Víctor y Arnu, dos talentos «especiales» que derriban la puerta
Los canteranos del Real Valladolid tendrán otra oportunidad con la selección sub-17 de demostrar aquello por lo que, pese a su corta edad, ya se encuentran bajo los focos
El mundo del fútbol tiene a veces tanta prisa que es fácil encontrarse con casos de intentos de reemplazo de jugadores todavía vigentes y con comparaciones entre talentos emergentes y otros con un recorrido más caduco. Frente a 'los nuevos' (ponga usted aquí a la estrella que quiera), la cantera del Real Valladolid está cultivando prospectos con personalidad propia, a los que intenta no etiquetar aunque a ello inviten su nombre y su apellido. Así sucede con Víctor Fernández, así como con Adrián Arnuncio 'Arnu' compañero en el club y con quien comparte esta semana una nueva convocatoria con la selección española sub-17 para el Preeuropeo de la categoría. Son dos 'rara avis', cada uno en su posición, y el club sabe que está ante dos potenciales profesionales.
«Son diferentes. Parecen específicos, pero son muy completos. Víctor tiene esa capacidad entre líneas para mejorar la jugada, como un mediapunta de los de antes, pero también tiene trabajo defensivo y gol. Arnu, además del gol, tiene capacidad para sujetar el balón y para combinar con la segunda línea», empieza a desgranar Manu Olivas, técnico con el que debutaron la temporada pasada en División de Honor, todavía siendo cadetes. «La figura del mediapunta casi no existe; como Víctor, con su capacidad de recibir al pie o al espacio o de finalizar, hay pocos jugadores en España. Arnu es un delantero de los que no hay; tiene una especificidad muy clara», insiste Víctor Cuadrillero, responsable de captación de la entidad, bajo cuyas órdenes también han jugado.
Ahondando en sus capacidades, Olivas considera que, aunque los delanteros viven del gol, Arnu «es capaz de hacer más cosas», gracias, en parte, a su desarrollo físico, tempranero y equilibrado, «al mismo tiempo el tren inferior que el superior, con un añadido en lo futbolístico». Mientras, Víctor ha complementado el talento innato que desde edades muy tempranas ha mostrado con un tren inferior potente, que le hace «muy difícil de tirar». En su opinión, los dos coinciden «en saber que pueden ser receptores aunque estén 30 segundos sin entrar en contacto con el balón», y además, «tienen un gen competitivo», que ha resultado decisivo para que hayan «devorado los estímulos recibidos» en forma de promociones, a ojos de Cuadrillero. «Hay futbolistas a los que les cuesta más responder ante retos de este tipo, pero ellos lo han recibido así», reflexiona.
No hay que olvidar, no en vano, que Víctor Fernández cumplirá los 16 años el próximo noviembre y que Adrián Arnuncio lo hizo el pasado mes de marzo. Aunque el primero ya había sido llamado por la selección, desde entonces ha debutado en la máxima categoría juvenil, ha pasado a estar en dinámica del Promesas, con quien brilló en pretemporada… El segundo, incluso, ha debutado y, sin ir más lejos, la última jornada dio una asistencia, además de estrenarse con la sub-17 y con la sub-18. «Hay pocos jugadores viviendo lo que ellos, pero no han cambiado; continúan con los mismos grupos de amigos y siguen siendo humildes. No hay que presionarles, pero ellos mismos se exigen. Tienen madurez y una personalidad hambrienta», coinciden los técnicos del club, una de las claves para que estén quemando etapas así de rápido.
Mayor exposición
En todo este proceso, ha sido clave la filosofía implementada por el Real Valladolid en su cantera, donde «ganar valida», cree Manu Olivas, si bien se prioriza la evolución del individuo por encima del resultado grupal. Así, son numerosos los jugadores que cada fin de semana juegan al menos una categoría por encima de la que le corresponde, con casos tan claros como los dos referidos, como el del infantil Miguel Redondo, que compite con cadetes (dos años más mayores) o como el más reciente del berciano Mario Domínguez, que debutó con la generación superior a la suya la última jornada marcando un doblete. «No hay que tener prisa, pero el club nunca va a suponer un freno. Intentamos aportar naturalidad en esos procesos y que, cuando se producen, además de estar preparados, que estén acompañados y sean capaces de manejar la frustración», asevera Manu Olivas. Tanto por si la hay como por si no, todo está estudiado por el área de rendimiento a través de la tecnología y de la comunicación constante entre departamentos y entrenadores.
Esa frustración a la que hace referencia el técnico del División de Honor forma parte del propio proceso de aprendizaje, del reto que significa avanzar etapas al ritmo que lo están haciendo Arnu y Víctor. Frente a la superioridad que podrían esgrimir en su categoría natural, seguramente, el Juvenil B que dirige el propio Cuadrillero, este recuerda que en la promoción «tan pronunciada» que han tenido estos dos juveniles «en el último año y medio» ha habido días de sufrimiento, ya que «se han enfrentado a contextos competitivos muy extremos para su edad; algunos, duros», que les han hecho «sufrir en lo físico», por la aspereza de rivales de mayor edad y desarrollados en ese apartado o por el hecho de pertenecer a estructuras profesionales o semiprofesionales. «Todo eso les ha ayudado a entender el fútbol de verdad y a sentirse capaces». Capaces de seguir dando un buen rendimiento y de seguir creciendo. Capaces de tirar la puerta y de acaparar focos, incluso, pues no hay publicación del club en sus redes sociales en las que ellos salgan donde los elogios lleguen a pedirlos hasta para el primer equipo.
La percepción interna es que «han agarrado esos estímulos y han aprovechado esa oportunidad, que se les ha dado visibilidad, y han demostrado que están preparados», condensan los técnicos. ¿Preparados para qué? Para continuar con un desarrollo estimulante, que seguramente, o por lo menos esa sensación existe hoy, les convertirá en profesionales. A la vez, consideran Cuadrillero y Olivas que la cautela tiene que seguir siendo su compañera de viaje. «Hay multitud de casos de chicos que parecían estar preparados para el profesionalismo, que eran titulares en la selección, y que no llegaron», afirma el primero. Sus entornos les ayudan; les imprimen humildad para que, «más que hacerles confundirse, sepan valorar lo que están viviendo», algo a lo que contribuye el club, donde hay «mucha gente trabajando entregada al completo a su crecimiento» y al de otros jóvenes talentos y donde «siempre se ha respetado su naturaleza; las características gracias a las que son tan especiales». Con todo, desde la cautela, resulta imposible no pensar a largo plazo y en si llegarán o no al primer equipo. «Tienen que darse muchas circunstancias, que empiezan en que mantengan los pies en el suelo, pero tienen muchos ingredientes para hacerlo», reconocen los técnicos. «En el club les ofrecemos un cuidado e intentamos hacer que se sientan lo que son: dos futbolistas muy especiales», concluye el responsable de captación.
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