A parte de lo apuntado por Mario, creo que hay un par de cosas que considerar.
Como ya hemos apuntado muchas veces, de hace cuatro o cinco años a esta parte raro es el chaval con condiciones que llega al Promesas, antes tienen mejores ofertas y mejores expectativas. Por lo tanto, el Promesas se nutre de aquellos chavales que no han conseguido despuntar antes, de otros futbolistas que se fichan, bien para completar la plantilla, bien como es el caso hoy día para formar su grueso, de favores a algún representante y de casos como el del galguito, que no hay por dónde cogerlos.
Y entre el primer grupo, los chicos que destacan poco o nada o regular, pero que llegan al Promesas es donde un club serio haría la busca, la rebusca y la criba. Cada futbolista joven tiene su momento -y su puesto en el campo-. Ese momento es el que hay que ver, porque puedes tener un jugador que has formado tú mucho más barato que lo que encuentres en cualquier rincón del mundo o te puedes cargar a un futbolista. Hace dos temporadas, Pesca hizo una temporada impresionante como MEDIO CENTRO. El Club le ofrece los consabidos dos años de contrato más uno opcional y la promesa de hacer la pretemporada con el primer equipo. Y Pesca pica, pica donde no picó Lolo. Luego llega la (mala) suerte: a Djukic no le gustan los medio centro como Rueda, Lázaro o Pesca y recomienda su reconversión en central. Pesca no sólo no da el salto en el momento oportuno, además pierde carácter competitivo en una categoría por debajo de su nivel y en un puesto que no es el suyo. Pesca está perdido y evidentemente, como dice Cienciero, como para sacarle de titular a para a Messi o a Postiga. Y como Pesca, este año está Iván Casado, otro ninguneado que el año que viene estará totalmente devaluado y como estaría Lolo si se hubiera quedado.
Para acabar, un recuerdo lejano, pero que no olvidaré nunca: a caballo entre 3ª División y Regional Preferente andaba el Promesas (aún no existía la 2ªB) cuando un chaval menudo en el centro del campo hacía el ridículo un día sí y otro también, cuatro pases medidos y el resto del partido desparecido en medio de pelotazos. Afortunadamente alguien creyó en él y duró poco en el Promesas. Se llama Eusebio Sacristán y el resto de la historia ya la conocemos.
Como ya hemos apuntado muchas veces, de hace cuatro o cinco años a esta parte raro es el chaval con condiciones que llega al Promesas, antes tienen mejores ofertas y mejores expectativas. Por lo tanto, el Promesas se nutre de aquellos chavales que no han conseguido despuntar antes, de otros futbolistas que se fichan, bien para completar la plantilla, bien como es el caso hoy día para formar su grueso, de favores a algún representante y de casos como el del galguito, que no hay por dónde cogerlos.
Y entre el primer grupo, los chicos que destacan poco o nada o regular, pero que llegan al Promesas es donde un club serio haría la busca, la rebusca y la criba. Cada futbolista joven tiene su momento -y su puesto en el campo-. Ese momento es el que hay que ver, porque puedes tener un jugador que has formado tú mucho más barato que lo que encuentres en cualquier rincón del mundo o te puedes cargar a un futbolista. Hace dos temporadas, Pesca hizo una temporada impresionante como MEDIO CENTRO. El Club le ofrece los consabidos dos años de contrato más uno opcional y la promesa de hacer la pretemporada con el primer equipo. Y Pesca pica, pica donde no picó Lolo. Luego llega la (mala) suerte: a Djukic no le gustan los medio centro como Rueda, Lázaro o Pesca y recomienda su reconversión en central. Pesca no sólo no da el salto en el momento oportuno, además pierde carácter competitivo en una categoría por debajo de su nivel y en un puesto que no es el suyo. Pesca está perdido y evidentemente, como dice Cienciero, como para sacarle de titular a para a Messi o a Postiga. Y como Pesca, este año está Iván Casado, otro ninguneado que el año que viene estará totalmente devaluado y como estaría Lolo si se hubiera quedado.
Para acabar, un recuerdo lejano, pero que no olvidaré nunca: a caballo entre 3ª División y Regional Preferente andaba el Promesas (aún no existía la 2ªB) cuando un chaval menudo en el centro del campo hacía el ridículo un día sí y otro también, cuatro pases medidos y el resto del partido desparecido en medio de pelotazos. Afortunadamente alguien creyó en él y duró poco en el Promesas. Se llama Eusebio Sacristán y el resto de la historia ya la conocemos.