GREGORIO PECES-BARBA PONENTE DE LA CONSTITUCIÓN DE 1978
«Reformar los estatutos antes que la Constitución ha sido muy perjudicial»
El veterano político socialista se suma a las voces que reclaman una reforma electoral que reste poder a las fuerzas nacionalistas
06.12.08 -
SUSANA OLMO
| COLPISA. MADRID
Obra suya son muchos de los artículos de la Constitución, sobre todo los del Capítulo I que plasman derechos humanos. Tres décadas después, Gregorio Peces-Barba (Madrid, 1938), alejado ya de la política y refugiado en el campus de la Universidad Carlos III, defiende con fervor la carta magna, aboga por su reforma parcial y critica cómo ha conducido el Gobierno la reforma del Estado de las autonomías.
-Han pasado 30 años. ¿Imaginó usted en 1978 que la Constitución llegaría tan lejos?
-Ésa era nuestra ilusión. Los mimbres estaban puestos porque, por primera vez, logramos que las dos Españas se unieran, la de los vencedores y la de los perdedores de la Guerra Civil.
-Aquella generación se sintió implicada con la Constitución. ¿La actual la siente también suya?
-Creo que sí. La diferencia es que nosotros la necesitábamos, porque nos habían hecho la pascua durante muchos años, habíamos sufrido tanto que hacer aquello era una gran ilusión. Ahora, los jóvenes están en su inmensa mayoría de acuerdo, pero viven como cuando no se siente el aire que respiran, porque no les falta. Dan por sentado que éste es un buen sistema político.
-Con la perspectiva que dan estas tres décadas, ¿habría hecho la Constitución de otra manera? ¿Sigue siendo útil aquel texto?
-El núcleo de la Constitución es un gran pacto social que está vivo y permanece. Por tanto, no hay que hacer ningún cambio en lo esencial. Hay que cambiar algunas dimensiones, pocas, que se nos quedaron un poco cortas o que hicimos regular, y hay que reflejar situaciones nuevas que no se nos presentaron entonces.
-Pero la reforma se aplaza indefinidamente...
-Es que no es urgente. Son cuatro reformas que tienen una dimensión estética, pero también funcional. Una de ellas es la igualdad hombre-mujer en la sucesión de la Corona, a partir del reinado de don Felipe. Y otra es la reforma del Senado, que está definida como una cámara de representación territorial, pero en realidad funciona como la de un Estado centralizado y unitario, y hay que cambiarla. Debería hacerse pronto, porque no hay ninguna diferencia de fondo entre los grandes partidos. Me gustaría que la viera Manuel Fraga, que ha dicho que no quiere morirse sin verla.
-Faltan dos.
-Bueno, sólo hay que añadir una lista de las autonomías existentes para que no haya ocurrencias de nadie, para amarrar ese tema. Y, por último, hay que hacer una referencia amplia a la vinculación a Europa, que entonces no teníamos en el horizonte.
Reforma electoral
-El Estado de las autonomías es conflictivo. ¿Aquel difícil encaje que se logró en la Constitución quedó demasiado abierto?
-No, quedó bien, y cuanto más pasa el tiempo, lo creo más. La Constitución dibujó un buen Estado, funcionalmente federal. Lo que ocurre es que se han hecho mal las últimas reformas. Se tendría que haber hecho antes la reforma de la ley electoral para disminuir el poder de los nacionalismos, que tienen más poder del que representan sus votos.
-¿Eso es factible?
-Eso no se puede hacer más que ampliando a 400 el número de diputados y recogiendo todos los votos que no se utilizan en las circunscripciones provinciales en una circunscripción única de 50 diputados que se distribuirán, fundamentalmente, entre PSOE, PP e Izquierda Unida.
-PSOE y PP necesitan a los nacionalismos para gobernar. ¿Les cree capaces de reformar la Ley Electoral para reducir su poder?
-De momento, a ese asunto el diente se lo va a hincar el Tribunal Constitucional con el Estatuto de Cataluña. Y todos tendrán que acatar su sentencia.
-¿El problema fue la reforma del Estatuto catalán?
-Se ha conducido mal. No había ninguna prisa por reformar los estatutos antes que la Constitución, y hacerlo al revés ha sido muy perjudicial. Y, desde luego, lo ha sido también decir que lo que se iba a aprobar en Cataluña se iba a aprobar en el Congreso de los Diputados. No se han controlado suficientemente las pasiones desordenadas de algunas comunidades. Sorprende que sólo se haya recurrido el Estatuto catalán cuando el andaluz y el valenciano tienen en parte los mismos errores. Si, como espero y deseo, alguno de esos excesos es corregido por el Tribunal Constitucional, la modificación tendrá que extenderse también a los otros estatutos.
