don corralo, me dicen desde Valladolid que el puto alcalde no ha permitido instalar una capilla ardiente en el Salón de los espejos del Teatro Calderón. ¿Sabes algo? Ahora miro la hoja parroquial...
OBITUARIO El teatro clásico pierde a Fernando Urdiales El actor y director fallece en Valladolid a los 59 años dejando huérfano a Corsario Teatro
ROSANA TORRES - Madrid - 12/12/2010
El verano pasado Fernando Urdiales (Valladolid 1951) era consciente de que el hígado que se le trasplantó hace escasos años, no daba más de sí. Se iba despidiendo de su entorno sin renunciar al humor y sin atisbo de autocompasión. Tan sólo con las armas que siempre utilizó como actor, director y pergeñador de proyectos teatrales de primer orden: la inteligencia, la sabiduría, la lucidez y la ironía.
Con él desaparece uno de los mayores luchadores que ha dado la España contemporánea por la recuperación del teatro clásico, fundamentalmente español. Una lucha que llevó de manera individual, y como director del Teatro Corsario, compañía fundada por él en 1982 y cuya larga trayectoria se caracteriza por un especialísimo tratamiento de los clásicos en lengua castellana que la ha situado entre las mejores compañías de verso. Por otro lado, pone en escena novedosos espectáculos de títeres de ámbito internacional, con los que anda cosechando prestigiados premios por toda Europa.
Licenciado en Medicina, colabora desde los años setenta como actor en el TEU de la Universidad de Valladolid, en el Corral de Comedias, en Teloncillo y en el Teatro Estable de Valladolid. A partir de 1986, ya en Corsario y abandonada su carrera de médico, inicia una serie de montajes de raíz clásica y popular como Sobre Ruedas, basada en los Pasos de Lope de Rueda y Pasión, espectáculo inspirado en la imaginería barroca castellana.
Ha impartido numerosos seminarios acerca de la puesta en escena de los clásicos españoles y participa habitualmente en ciclos sobre el Siglo de Oro español. Es miembro de la Asociación de Directores de Escena de España (A.D.E.) y de la Unión de Actores de Castilla y León.
Eduardo Vasco, director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que fundara Adolfo Marsillach en 1986, señaló ayer al conocer la noticia de la desaparición de Urdiales: "La labor que ha hecho Corsario con respecto al teatro clásico español ha sido la iniciativa privada más importante que ha habido en España alrededor de este género teatral, y Urdiales, sin lugar a dudas ha sido su impulsor, fue uno de los últimos grandes sabios del teatro español, tenía un camino que era propio, no pertenecía a ninguna escuela y tradición", y añade, "la huella de Corsario es muy singular y de hecho se puede afirmar que él con esta compañía si ha creado escuela; era un hombre que combinaba la erudición con una gran personalidad teatral".
Las últimas energías de Urdiales fueron para el Festival de Teatro Clásico de Olmedo, un proyecto que pergeñó él y en el que estaba implicado en el equipo directivo, junto con Benjamín Sevilla, Gerente de la Sociedad de Turismo de Olmedo y Germán Vega, Catedrático de Literatura Española de la Universidad de Valladolid. Urdiales consiguió en tan solo cinco años situar este festival entre los más interesantes de su género en el panorama del teatro español.
El último montaje de Urdiales fue una inteligente y brillante puesta en escena de El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, que estrenó el año pasado en el Festival de Teatro Clásico de Olmedo. Un texto ligado a la villa del caballero desde que Lope lo escribiera inspirado en una cancioncilla popular y con el que Urdiales acariciaba la idea de encargar su representación todos los años, incluso en diferentes idiomas.
Consideraba que era una de las más importantes tragicomedias de Lope, a pesar de lo cual durante siglos pasó desapercibida, hasta que rescató el original de Lope del olvido García Lorca al incluirla en el repertorio de su compañía universitaria La Barraca y llevarla a muchísimos pueblos. Urdiales sostenía que Lorca recuperó el texto porque tenía una gran necesidad de innovar: "Era como una vocación y así lo hizo, sobre todo en su último teatro, y también buscaba fórmulas inspiradas en nuestros clásicos", señala Urdiales quien no ignoraba que Bodas de sangre es un trasunto de El caballero de Olmedo. "En la dramaturgia lorquiana emana la fórmula trágica que cultiva Lope y lo que tengo claro es que García Lorca probablemente es el último trágico español, y si nos ponemos puristas vemos como en el terreno de la tragedia saltamos de Lope y Calderón a Lorca, quien sigue teniendo esos ingredientes tan lopistas de inspiración popular, cantares y bailes, elementos en los que Lorca buscaba un teatro de raíces", comentó Urdiales hace escasos meses.
