La Administración Pública se ha despolitizado y ya sólo es cuestión de élites tecnocráticas y medidas ''necesarias'' de ''gobiernos responsables independientemente de su signo político'' (bonita retórica que he escuchado unos 12 millones de veces en referencia al ejecutivo español actual). Es decir, es como si ahora la economía no tuviese ningún tipo de ideología, es una esfera de la gestión de lo público arrebatada a la ciudadanía, pues su voto se traduce ¿en qué, si unos y otros ''tienen'' que tomar las mismas ''medidas de ajuste?. Y estas medidas son las que se establecen bajo una óptica determinada, que es la de los grandes poderes privados, cuya lógica maximizadora del beneficio (exclusivamente económico y a corto plazo, sin mirar externalidades negativas) a menudo es opuesta al bienestar social general que se supone aparejado a las sociedades democráticas. Si se impone a todo una lógica bancaria: ¿qué sentido tiene que la gente tenga casa, educación o asistencia médica si no va a poder pagarla?. El caso es que este dinero, inútil para ser destinado a gastos sociales, parece que tendrá un destino más eficiente si se le regala a la banca cual agua que hace girar el molino del crédito y el gasto...Y de paso, se la rescata de sus propios errores con el dinero común.
Al final, se ofrecen alternativas sólamente sobre cuestiones más ''culturales'' , como límites de velocidad, definición del matrimonio...Las grandes líneas de política económica no son objeto de votación, sino una especie de ambiente coercitivo que sólo puede conducir a la reducción de la protección social y la redistribución de la renta mande quien mande, y ya está bien cerradito nuestro sistema electoral para concentrar el voto y que no entren ''elementos subversivos'' al Congreso.