-Usted estaba cerca del Gobierno cuando se gestó esa reforma estatutaria. ¿Sabe por qué se abordó así la elaboración de un nuevo Estatuto de Cataluña?
-Creo que por inexperiencia. Y por confianza en que los socialistas catalanes no iban a verse arrastrados por el desafuero y los excesos. Si entonces hubiera estado José Montilla, se habría hecho de otra forma. Ahora, Montilla lo tiene muy complicado y tiene que decir lo que dice, aunque no hará nada de lo que dice.
-¿Debe seguir abierto el desarrollo autonómico?
-No, a mi juicio el desarrollo autonómico se ha terminado ya.
Laicismo
-Treinta años después, se repiten algunos de los debates más encendidos de la etapa constituyente. El laicismo, por ejemplo.
-El laicismo es una organización de la sociedad en la que la Iglesia tiene medios de expresarse, pero no puede tener la pretensión de controlar la vida pública.
-¿Convendría corregir la definición del Estado laico?
-No es un tema constitucional, es un tema de talante, de cerrazón de la Iglesia católica con la complicidad absurda del PP. Rechazar la Educación para la Ciudadanía es tirar piedras contra su propio tejado. Felizmente, creo que el Tribunal Supremo lo va dejar aclarado en enero. Hay también una especie de parálisis del Gobierno que no entiendo. Me llenó de estupor que la ministra de Educación respondiera al conflicto de los crucifijos diciendo que era una problema de los consejos escolares. Bien es verdad que ella no es jurista, pero su afirmación me sorprendió.
-¿El Gobierno ha sido demasiado condescendiente con la jerarquía eclesiástica?
-Creo que sí. Además es inútil. A los obispos, si les das un brazo se toman el tronco entero. No tienen límites porque creen que todo lo que piden les es debido. La jerarquía eclesiástica debe tener el derecho pleno a transmitir su mensaje y a opinar sobre los temas públicos, pero su opinión no puede ser determinante.
http://www.nortecastilla.es/20081206/espana//reformar-estatutos-antes-constitucion-20081206.html
«Reformar los estatutos antes que la Constitución ha sido muy perjudicial»
El veterano político socialista se suma a las voces que reclaman una reforma electoral que reste poder a las fuerzas nacionalistas
06.12.08 -
SUSANA OLMO
| COLPISA. MADRID
Obra suya son muchos de los artículos de la Constitución, sobre todo los del Capítulo I que plasman derechos humanos. Tres décadas después, Gregorio Peces-Barba (Madrid, 1938), alejado ya de la política y refugiado en el campus de la Universidad Carlos III, defiende con fervor la carta magna, aboga por su reforma parcial y critica cómo ha conducido el Gobierno la reforma del Estado de las autonomías.
-Han pasado 30 años. ¿Imaginó usted en 1978 que la Constitución llegaría tan lejos?
-Ésa era nuestra ilusión. Los mimbres estaban puestos porque, por primera vez, logramos que las dos Españas se unieran, la de los vencedores y la de los perdedores de la Guerra Civil.
-Aquella generación se sintió implicada con la Constitución. ¿La actual la siente también suya?
-Creo que sí. La diferencia es que nosotros la necesitábamos, porque nos habían hecho la pascua durante muchos años, habíamos sufrido tanto que hacer aquello era una gran ilusión. Ahora, los jóvenes están en su inmensa mayoría de acuerdo, pero viven como cuando no se siente el aire que respiran, porque no les falta. Dan por sentado que éste es un buen sistema político.
-Con la perspectiva que dan estas tres décadas, ¿habría hecho la Constitución de otra manera? ¿Sigue siendo útil aquel texto?
-El núcleo de la Constitución es un gran pacto social que está vivo y permanece. Por tanto, no hay que hacer ningún cambio en lo esencial. Hay que cambiar algunas dimensiones, pocas, que se nos quedaron un poco cortas o que hicimos regular, y hay que reflejar situaciones nuevas que no se nos presentaron entonces.
-Pero la reforma se aplaza indefinidamente...