Además de los numerosos premios, nacionales e internacionales que Corsario ha recibido a lo largo de sus 28 años de existencia, como por ejemplo el Premio Max Revelación 2007 con La barraca de Colón, cuyo texto era del propio Urdiales, el director y actor obtuvo el Premio Castilla y León de las Artes 2004, por su trayectoria profesional, la Medalla de Oro de Teatro Provincia de Valladolid, en 1992, instituida por la Diputación Provincial de Valladolid; El Premio Valladolid de Teatro por Coplas por la muerte, con el que fue finalista, en 1996, del Premio a la mejor dirección escénica, de la Asociación de Directores de Escena de España; el Premio Norte de Castilla y Premio Ciudad de Palencia, a la mejor dirección-adaptación por la puesta en escena de Edipo Rey. Con Celama, una adaptación de la obra de Luis Mateo Díez, recibió varios premios tanto por el montaje como por la adaptación.
Urdiales dirigió numerosos espectáculos de autores como Tennessee Williams, Lewis Carrol, Jardiel Poncela, Peter Handke, Luis Mateo Díez y por supuesto sus impecables clásicos con textos de Lope de Rueda, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Sófocles, Shakespeare y Tirso de Molina, sin olvidar que Urdiales también ejerció notablemente como actor entre 1982 y 1993.
Fernando Urdiales será incinerado mañana lunes día 13 a las 19 horas en el Tanatorio de San José de Valladolid.
No se instalará capilla ardiente 13.12.10 - 09:20 - EL NORTE | VALLADOLID
A pesar de las informaciones llegadas ayer a la redacción de El Norte, la capilla ardiente con los restos mortales de Fernando Urdiales no se instalará en el Salón de los Espejos del Teatro Calderón, tal como informaba nuestra edición impresa. Fuentes municipales han confirmado que mañana habrá Pleno en el Ayuntamiento de Valladolid y han lamentado carecer de tiempo material para poder rendir homenaje de esta manera al director de Teatro Corsario.
DEP Fernando Urdiales, y un abrazo a la gente del teatro de Valladolid.
La nota de la hoja parroquial, escueta, pero ya dice suficiente. Me ahorro en este momento las palabras que se merece alguno que no merece ni ser nombrado.
don corralo, me dicen desde Valladolid que el puto alcalde no ha permitido instalar una capilla ardiente en el Salón de los espejos del Teatro Calderón. ¿Sabes algo? Ahora miro la hoja parroquial...
Supongo que dada la situación muchas de las personas más allegadas no quieran dar muchas vueltas al tema (de momento). De todos modos me intentaré poner en contacto con algunos de los amigos más directos de Urdiales para qué me comenten el asunto.
LAS COSAS COMO SON Último aplauso para Fernando Urdiales «El teatro se quedó vacío, sin poder escuchar ese último aplauso» 15.12.10 - 00:27 - ESPERANZA ORTEGA blogs.nortecastilla.es/cosas-como-son |
Yo a Fernando Urdiales siempre le vi como un personaje del teatro del mundo, en el escenario y fuera del escenario. Por eso me considero una espectadora fiel, que observaba sus gestos y escuchaba su conversación en la barra del Largo Adiós, en la esquina de la calle e incluso en mi propia casa, entre el humo de las charlas nocturnas antes de que se hiciera corsario y fundara su propia compañía. Como Shakespeare y Moliére, Urdiales sufrió penurias y soportó injusticias, lloró de alegría y gritó de entusiasmo, porque como ellos fue actor, director y autor de comedias que se confundían con su vida. Desde hace diez años, se sabía protagonista de una tragedia que no podía tener otro final que la muerte, y asumió su papel con la dignidad propia de un personaje de una obra del Siglo de Oro. Ya sin apoyo, sin máscara ni disfraz, dio sus últimos pasos por el escenario desnudo, añadiendo día tras día una nueva escena a un último acto que parecía interminable, una nueva escena tan desesperada como imprevisible. Pero el final llegó. Los amigos de la lucha antifranquista en la Facultad de Medicina, los amigos de la música, de la pintura y de la poesía, y sobre todo los amigos del teatro - todos todos- se abrazaban conmovidos el domingo al conocer la noticia. No sabían qué papel representar excepto el de su tristeza sin palabras. Y yo seguía siendo espectadora de su dolor sincero. El lunes otros muchos