Lo que está claro es que tenemos un sistema electoral en el que cuentan sólo los que van a votar, nos guste o no. A nivel municipal, de los que van aquellos que votan al PP son mayoría suficiente, por tanto, nos guste o no, la época de nuestro actual alcalde es expresión (y responsabilidad) de la voluntad de los vallisoletanos. No es cuestión de especular si el ''voto util'' se dispersa en partidos pequeños, o sobre lo que pasaría si la mítica masa abstencionista despertase de su ''letargo'' (supongo que hay muchas personas para las que no votar supone un acto de mayor reflexión que para otras símplemente meter una papeleta en una urna, sin más). La cosa es, aunque nos pese, que tenemos lo que nos merecemos a nivel estadístico. Y mejor que llorar sería presentar un proyecto con tirón que convenciese a los votantes, lo cual, en los últimos años, no ha sucedido en la oposición de nuestra ciudad. Tampoco creo que tener una alcaldía del PP nos convierta en una ciudad de fachorros, aquí hay de todo, e incluso dentro de los votantes de ese partido me parece injusto clavarle a todos el sambenito del rancio retrógrado, que, por otra parte, haberlos haylos, y cosas peores. Tan injusto como afirmar, sin ton ni son que unos ''jóvenes'', y para más cojones ''progresistas'' se han cargado una estatua de arena.
El hecho de que sea necesario acatar lo que dicen las urnas no quita para denunciar los innumerables atropellos, sandeces y corruptelas que se han sucedido en estos 13 años. Me avergüenzan las formas macarras de nuestro alcalde y como, poco a poco, parece que esta ciudad no está hecha para jóvenes, o al menos para algo parecido a lo que podríamos llamar ''todos los jóvenes''. ¿Reflejo de nuestras características demográficas? Si, pero no solo...