Pasión Violeta
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Hoy recordamos a... Sergio Pachón
El exdelantero, sempiterno héroe del Getafe, ensalza los valores que acunó a orillas del Pisuerga


Valentín Sergio Pachón Pachon

A Sergio Pachón (Madrid, 5-2-1977) se le disparan solas las palabras al rememorar su etapa blanquivioleta. El exdelantero madrileño, que también pasó por las filas del Leganés, el Getafe, el Rayo, el Cádiz y el Fuenlabrada, con el que se retiró a los 39 años, recoge con mucho cariño sus tres años y medio en el Real Valladolid, donde aprendió la fortaleza de la unión y la humildad, al tiempo que acumuló experiencias que, según dice y a la larga, han sido las causantes de que haya tenido una “extensa carrera”.
El hilo telefónico no esconde el caudal de sentimientos que fluye al echar la vista casi veinte años atrás, cuando, con 21 años, pasó de actuar con el Leganés en Segunda División a hacerlo con el Real Valladolid en Primera. Un sueño hecho realidad que Pachón jamás pensó que fuese a materializarse cuando tres años antes se batía el cobre en plazas más enfangadas.

“Fue todo muy acelerado. No te das ni cuenta. Pasas de jugar en Regional siendo juvenil con el equipo del barrio a debutar en Primera. Yo no me lo creía y encima el Valladolid un equipo histórico que tenía en su plantilla a jugadores con más de 300 partidos en Primera, como Eusebio o Caminero. No es que me viniese arriba, pero recuerdo coger todo con muchas más ganas. Yo jugaba por hacerme un hueco y debutar en Primera era algo más que un sueño. No lo dudé”, detalla.

Los 19 goles que marcó en 26 partidos con el Leganés fueron su salvoconducto hacia la élite. El Real Valladolid, que presidía por aquel entonces Nacho Lewin, se empecinó en hacerse con sus servicios y con los de su compañero Antonio López, “sí o sí” y juntos se movieron a Valladolid, donde hallaron un vestuario plagado de históricos que les acogieron como a sus “niñitos”.

“Tenía 21 años y que estrellas como ellos me tratasen tan bien… Era perfecto. La felicidad total. La primera vez que salía de casa de mis padres, con esa libertad… Antonio López y yo vivimos juntos al principio en Parquesol, un barrio con mucha calidad de vida, e íbamos con la boina por ahí flipando. Me gustaba todo. Hasta el frío. Era como una especie de prueba de superación”, relata Pachón.

Marcos, Santamaría, Caminero, Eusebio o Torres Gómez, entre otros, fueron sus padrinos. Jugadores que les transmitieron útiles valores, al mismo tiempo que les integraban a base de barbacoas y rituales de iniciación a la cultura del vino. “Fuimos recibidos por estos pesos pesados tan bien porque creo que despertábamos esa humildad. Nos veían como sus niñitos, nos invitaban a cenar a sus casas… Nos sentimos súper arropados desde el principio. Nos trataban como si fuésemos su familia. Era una gozada. Se encargaron de lograr un bloque muy fuerte”, anota.

Les hacían ver que la fuerza residía en la unión, sobre todo en los momentos de angustia en la pugna por la salvación. “Venía en la nómina. Estábamos destinados a ser humildes y a sufrir, y era en los momentos duros cuando la gente con más experiencia se encargaba de hacerte ver que la fuerza era la unión. Éramos todos una familia”, añade Pachón, quien, al margen de la gran acogida del vestuario que palpita en sus palabras, se encontró con la titularidad ya desde el principio, algo que le resultaba “impensable” cuando firmó.

En su primer año como blanquivioleta (2000-2001), disputó 30 partidos consecutivos (7 goles) hasta que se rompió el cruzado de la rodilla en un entrenamiento. Una grave lesión que le mantendría nueve meses en el dique seco (casi toda la temporada siguiente). “Fue muy duro. Sobre todo, contárselo a mis padres, quienes siempre me han apoyado mucho. Se me cae el mundo encima pero ya al día siguiente estaba pensando en la recuperación. En mi primer año en Primera en el Getafe tuve la misma lesión. Fueron momentos duros que me hicieron valorar muchísimo cada segundo que he estado sobre el terreno de juego”, relata Pachón.