espectadores anónimos hubieran querido demostrar su respeto y cariño al hombre que había dado cuerpo a sus sueños. ¿Dónde? En el salón de los espejos del Teatro Calderón, en el que consideramos el teatro de nuestra ciudad, tal como anunciaba su esquela y como era lógico que sucediera. Y allí acudió la ciudad de Valladolid para darle su último aplauso. Pero León de la Riva impidió que Urdiales asistiera puntual a la última cita con su público, y lo hizo con esa obcecación tan suya, propia del antagonista felón de una farsa siniestra. El teatro se quedó vacío, sin poder escuchar ese último aplauso, pero la tragedia no perdió su dignidad: el aplauso se escuchó en el Tanatorio San José, atiborrado de un público más entregado que nunca. Fue un hombre afortunado, -pensé-. Realizó su vocación, dedicó su talento a aquello que daba sentido a su vida. A las puertas del Tanatorio, en la inhóspita autopista tan fría y tan oscura como la tarde de su muerte, se me vinieron a la cabeza los versos de Calderón de la Barca, del Calderón que Fernando Urdiales resucitó de entre los muertos: «Es verdad, pues reprimamos / esta fiera condición / esta furia, esta ambición / por si alguna vez soñamos / y así haremos pues estamos / en mundo tan singular / que vivir solo es soñar / y la experiencia me enseña / que el hombre que vive sueña / lo que es hasta despertar». Urdiales soñó con representar un único papel en la vida, el papel del verdadero hombre de teatro, e hizo realidad su sueño. Incluso dentro de la pesadilla de la ciudad que le cerró las puertas del teatro Calderón el día de su muerte. ¡Qué sucios los espejos del rencor del teatro cerrado! ¿Cerrado para siempre? No, existe un espejo limpio en la ciudad, que aparece cada vez que se levanta el telón y da comienzo el espectáculo. En ese espejo se seguirá reflejando el corsario contumaz que realizó su vocación con pasión, saber y valentía. El lunes, en el escenario vacío del teatro del mundo se escuchó un aplauso rotundo y unánime, era el último aplauso para Fernando Urdiales y su sueño cumplido.
Actores y amigos del Corsario rinden tributo a Fernando Urdiales 25/03/2011 - 00:09 ALFREDO J. GÓMEZ El Ateneo Republicano acogió ayer el último homenaje póstumo de admiración y cariño al director de la compañía vallisoletana.
Los miembros del Teatro Corsario, sus amigos más íntimos y representantes de los colectivos culturales de Valladolid se reunieron ayer en el Ateneo Republicano, lleno a rebosar como era previsible, para ofrecer el último tributo de admiración y cariño a Fernando Urdiales, fallecido hace tres meses. Quienes compartieron con él todas sus pasiones, tanto artísticas como personales, quisieron volver a mostrar en púbico todo el legado que el director de la compañía vallisoletana había repartido entre todos ellos después de tres décadas de magisterio teatral.
Imposible imaginar un homenaje a Fernando Urdiales sin pensar en el sentimiento de sus compañeros y amigos más queridos dentro del grupo como Rosa Manzano, Luis Miguel García, Javier Semprún y un larguísimo listado de actores y actrices que siempre estuvieron a su lado, además de amigos que vivieron, disfrutaron y sufrieron en los diferentes episodios personales del genial y recordado director leonés. Luchador antifranquista
Aunque hace algo más de un mes sus amigos más íntimos ya celebraron su particular ritual de música y poesía a puerta cerrada en 'El largo adiós' (El Cafetín), nada mejor que la sede del Ateneo Republicano para recordar a Fernando Urdiales, quien a lo largo de toda su vida se convirtió en un infatigable luchador antifranquista, cuyas ideas, implicación y activismo le ocasionó numerosos percances con el régimen de la dictadura, incluida una estancia de varios meses en la cárcel provincial.
Ya lo dijo el actor y amigo Jesús Peña «era visceral y apasionado, tanto para lo bueno como para lo malo». Sus compañeros de profesión recordaron a quien atrapado por el mágico mundo del teatro, en 1982 fundó Teatro Corsario y decidió abandonar la práctica de la medicina. Dirigió montajes de autores como Tennessee Williams, Lewis Carroll, Antonin Artaud a Peter Handke y sobre todo a los clásicos del Siglo de Oro después.
