Reconozco que me encantan estas noches europeas en las que el infame y ladrón Real Madrid queda eliminado de la Champions y se va a casita con el traserete rojo. Es junto con el 31 de julio (cierre del plazo para pagar fichas y no descender), el único día el año en que consumo radio deportiva en la media noche.
Me resulta impagable escuchar a esos fanáticos radiofónicos vomitando sangre por la eliminación de su equipo. Y este año, más todavía, ya que si de verdad les han robado como dicen (no entro porque no lo ví), bien robados están; y muchas semifinales europeas tienen aún que robarles para que se haga verdadera justicia y compensen todo lo que llevan robado ellos a lo largo de su cuestionable historia.
Y para la final, una vez con el infame club merengue fuera de toda posibilidad, me la pela quien gane (siempre y cuando no pase el Schalke claro): si gana el Manchester, me alegraré por la cura de humildad que significará para los fanáticos culés (que también los hay) y para que esta gran mentira llamada "Liga Española de las estrellas" se vaya de vacio. Y si gana el Far$a, no podré evitar pensar en el casposo madridismo devorándose las esteladas de su eterno rival a base de sales de frutas y de pellizcos en los huevos. Ya lo dije una vez: a mí, estando el repugnante Madrid de antagonista, las esteladas lejos de molestarme, hasta me divierten.
Dicho lo cual, me congratulo de que este circo de cuatro clásicos de mierda haya por fin terminado, y encima con la imagen de ambos clubes por los suelos. Eso sí, como siempre, por encima de quien de los dos haya ganado, está muy claro quienes son los perdedores: el resto de equipos españoles no llamados ni Real Madrid ni Barcelona.
Me resulta impagable escuchar a esos fanáticos radiofónicos vomitando sangre por la eliminación de su equipo. Y este año, más todavía, ya que si de verdad les han robado como dicen (no entro porque no lo ví), bien robados están; y muchas semifinales europeas tienen aún que robarles para que se haga verdadera justicia y compensen todo lo que llevan robado ellos a lo largo de su cuestionable historia.
Y para la final, una vez con el infame club merengue fuera de toda posibilidad, me la pela quien gane (siempre y cuando no pase el Schalke claro): si gana el Manchester, me alegraré por la cura de humildad que significará para los fanáticos culés (que también los hay) y para que esta gran mentira llamada "Liga Española de las estrellas" se vaya de vacio. Y si gana el Far$a, no podré evitar pensar en el casposo madridismo devorándose las esteladas de su eterno rival a base de sales de frutas y de pellizcos en los huevos. Ya lo dije una vez: a mí, estando el repugnante Madrid de antagonista, las esteladas lejos de molestarme, hasta me divierten.
Dicho lo cual, me congratulo de que este circo de cuatro clásicos de mierda haya por fin terminado, y encima con la imagen de ambos clubes por los suelos. Eso sí, como siempre, por encima de quien de los dos haya ganado, está muy claro quienes son los perdedores: el resto de equipos españoles no llamados ni Real Madrid ni Barcelona.