Y es que, el ariete destaca como sus virtudes “el trabajo y el sacrificio” más allá de habilidades técnicas. Una predisposición que le ayudó a restablecerse y volver con asiduidad a las alineaciones blanquivioletas en la campaña 2002-2003, en la que actuó en 27 partidos y marcó cuatro goles.

La sombra de Makukula
Menor fue su participación al curso siguiente, en el que acabaría aceptando una cesión en el mercado de invierno al Getafe. Una decisión que le “costó muchísimo” tomar pero que, al final, acabaría siendo determinante en su trayectoria. “Makukula era un portento físico y yo tenía muy difícil jugar. Le pedí al presidente que por favor me dejase ir porque yo con 24 años lo que quería era jugar. Se me ofrecieron el 90 por ciento de los equipos de Segunda y acierto totalmente con el Getafe”, recuerda.

Sin lugar a duda tomó la decisión correcta, a pesar de que Makukula se lesionase cuando él ya estaba marcando goles para el cuadro azulón en Segunda y el Real Valladolid descendiese al término de la temporada. En el Getafe entró con el pie derecho y su romance con el gol contribuyó a que el equipo llegase a la última jornada dependiendo de si mismo para ascender a Primera por vez primera en su historia. Viajaban a Tenerife y, allí, Pachón sacó un repóquer.

Anotó cinco goles para una victoria final por 5-3 que llevaría al club azulón hasta la cúspide y, como no, a él le colgaría los honores de héroe, aunque Pachón le quita yerro a ello y enaltece el “hambre” de aquella “familia”. “Desde el primer momento me acogieron muy bien y me toco asumir responsabilidades tras la lesión de Michel. No me asusta el toro y empiezo a marcar goles. Llegamos a la última jornada con todas las posibilidades, cuesta abajo y sin frenos. Aquel equipo tenía mucha hambre. Era una buena mezcla de veteranía y juventud. Éramos, como en el Real Valladolid, una familia y en Getafe traté de inculcar los mismos valores. Tuve la suerte de hacer cinco goles. Fue increíble. Se montó una bien gorda, pero la verdad es que se pasa todo muy rápido”, narra Sergio Pachón.

Sensiblemente embriagado por la emoción del recuerdo de aquellas vivencias de 2004, las cuales precedieron a un verano en el que llegó a hacer la pretemporada con el Real Valladolid de Segunda después de haber ascendido a Primera con el Getafe. “Fueron momentos duros. Yo quería quedarme en el Real Valladolid, pero también ficharon a Aduriz y no veía claro que fuese a jugar. Me llamaban del Getafe todos los días y al final, pese a que no quería dejar el Valladolid, el corazón me pidió volver”, asegura.
Así, jugó dos años más con el Getafe en Primera, donde siguió aportando su voluntarioso esfuerzo. Marcó nueve goles en 64 partidos hasta que en la 2007-2008 decide dar un salto atrás hasta la Segunda División B y al Rayo Vallecano, con el que volvería a mejorar sus registros goleadores para contribuir a conseguir el ascenso a Segunda División.

Retirada a los 39
Categoría en la que seguiría dos años más y enrolado en las filas vallecanas. En total, tres campañas (2007-2010) en las que anotaría 35 goles entre todas las competiciones. Después pasaría una temporada por el Cádiz, en Segunda División B, antes de recalar en el club en el que acabaría retirándose con 39 años y 123 goles en el zurrón, el Fuenlabrada.

“Hubiese seguido jugando”, espeta Pachón. “He disfrutado de cada segundo dentro del campo y no me arrepiento de nada. Las cosas se dan como se dan. No tengo ningún pero y es lo que intento transmitir – prosigue – a los jóvenes jugadores, que disfruten cada segundo en el campo porque no vuelve”, añade.
Pachón no tenía pensado retirarse, pero el poder de convicción del Getafe para introducirlo en la formación de las categorías inferiores pesó más y, ahora, es el director de la Cantera azulona, un trabajo que le colma de satisfacción y que le ha ayudado a “no echar mucho de menos” el terreno de juego.