-Es que no es urgente. Son cuatro reformas que tienen una dimensión estética, pero también funcional. Una de ellas es la igualdad hombre-mujer en la sucesión de la Corona, a partir del reinado de don Felipe. Y otra es la reforma del Senado, que está definida como una cámara de representación territorial, pero en realidad funciona como la de un Estado centralizado y unitario, y hay que cambiarla. Debería hacerse pronto, porque no hay ninguna diferencia de fondo entre los grandes partidos. Me gustaría que la viera Manuel Fraga, que ha dicho que no quiere morirse sin verla.
-Faltan dos.
-Bueno, sólo hay que añadir una lista de las autonomías existentes para que no haya ocurrencias de nadie, para amarrar ese tema. Y, por último, hay que hacer una referencia amplia a la vinculación a Europa, que entonces no teníamos en el horizonte.
Reforma electoral
-El Estado de las autonomías es conflictivo. ¿Aquel difícil encaje que se logró en la Constitución quedó demasiado abierto?
-No, quedó bien, y cuanto más pasa el tiempo, lo creo más. La Constitución dibujó un buen Estado, funcionalmente federal. Lo que ocurre es que se han hecho mal las últimas reformas. Se tendría que haber hecho antes la reforma de la ley electoral para disminuir el poder de los nacionalismos, que tienen más poder del que representan sus votos.
-¿Eso es factible?
-Eso no se puede hacer más que ampliando a 400 el número de diputados y recogiendo todos los votos que no se utilizan en las circunscripciones provinciales en una circunscripción única de 50 diputados que se distribuirán, fundamentalmente, entre PSOE, PP e Izquierda Unida.
-PSOE y PP necesitan a los nacionalismos para gobernar. ¿Les cree capaces de reformar la Ley Electoral para reducir su poder?
-De momento, a ese asunto el diente se lo va a hincar el Tribunal Constitucional con el Estatuto de Cataluña. Y todos tendrán que acatar su sentencia.
-¿El problema fue la reforma del Estatuto catalán?
-Se ha conducido mal. No había ninguna prisa por reformar los estatutos antes que la Constitución, y hacerlo al revés ha sido muy perjudicial. Y, desde luego, lo ha sido también decir que lo que se iba a aprobar en Cataluña se iba a aprobar en el Congreso de los Diputados. No se han controlado suficientemente las pasiones desordenadas de algunas comunidades. Sorprende que sólo se haya recurrido el Estatuto catalán cuando el andaluz y el valenciano tienen en parte los mismos errores. Si, como espero y deseo, alguno de esos excesos es corregido por el Tribunal Constitucional, la modificación tendrá que extenderse también a los otros estatutos.
-Usted estaba cerca del Gobierno cuando se gestó esa reforma estatutaria. ¿Sabe por qué se abordó así la elaboración de un nuevo Estatuto de Cataluña?
-Creo que por inexperiencia. Y por confianza en que los socialistas catalanes no iban a verse arrastrados por el desafuero y los excesos. Si entonces hubiera estado José Montilla, se habría hecho de otra forma. Ahora, Montilla lo tiene muy complicado y tiene que decir lo que dice, aunque no hará nada de lo que dice.
-¿Debe seguir abierto el desarrollo autonómico?
-No, a mi juicio el desarrollo autonómico se ha terminado ya.
Laicismo
-Treinta años después, se repiten algunos de los debates más encendidos de la etapa constituyente. El laicismo, por ejemplo.
-El laicismo es una organización de la sociedad en la que la Iglesia tiene medios de expresarse, pero no puede tener la pretensión de controlar la vida pública.
-¿Convendría corregir la definición del Estado laico?
-No es un tema constitucional, es un tema de talante, de cerrazón de la Iglesia católica con la complicidad absurda del PP. Rechazar la Educación para la Ciudadanía es tirar piedras contra su propio tejado. Felizmente, creo que el Tribunal Supremo lo va dejar aclarado en enero. Hay también una especie de parálisis del Gobierno que no entiendo. Me llenó de estupor que la ministra de Educación respondiera al conflicto de los crucifijos diciendo que era una problema de los consejos escolares. Bien es verdad que ella no es jurista, pero su afirmación me sorprendió.
-¿El Gobierno ha sido demasiado condescendiente con la jerarquía eclesiástica?
-Creo que sí. Además es inútil. A los obispos, si les das un brazo se toman el tronco entero. No tienen límites porque creen que todo lo que piden les es debido. La jerarquía eclesiástica debe tener el derecho pleno a transmitir su mensaje y a opinar sobre los temas públicos, pero su opinión no puede ser determinante.
http://www.nortecastilla.es/20081206/espana//reformar-estatutos-antes-constitucion-20081206.html