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ESCASO BOTÍN PARA UNA ENTREGA ABSOLUTA
Justo cuando Delgado Ferreiro decretaba el final, podíamos observar la imagen del partido: varios jugadores del Real Valladolid se arrodillaban en el cesped en una mezcla de cansancio e impotencia por no haber conseguido la victoria ante un rival directo. Y en ese preciso momento la afición, ansiosa de ver un equipo entregado, premió con una ovación el esfuerzo realizado por sus jugadores en el “barrizal” durante los 90 minutos.
El Real Valladolid volvió a desaprovechar una ocasión de oro para acercarse al grupo de equipos que evitan los puestos descenso, dejando escapar vivo al Elche de Zorrilla. Las oportunidades se le van acabando a este equipo que después de “tirar” partidos como el de Granada o Espanyol, se encuentra ahora en una fase de mejoría que no se ve reflejada en los resultados. Conseguir victorias ante equipos de nuestra liga empieza a ser imprescindible, ya que la mejoría ante equipos de la parte de noble de la clasificación, puede no ser suficiente.
El partido ante el Elche se jugó en un campo embarrado por la lluvia y que poco a poco fue empeorando. Si al estado del terreno de juego, le sumamos la presencia de Manucho en el ataque pucelano, obtenemos unos primeros 45 minutos en los que el balón largo al angoleño fue toda la táctica que utilizaron los de Juan Ignacio. Sin embargo, la presencia de Víctor Pérez en la media punta hacía que los balones tocados por Manucho no tuvieran continuidad para crear peligro. Por contra, el Elche aguantaba como podía los ataques directos locales, pero no conseguía salir con peligro, hasta que en un saque de banda largo, el balón le llegó a Coro que batió a Mariño. Demasiado premio para los ilicitanos.
El debut de Jeffren con el comienzo de la segunda parte hacía albergar esperanzas de remontada a los aficionados pucelanos, que se vieron truncadas con un nuevo gol del Elche a la salida de un corner. El Real Valladolid pagaba muy cara su pasividad a la hora de defender y entre la afición la palabra “descenso” empezaba a coger más fuerza que nunca. Pocos creían en una nueva remontada y en que el equipo pudiera apelar de nuevo a la épica, aunque en este partido se había merecido mucho más. Pocos creían, pero los que lo hacían estaban sobre el cesped del Nuevo Zorrilla.
Juan Ignacio dio entrada a Osorio para pasar a jugar con dos delanteros y que el colombiano pudiera aprovechar los balones tocados por Manucho, y vaya si lo consiguió. A los pocos minutos de estar en el campo cazó una dejada con el pecho del angoleño para clavar el balón en la portería de Toño, guardamenta por cierto, que dejó un gran recuerdo en Zorrilla por su dinamismo a la hora de poner el balón en juego.
La remontada era posible y se vio mucho más cerca con el empate de Osorio a la salida de un corner, pero ahí surgió la fatalidad. Jeffren pugnaba por un balón en carrera cuando se frenaba en seco y caía al suelo lesionado. Más allá de lo que suponga su lesión, el equipo se quedaba con 10 complicando mucho más la victoria. Aún así se intentó hasta el final. Con el Valladolid volcado el Elche pudo también conseguir la victoria, pero un enorme Mariño evitó el tercer gol ilicitano. En el otro área Delgado Ferreiro ignoró una claro mano que hubiera supuesto el penalti, tras haber anulado ya un gol legal a Manucho por fuera de juego. Empate final e imagen para el recuerdo con los jugadores blanquivioletas tirados en el cesped marrón.
Segundo partido consecutivo que el Real Valladolid empata mereciendo más y ante un rival directo. La salvación cada vez se pone más complicada, pero que duda cabe de que el equipo lo va a dar todo hasta el final de temporada. La oveja negra ya no está, los que están creen en la permanencia y deben transmitirselo a la afición. Ayer lo dijeron los niños invitados a Zorrilla, esperemos que en breve lo diga todo el estadio: sí se puede, sí se puede.