos baldíos de reflotar sin éxito el juego pucelano y la desazón que le provoca no lograrlo.
El extremeño se ha encontrado en un escenario desconocido en lo deportivo. Triunfó en Segunda con gallegos y canarios, y en Zaragoza le hizo la cama el director deportivo, que provocó su destitución. Nada parecido a lo de ahora.
Pero hay otro asunto que pesa en la decisión del míster: los pitos e imprecaciones de parte de la afición. Pese a su experiencia, es muy sensible en este aspecto y además se trata de un escenario nuevo para él. Sabe que no puede continuar en contra de un cada vez mayor porcentaje de seguidores.
Sólo existe una forma de prolongar este matrimonio: que el Real Valladolid logre en estos once partidos conformar un estilo de juego y meterse en promoción. Esta última condición no sólo se la plantea el club, que perdería dos millones si queda por debajo del sexto puesto, sino también el técnico, que lo consideraría un fracaso.
Las relaciones personales son sin embargo inmejorables. En Zorrilla valoran que Herrera no se comprometiese en verano con otros clubes (Levante incluido) que le ofrecían más dinero, por haber dado antes su palabra al Real Valladolid. También se aprecia que el míster no se tirase en plancha para renovar cuando se le ofreció, porque era el primero que no veía claro el discurrir de su equipo. Si pospuso su decisión es porque intuía lo que está ocurriendo.
http://www.diariodevalladolid.es/noticias/deportes/herrera-limite-ano_82992.html
- Sólo un cambio total en el estilo de juego y la disputa de la promoción pueden evitar su adiós en junio
- Ni el entrenador ni el club son proclives a la renovación del contrato
El fútbol tiene estadísticas, pero no memoria. Héroes y villanos cambian cada fin de semana al albur de los resultados. El éxito y el fracaso, como el amor, son eternos... mientras duran.
Sólo desde el prisma de vivir sobre el alambre puede comprenderse lo ocurrido con Paco Herrera, cuya fecha de caducidad como entrenador blanquivioleta, de no mediar sorpresa, es el 30 de junio.
El mismo entrenador al que se ofreció la ampliación durante meses, se jugó el puesto en Alcorcón, sólo cuatro semanas después de la última proclamación desde la entidad de su deseo de renovar los votos. Herrera salvó la bola de partido, pero no lo ganó. Aunque quizá su deseo sea firmar las tablas, actitud imposible en el tenis, pero no en el fútbol.
Desde esta última crisis de resultados (dos victorias, dos empates y cuatro derrotas en los últimos encuentros), cuenta con tan pocas ganas de seguir como el club de que siga. Así de rotundo.
El acuerdo en este sentido es total, aunque sea tácito. Mientras el Real Valladolid cuente con la esperanza matemática de entrar en la promoción, nadie en Zorrilla va a hablar de este tema.
Ambas partes son conscientes de que el equipo no funciona. No es ningún secreto que desde las oficinas se esperaba mucho más de la experiencia de Herrera, forjador de equipos como Las Palmas y Celta, que ascendieron, además de extraer jugadores de sus canteras.
La decepción no sólo la aporta la clasificación, sino sobre todo la inexistencia de un estilo definido de juego y de un equipo que compita y sea constante e intenso. Nadie niega el trabajo y la profesionalidad del míster, pero sí el rendimiento obtenido.
No sólo se ha quebrado el crecimiento del equipo desde que comenzó la segunda vuelta, sino que el colectivo parece pasar por un proceso de deconstrucción que recuerda lo sucedido el año pasado. No en cuanto a actitud de los futbolistas pero sí en lo tocante al juego. De hecho el actual conjunto pucelano lleva dos puntos menos que el desastroso de la 16-17, a estas alturas de temporada.
En contra de lo que suele ser habitual, Paco Herrera no cuenta con una opinión muy diferente a la de sus superiores sobre el comportamiento deportivo del equipo. Es el primero que sabe que su Real Valladolid está muy lejos de lo que él desea. Un hecho que le tiene muy frustrado, según aseguran personas próximas a él, que hablan de sus intentos baldíos de reflotar sin éxito el juego pucelano y la desazón que le provoca no lograrlo.
El extremeño se ha encontrado en un escenario desconocido en lo deportivo. Triunfó en Segunda con gallegos y canarios, y en Zaragoza le hizo la cama el director deportivo, que provocó su destitución. Nada parecido a lo de ahora.
Pero hay otro asunto que pesa en la decisión del míster: los pitos e imprecaciones de parte de la afición. Pese a su experiencia, es muy sensible en este aspecto y además se trata de un escenario nuevo para él. Sabe que no puede continuar en contra de un cada vez mayor porcentaje de seguidores.
Sólo existe una forma de prolongar este matrimonio: que el Real Valladolid logre en estos once partidos conformar un estilo de juego y meterse en promoción. Esta última condición no sólo se la plantea el club, que perdería dos millones si queda por debajo del sexto puesto, sino también el técnico, que lo consideraría un fracaso.
Las relaciones personales son sin embargo inmejorables. En Zorrilla valoran que Herrera no se comprometiese en verano con otros clubes (Levante incluido) que le ofrecían más dinero, por haber dado antes su palabra al Real Valladolid. También se aprecia que el míster no se tirase en plancha para renovar cuando se le ofreció, porque era el primero que no veía claro el discurrir de su equipo. Si pospuso su decisión es porque intuía lo que está ocurriendo.
http://www.diariodevalladolid.es/noticias/deportes/herrera-limite-ano_82992.html