Eso sí, tiempo le queda para seguir tanto a blanquivioletas como azulones, dos equipos humildes pero que en la presente temporada están siguiendo caminos divergentes. No obstante, y a pesar de que la momentánea situación en puestos de Liga de Campeones del Getafe es “histórica”, Pachón cree ambos clubes son muy parecidos.
“Estamos en una nube. Es muy difícil que logremos clasificarnos para Champions pero que nos quiten lo bailao. La permanencia nos da tranquilidad y el resto es un regalo. Somos dos clubes similares, humildes y con gran capacidad de trabajo. Cualquier acierto se nota muchísimo. Al Real Valladolid le está costando mucho más hacer goles y nosotros tenemos arriba tres bestias que van de esmoquin. Han acertado renovando a Sergio y lo que sí tiene el equipo es seriedad y trabajo. Tengo muchas esperanzas puestas en el Real Valladolid. Estoy convencido de que se van a salvar”, asegura.

Confianza ciega en uno de sus exequipos, el que, como destaca, moldeó su entrega sobre el verde, su capacidad de superación. Un legado que le trae a la memoria recuerdos gozosos de su etapa blanquivioleta y que hoy intenta transmitir a las nuevas generaciones de futbolistas del Getafe con el objeto de que expriman al máximo cada segundo de esta bendita locura llamada fútbol.

http://www.realvalladolid.es/noticias/actualidad/13042019/Hoy-recordamos-a-Sergio-Pachon/

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Pachón, los pucelanos nacen donde quieren
Héroe de un ascenso del Getafe al marcar los cinco goles del partido decisivo, asegura que lleva Valladolid en el corazón


Hubo un tiempo en que cabían dos delanteros en el ataque del Real Valladolid: Pachón y Kaviedes o Aganzo y Pachón. No pasaba nada. El mundo seguía girando y el Pucela se mantenía en Primera. Fue precisamente al coincidir una cesión de Pachón al Getafe con una lesión grave de Makukula cuando el equipo se derrumbó y acabó en Segunda tras muchas temporadas. «Aquel descenso me dolió en el alma, aunque yo estaba metiendo goles en Getafe, pero estaba pendiente porque Pucela me tira mucho, me gusta su gente, la comida, el frío, todo», asegura Sergio Valentín Pachón (Madrid, 5-2-1977).

Es lo que parece, habla de Valladolid como si hubiera nacido en La Rondilla. Se le amontonan las frases con sus recuerdos aquí aunque también pasó por las filas de Leganés, Getafe, Rayo, Cádiz y Fuenlabrada. Se retiró a los 39 años, pero la primera vez que salió de su casa fue para plantarse con la maleta en Parquesol junto a su compañero en el Leganés Antonio López, con quien tiene ahora una escuela de fútbol con mil niños, cuyas camisetas llevan el violeta del Pucela. Sergio, además, está trabajando también en el fútbol base del Getafe.

Aquí estuvo tres años y medio y aprendió «muchos valores». Se había pegado con defensas en campos llenos de barro y cuando apareció en Zorrilla para él esto era Wembley, más entrenando junto a Eusebio o Caminero. Los miraba con admiración. La humildad la lleva implícita en el carácter. Sergio es la naturalidad y la sencillez elevadas a la máxima expresión.

«Llegue allí con apenas 21 años y los capitanes me trataron de lujo, toda la gente del club en realidad. Los veteranos nos invitaban a sus casas y nos sentíamos como si fuéramos su familia, así nació un grupo muy fuerte y luego nos matábamos en el campo por el compañero», asegura.

