Juma, la ‘roca’ africana que encandila al Pucela
El central de Sierra Leona confirma en semanas las buenas sensaciones que hicieron al Real Valladolid abordar su llegada. Ya trabaja con Pezzolano.
Si en su primer entrenamiento a las órdenes de Paulo Pezzolano Abdulay Juma Bah despertó curiosidad, lo que ha venido después ha maximizado esa sensación. El central de Sierra Leona, que llegó a Los Anexos hace menos de un mes, está causando una gran (y grata) sorpresa en el seno del club, desde los responsables que obraron su fichaje hasta el mismo vestuario. Lo que empezó casi como una broma, después de una disputa ganadora con Amallah en la primera sesión en la que participó, se ha convertido en una pieza a tener en cuenta (quizás, pronto) en la dinámica del plantel.
No en vano, su imponente y rutilante físico (mide 195 centímetros), que le permite ser una roca en las disputas, ha impresionado a los jugadores y al cuerpo técnico, quienes han valorado positivamente su aparición, producida antes de su debut con el Real Valladolid Promesas, el equipo para el que fue firmado. Esta llegada, suena obvio decirlo, pero así fue, vino precedida de un periodo de análisis importante, dilatado durante unos cuantos meses en el tiempo, con la idea de estudiar su posible fichaje de manera detallada. Tanto fue así que, incluso, en el tramo final de la temporada pasada se desplazaron a África ojeadores del primer equipo para verle en directo.
La primera decisión tomada cuando recaló en Los Anexos, el pasado 26 de agosto, fue que pasara por un periodo de adaptación con el Juvenil División de Honor, con el que disputó las dos primeras jornadas de liga. Su superioridad fue manifiesta y en la tercera semana de competición debutó con el Promesas, en Langreo, el último fin de semana. Y su actuación no dejó dudas: promete ser uno de los fichajes de la temporada. Desde el principio, expuso su exuberancia en las disputas con los delanteros en las que intentó (y consiguió) interponer su cuerpo delante del suyo.
Expeditivo en los envíos por alto, además de imponerse en este tipo de duelos, es capaz de realizar despejes de distintas formas, puesto que, en ocasiones, mostró una gestualidad poco ortodoxa, pero efectiva. Así, sale también de zona tratando de anticiparse a la acción ofensiva, jugadas en las que apenas tuvo mácula. Y aunque el filial pasó fases en un repliegue tendente a defender área, a campo abierto, otro tipo de situaciones en los que ha llamado la atención, ejerció un rol de corrector a campo abierto (ese del que carece el primer equipo) o, cuando lo requería el ataque, dando un paso hacia atrás y bloqueando con el cuerpo el avance del delantero o el disparo, hasta el punto de impedir que varios de ellos cogieran dirección a portería.
Entretanto, con el balón en los pies estuvo seguro, salvo por un par de pequeñas imperfecciones, propias de la edad, en una conducción hacia campo rival que concluyó con una pérdida o en una de esas acciones en las que, haciendo valer su corpulencia, controló orientado para ganar la posición y dar un pase de presunta seguridad, que a la postre no fue tal, dado que el fallo supuso una transición... que él mismo apagó. Esas entregas seguras fueron las más habituales en su tarjeta de presentación, aunque ocasionalmente buscó también romper líneas por dentro con varias hacia los atacantes o, con menos acierto, en largo hacia los costados.
Con todo, lo normal es hacer una llamada a la calma, habida cuenta de su edad e inexperiencia al más alto nivel, aunque se trata de un perfil que Pezzolano no tiene en su plantel (al menos, mientras Javi Sánchez esté lesionado); curiosamente, el de un zaguero que se pueda considerar especialista en la ganancia de duelos y cuya capacidad de correr a las espaldas permite defender a campo abierto, con metros por detrás, tal y como hizo el Real Valladolid en el camino hacia la Primera División y en las tres jornadas inaugurales, las transcurridas antes de vender a Boyomo.
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