El goleador zurrado
30.04.08 -
ARTURO POSADA
Enarquen las cejas: Llorente sólo recibió una falta ante el Almería. El delantero centro del Real Valladolid se llevó un buen número de cogotazos, agarrones, patadas y soplamocos, pero el árbitro sólo consideró ilegal un empujón de Carlos García en el minuto 50. Llorente acabó, sustituido y magullado, en la enfermería. Durante la semana previa, el ariete hondarribitarra se las prometía muy felices. Afrontaba su primer choque en mucho tiempo sin molestias físicas.
«Venía de haber jugado con el codo vendado y sin poder estirarlo del todo, con un hematoma enorme en la cadera por una caída en el partido ante el Levante, con contusiones en las piernas, en las rodillas, por todos los lados», explica Pablo Grande, médico del Real Valladolid y máximo conocedor del estado físico de Joseba Llorente, que comienza los partidos siendo jugador de fútbol y acaba hecho un 'ecce homo'. «Durante la semana comentamos que éste sería el primer encuentro que iba a jugar sin golpes en el cuerpo. Mira por donde ha sido el partido donde más ha recibido. Se quejaba del pie derecho, un pisotón en el quinto metatarsiano, un golpe en la rodilla. Y no hablemos ya del golpe en la cara», añade Grande.
¿Es Llorente el jugador blanquivioleta que más castigo físico recibe? «¿Por supuesto y con muchísima diferencia!», exclama el facultativo. «Los demás están en la media habitual: uno o dos golpes fuertes por partido. Se pueden tirar un mes sin presentar traumatismos. Lo de Llorente es continuo. Raro es el partido en que no termina con tres o cuatro 'cosillas'. Eso, unido a la cantidad de minutos que juega, nos obliga a llevarle a otro ritmo».
El fútbol es un deporte de contacto y Llorente no rehúye la lucha cuerpo a cuerpo. No se deja intimidar. Recibe más golpes que las maletas facturadas en un aeropuerto. Pero los árbitros no lo ven. La estadística dice que al 'pichichi' blanquivioleta sólo le han pitado 48 faltas a favor. De media, le señalan una cada 57 minutos. Con Sisi y Víctor los colegiados se muestran más benévolos. Los árbitros inflan los carrillos cada 32 minutos en el caso del extremo y cada 38 con el mediapunta. Si hubiese que definir a Llorente con el título de un film podríamos decantarnos por 'Los cuatrocientos golpes' de François Truffaut. También valdría cualquier película de argumento boxístico.
Los partidos pasan pero los porrazos quedan. «Al final se paga el efecto acumulativo de todos esos golpes», expone Pablo Grande. «Es por su forma de jugar. No se corta. Que le den una vez no significa que a la siguiente no vaya igual».
De momento, Llorente no se ejercitará en la sesión de hoy miércoles. Los médicos prefieren reservarle. No quieren que corra de mala manera, que pise mal porque todos esos movimientos forzados favorecen el riesgo de que se lesione.
Duro como las piedras que levantan los 'harrijasotzailes', Joseba Llorente casi no abre la boca. «Para lo que tiene no se queja nada», prosigue Grande. «Todo lo contrario. Siempre está dispuesto. Hay días que le dices que no puede ejercitarse con el grupo y le parece mal. Es un tío duro».
Con la connivencia de los árbitros, los defensas rivales le seguirán poniendo como un pulpo.
http://pasionvioleta.activoforo.com/post.forum?mode=newtopic&f=4
30.04.08 -
ARTURO POSADA
Enarquen las cejas: Llorente sólo recibió una falta ante el Almería. El delantero centro del Real Valladolid se llevó un buen número de cogotazos, agarrones, patadas y soplamocos, pero el árbitro sólo consideró ilegal un empujón de Carlos García en el minuto 50. Llorente acabó, sustituido y magullado, en la enfermería. Durante la semana previa, el ariete hondarribitarra se las prometía muy felices. Afrontaba su primer choque en mucho tiempo sin molestias físicas.
«Venía de haber jugado con el codo vendado y sin poder estirarlo del todo, con un hematoma enorme en la cadera por una caída en el partido ante el Levante, con contusiones en las piernas, en las rodillas, por todos los lados», explica Pablo Grande, médico del Real Valladolid y máximo conocedor del estado físico de Joseba Llorente, que comienza los partidos siendo jugador de fútbol y acaba hecho un 'ecce homo'. «Durante la semana comentamos que éste sería el primer encuentro que iba a jugar sin golpes en el cuerpo. Mira por donde ha sido el partido donde más ha recibido. Se quejaba del pie derecho, un pisotón en el quinto metatarsiano, un golpe en la rodilla. Y no hablemos ya del golpe en la cara», añade Grande.
¿Es Llorente el jugador blanquivioleta que más castigo físico recibe? «¿Por supuesto y con muchísima diferencia!», exclama el facultativo. «Los demás están en la media habitual: uno o dos golpes fuertes por partido. Se pueden tirar un mes sin presentar traumatismos. Lo de Llorente es continuo. Raro es el partido en que no termina con tres o cuatro 'cosillas'. Eso, unido a la cantidad de minutos que juega, nos obliga a llevarle a otro ritmo».
El fútbol es un deporte de contacto y Llorente no rehúye la lucha cuerpo a cuerpo. No se deja intimidar. Recibe más golpes que las maletas facturadas en un aeropuerto. Pero los árbitros no lo ven. La estadística dice que al 'pichichi' blanquivioleta sólo le han pitado 48 faltas a favor. De media, le señalan una cada 57 minutos. Con Sisi y Víctor los colegiados se muestran más benévolos. Los árbitros inflan los carrillos cada 32 minutos en el caso del extremo y cada 38 con el mediapunta. Si hubiese que definir a Llorente con el título de un film podríamos decantarnos por 'Los cuatrocientos golpes' de François Truffaut. También valdría cualquier película de argumento boxístico.
Los partidos pasan pero los porrazos quedan. «Al final se paga el efecto acumulativo de todos esos golpes», expone Pablo Grande. «Es por su forma de jugar. No se corta. Que le den una vez no significa que a la siguiente no vaya igual».
De momento, Llorente no se ejercitará en la sesión de hoy miércoles. Los médicos prefieren reservarle. No quieren que corra de mala manera, que pise mal porque todos esos movimientos forzados favorecen el riesgo de que se lesione.
Duro como las piedras que levantan los 'harrijasotzailes', Joseba Llorente casi no abre la boca. «Para lo que tiene no se queja nada», prosigue Grande. «Todo lo contrario. Siempre está dispuesto. Hay días que le dices que no puede ejercitarse con el grupo y le parece mal. Es un tío duro».
Con la connivencia de los árbitros, los defensas rivales le seguirán poniendo como un pulpo.
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