Él presentó un balance notable en su primera temporada, recién llegado de una categoría modesta. En su estreno como blanquivioleta (2000-01), disputó 31 partidos prácticamente consecutivos y marcó 7 goles. Estaba en su mejor momento cuando se rompió el ligamento cruzado de la rodilla derecha en un entrenamiento. Volvió a tener la misma lesión su primer año con el Getafe en Primera después de ser el héroe del ascenso del equipo madrileño en 2004.

Habilidades técnicas al margen, que tampoco Sergio era cojo, su sacrificio en el campo y su velocidad fue lo que le hizo destacar hasta que llegó Makukula y se vio relegado. Fue cuando aceptó una cesión al Getafe. «Con Maku yo tenía difícil jugar, era una bestia, me querían casi todos los equipos de Segunda y acabé marchando a Getafe».

Ya estaba goleando en Segunda cuando el delantero congoleño se destrozó una rodilla en Málaga y aquí se quedaron Losada y Cardetti, con el fichaje posterior de Bakari a quien no se pudo inscribir.

El equipo, entrenado por Fernando Vázquez, se hundió con estrépito mientras Pachón hacía subir al Getafe. Anotó cinco goles en Tenerife, ¡cinco!, para una victoria que supuso el ascenso a Primera y eso colocó a Sergio en los altares del club azulón.

Después de haber ascendido con el Getafe a él le seguía tirando Pucela, dice que su padre casi le deja de hablar por haberse marchado de aquí, pero habían fichado Aduriz y Hornos y él no veía claro lo de ser titular. Además, se había ganado el derecho a jugar en Primera tras haber sido protagonista del ascenso getafense. «Después de aquellos cinco goles en Tenerife a mí no me tosía ni Ronaldinho», subraya.

«Hice la pretemporada en 2004 con el Pucela pero me llamaban del Getafe cada cuarto de hora y me fui pese a que me costaba dejar Pucela porque siempre es una ciudad a la que pienso volver. Lo hemos hablado mi mujer y yo, de cambiarnos de residencia sería volver allí y a Parquesol, donde una vez paseando al perrito de mi suegra casi me lo lleva el viento», ironiza.

Tras marcharse, Sergio siguió goleando en todos los equipos donde estuvo y con 39 años «hubiese seguido jugando, disfrutaba mucho del fútbol y seguía corriendo como un loco porque yo no tenía la calidad de otros, debía correr el doble».

Le convencieron del Getafe para trabajar en las categorías inferiores y allí sigue siendo una institución. Los chavales le escuchan pasmados porque han oído hablar de aquel tipo que un día metió cinco goles en un partido por el ascenso.

Con un hijo pucelano, Sergio viene con frecuencia y estuvo no hace mucho en una cena de los jueves con los veteranos, junto a Luis García y Tote.

Habla con envidia del contraste de su época con la actual. «A mí me hubiera gustado saber los kilómetros que recorría en un partido porque llegaba al vestuario como si me hubiera atropellado un camión», dice. Considera que lo que ha evolucionado el análisis en el fútbol es brutal, «pero al final todo es que la pelotita entre», agrega.

Es curioso porque él admite que el futbolista en general entiende el juego solo con el tiempo y la experiencia. «Yo tardé en entender el juego porque con 21 años, cuando llegué a Pucela, me ponía a jugar y punto, no piensas mucho más. Hoy los chicos llegan más formados».

Con ese objetivo, el de la formación, fundó junto a Antonio López la referida academia de fútbol. Habla por ejemplo de las actitudes que deben tener los padres para ayudar a sus hijos y les inculcan que los niños tienen que divertirse primero. «Yo lo pasaba muy bien entrenando y jugando, pero la vida son etapas y ahora toca esto, que también lo disfruto», subraya.

Acaba la conversación comentando un vídeo de Zorrilla «a reventar» en el partido del Athletic. Es ahí cuando Sergio abrocha la entrevista con esa franqueza que lleva por bandera: «¡Qué bonito está el estadio y qué ganas me entran de ir a Pucela ahora mismo!, aunque solo sea ir a comer y volver».

https://www.elnortedecastilla.es/realvalladolid/pachon-pucelanos-nacen-quieren-20241120182559-nt.html
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