Hoy recordamos... las vidas paralelas de Fortes y Díez
Ambos jugadores ganaron la Copa de La Liga con el Pucela y también coincidieron en el Espanyol


Francisco Javier Díez Fortes-Diez

El baúl de los recuerdos del fútbol almacena historias curiosas, inverosímiles o coincidencias que, con el paso de los años, resultan más llamativas. El Real Valladolid guarda multitud de ellas. Relatos de jugadores y entrenadores que forjaron su historia y cuya impronta también brilló en otros clubes patrios. De ahí que huelgue recordarlas, pues una mirada al pasado siempre ayuda a entender mejor el presente.
Es el caso de nuestros protagonistas de esta semana, ambos campeones de la Copa de La Liga con el Real Valladolid (1984) y exjugadores también del Espanyol de Barcelona, rival de los blanquivioleta para este sábado (13,00 horas, RCDE Stadium) y el equipo en el que coincidieron por vez primera antes de recalar en 1982 en el Real Valladolid, club que ambos abandonarían en 1984. Se trata de los extremos Paco Fortes y Javi Díez, quienes nacieron en el mismo año (1966) y anotaron el mismo número de goles en competición liguera a lo largo de su carrera (27), según rezan los almanaques.

Eso sí, sus trayectorias y sus cualidades futbolísticas, a pesar de toparse en Barcelona y en Valladolid, guardan algunas diferencias. Javi Díez (Villanubla, 16 de diciembre de 1955) fue un extremo derecho de “buena zancada, fuerza y velocidad”, según rememora en conversación telefónica él mismo. “Cuando ponía el turbo, solo se paraba en el aeropuerto”, añade Paco Fortes, quien además destaca, también por el celular, la “gran profesionalidad” del vallisoletano.
Un extremo diestro que saltó del equipo de su pueblo (Villanubla) a la primera plantilla del Real Valladolid en 1974 y para enrolarse en sus filas por cuatro temporadas antes de hacer el macuto y fichar por el Espanyol de Barcelona después de que se truncase su pase al Atlético de Madrid.

Mismamente, el momento del debut es uno de los que guarda con más cariño de aquella primera etapa como blanquivioleta, junto con una victoria ante el Real Zaragoza en la que marcó dos de los cuatro goles del equipo. Una actuación que, junto a otras, propició que otros equipos se fijasen en él tras cuatro temporadas en Segunda con el Real Valladolid y dieciocho goles. Al final fue el Espanyol de Barcelona el que se llevó el gato al agua.
Del club barcelonés recibió “un trato muy agradable”, subraya Díez, quien sobre todo recuerda su primer año, en el que deslumbró al inicio con su despliegue. Sin embargo, una lesión en el recto anterior y la llegada de José María Maguregi acabaron con Díez cedido por una temporada en el Rayo Vallecano. En su cuarto y último año tuvo una presencia testimonial y por ello regresó al Real Valladolid.

Parte de “culpa” la tuvo Fortes, pues desde la 1979-1980 le tocó pelear la titularidad del flanco derecho del Espanyol de Barcelona con él. Un futbolista que Díez analiza como “muy temperamental y muy virtuoso, con un gran regate en corto”. “No éramos los mejores amigos, pero sí que teníamos una buena relación de compañeros”, puntualiza.
Sin embargo, no se podía creer que el extremo barcelonés también le fuese a plantear competencia por la titularidad una vez ambos se movieron a orillas del Pisuerga en el verano de 1982. “Esto no se acaba nunca”, llegó a pensar el vallisoletano cuando supo del cambio de Fortes, aunque ambos tuvieron harto complicado hacerse con un hueco en el once al tener delante a dos “intocables” como Yáñez y Silva, dos de los estiletes de aquel legendario conjunto.

“Teníamos muy pocas opciones. En mi primer año del regreso sí jugué más y recuerdo que lo hacía más de marcador, como cuándo me tocó seguir a Gordillo en un partido contra el Real Betis. La final de la Copa de La Liga me la perdí por una lesión en el pubis de la que me operé antes de fichar por el Palencia”, relata el exjugador vallisoletano con pena.
Díez, que jugó otras dos temporadas en el conjunto palentino y otra, la de su retirada, en el Banyolas, aseguró que le hubiese gustado labrarse una carrera como entrenador, pero por diferentes vicisitudes no le fue posible y ahora trabaja como agente de seguros. También reconoce que detesta algunos asuntos extradeportivos que rodean al deporte rey, los cuales, a la postre, han sido los que le han ido separando paulatinamente del mismo.

La aventura maravillosa de Fortes
Un ácido regusto parejo con el que llevó a Paco Fortes (Barcelona, 4 de enero de 1955) a abandonar su faceta de técnico años después de su retirada, la cual le llegaría en el SC Farense portugués, equipo en el que recaló tras abandonar el Real Valladolid y al que también comandaría como entrenador desde 1988 y hasta ascenderlo a Primera División, clasificarlo para una final de Copa y para la Copa de la UEFA.
Punto álgido de su periplo luso, el cual tuvo estadías en otros equipos como el Imortal DC, el Uniao de Lamas, el SC Farense, de nuevo, y el Pinhalnovense, al que también regresaría después de una temporada dirigiendo al Rajah de Casablanca Marroquí. En el 2008 decidió poner punto final a su vínculo profesional con el fútbol.

Una relación amor-odio que se inició en el filial del FC Barcelona para luego debutar con el primer equipo en Primera División en la campaña 1975-1976, donde maravilló hasta el punto de ser llamado con la selección española, con la que jugaría su primer y único partido en un clasificatorio para la Eurocopa de 1976 ante Rumanía (2-2).
Militó en las filas blaugranas por tres cursos más (con una cesión al Málaga entre medias), para, en la 1979-1980, desembarcar en el Espanyol de Barcelona, donde coincidiría con Díez hasta que en 1982 se mudase a Valladolid, una ciudad de la que aún guarda un excelente recuerdo.

“Fue una aventura maravillosa. Era la primera vez que salía de Cataluña y la verdad es que fueron unos años espléndidos por la ciudad, por los grandes amigos que hice y la Copa de la Liga que conquistamos, que fue algo impresionante. Tuve la suerte de poder hacer un gol en la prórroga. Teníamos un grupo fantástico al que me adapté muy bien. El campo aquel día estaba impresionante y es cierto que la ciudad se volcó con nosotros”, narra Fortes con inusitado entusiasmo.
Y es que todavía se le hace la boca agua cuando piensa en el Lechazo, los torreznos o las interminables partidas de mus. “Qué difícil era mantener el peso, pero si estás en Valladolid, con lo bien que se come, hay que pecar”, bromea el exjugador antes de prometernos una visita a Zorrilla cuando su trabajo en el Puerto de Barcelona y los eventos con la Agrupación de Veteranos del FC Barcelona, con la que está muy involucrado, se lo permitan. Lo hará con una de sus hijas, quien, según sentencia, tiene el “orgullo de decir que es pucelana”.

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