Acompañados por Juan Carlos Martín, uno de los músicos que acompañó al Teatro Corsario en sus primeros montajes con música en directo, Javier Semprún, Luis Miguel García y Rosa Manzano hicieron una lectura e interpretación de Lope de Vega, Calderón, Antonin Artaud, Luis Mateo Díaz o Jardiel Poncela. Lectura de poemas
Javier Semprún, Rosa Manzano y Luis Miguel García realizaron una selección de textos y poemas que fueron leyendo e interpretando. «Hemos elegido los que más gustaban a Fernando, con los que más había disfrutado sobre el escenario o los que más le habían removido por dentro».
Precisamente, un poema del propio Fernando Urdiales 'hasta que vuelvas de mis iras' fue el elegido para abrir el homenaje, para dar paso inmediatamente a 'Ir a quedarse y con quedar, partirse' un soneto de Lope de Vega.
Javier Semprún entró en escena con 'Mi hijo sifilítico' de Luis Torras Icera «un poeta y bohemio leonés que era 'colega' de Fernando». A continuación, Rosa Manzano y Luis Miguel García interpretaron 'Para terminar con el juicio de Dios' de Antonin Artaud y dar paso a 'El gran teatro del mundo' de Calderón de la Barca «donde Fernando actuó desnudo en su primera representación».
Una gran ovación se llevaron los tres actores del Corsario con 'Manera de hacer un drama en el que muere una dama' de Jardiel Poncela «un autor que siempre nos gustó y del que hicimos 'Comedias rápidas', nuestro segundo montaje». Tremenda fue 'Celama' «un montaje muy duro, que habla de los muertos de las cunetas».
Quizá el momento más emotivo coincidió también con el final del homenaje. Como en las representaciones teatrales más dramáticas, el recuerdo más emotivo a cargo de Rosa Manzano y su escalofriante versión del tango 'Nostalgias', la última canción y la última voz que Fernando Urdiales escuchó antes de fallecer.
En la mente de todos, la letra del tango de Enrique Cadícamo. «Quiero emborrachar mi corazón para apagar un loco amor que más que amor es un sufrir... Desde mi triste soledad veré caer las rosas muertas de mi juventud». El director de Corsario centra el Día del Teatro en la región
La celebración el próximo domingo del Día Mundial del Teatro abrirá la primera fase de homenajes a Fernando Urdiales, tres meses y medio después de su muerte. La Unión de Actores de Castilla y León hizo público ayer su programa de actos, marcados por el recuerdo al gran director. Amigos y compañeros de la profesión realizarán una lectura de poemas, harán escenas dramatizadas y se podrán escuchar los testimonios de todos aquellos que quieran recordarle.
El programa incluye la entrega de los premios anuales de la Unión de Actores a los mejores trabajos de la temporada, que en el 2010 recayeron en Javier Semprún ('Los girasoles rotos', con el Ballet Contemporáneo de Burgos) y Alicia Vizán ('Mademoiselle Monarquía', con la compañía Alberto Velasco-La Pecera). Esta fiesta del teatro regional comenzará a las 19 horas y llama la atención el lugar de celebración: la sala Miguel Delibes del Teatro Calderón, el mismo que no logró abrir sus puertas para que la ciudad de Valladolid pudiera despedir a Urdiales aquel 13 de diciembre del 2010, el día de sus funerales.
Los homenajes no acaban aquí. Este fin de semana, las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro de Almería recibirán también a Javier Semprún (pionero de la compañía) y al catedrático de Literatura de la Universidad de Valladolid Germán Vega, con el que Urdiales compartía la codirección de Olmedo Clásico.
El Día Mundial del Teatro concluirá con la tradicional lectura de los manifiestos en su defensa, una actividad que se realiza por todo el mundo. El de este ha sido escrito por la experta en teatro africano Jessica A. Kaahwa, que reclama para las artes escénicas «ser una potente herramienta para la paz y la reconciliación». Lo leerá el director artístico del Calderón, José María Viteri. Por último, Ana Gallego, de Teloncillo, se encargará del texto para niños y jóvenes, que ha escrito Eva Bal, directora del centro Kopergietery (Gante, Bélgica).