Interpretación crítica sobre los microrrelatos
Hola. Me doy la bienvenida a mí mismo. Me gustaría analizar los microrrelatos ganadores del concurso del Real Valladolid. Lo primero es que no entiendo por qué no se publican los nombres de los finalistas que han quedado en segundo y tercer lugar y desde la Web del Pucela se enlaza con los textos premiados. Si es que Internet trata de eso, de enlazar.
Ahora voy con mi análisis.
El texto ganador es Desarraigo, de Ese (Pseudónimo de Cristina López Corral), el único nombre que conocemos. Lo que yo entiendo es que Ruy está en una barriada marginal. Gitanos, inmigrantes, algo así. Es el único que tiene los ojos azules y además no tiene mote y encima su padre es un sidoso de mucho cuidado, o un hombre cirrótico, vaya usted a saber. Ruy es del Pucela y su padre también, lo que no deja en buen lugar a nuestra afición, a la que se presenta como una banda de sifilíticos enfermos. El narrador del microrrelato es un jinchu julandrón que está enamorado en secreto de Ruy (“le odiaba por no mirarme, por ni siquiera verme, por no quererme. Tanto que, yo, el cabecilla, el chico duro, me hubiera dejado descuartizar por él”). Es decir, un mariconetti frustrado y al que encima le va el rollo sadomaso y que posiblemente se hubiera comido su propio pene marinado junto con el tal Ruy, como ya pasó en la vida real con el Caníbal de Gotemburgo. Sigamos. El narrador sarasa y sus colegas chunguitos se van de botellón y el rubiales Ray se va con ellos con su camiseta del Pucela, que al julandras le parece el no va más (a mí también). La pandilla basura está en un poblado (hay una furgoneta abandonada) y Ruy escucha a Tornadijo en la radio. La peña está a su bola, con la priva y el kalimotxo y el Ruy oye como gana el Pucela. Se pira a toda leche porque “tiene fiesta con el viejo”. Joer, como si el Pucela no ganase nunca. La fiesta con el viejo prefiero no imaginarla, porque aquí podríamos entrar en la realidad paternofilial: no era su padre, era su amante viejuno. El narrador se queda desolado porque ve cómo se pira Ruy para subir la cucaña de su presunto progenitor y le entra un ataque de celos del copón.
El jurado (luego hablaremos de ello) ha premiado el julandrismo, la pederastia, el botellón y el jinchismo con este relato.
Segundo premio, Pucela hasta la muerta, de Seda (Pseudónimo). No conocemos al autor real. El relato es de una frikez extrema y muy desasosegante. Hay unos fulanos en un tanatorio poniéndose púos a cangrejo. Nadie les conoce y van allí a armarla parda. Alaban las virtudes de los muertos (son dos los fallecidos). De repente entra un chaval y va hacia el grupo, que seguramente sea una secta de flipados, lo que tampoco deja en buen lugar a la afición pucelana. El recién llegado va con una camiseta negra del Real Valladolid. En la tele ponen un concierto de los Fresones Rebeldes, con el movidito tema “Al amanecer” y la gente se descojona. El grupo del que forma parte el narrador, nasti de plasti. El paisano que ha entrado se quita el abrigo y deja ver su camiseta pucelana. Nos enteramos que los muertos se han suicidado y son socios del Pucela (la osstia, que edificante) y llevan la primera y segunda camiseta, que conjuntan con las lilas, los claveles y la madre que lo parió. El visitante forma una terna con ellos y se ven las tres equipaciones. Hay unas rosas que jodden la imagen pictórica y el narrador se caga en todo (no haberlo escrito). En el final el narrador interpela al lector que desafortunadamente no ha ingerido ningún ácido y le pregunta si se va a unir a la secta, que planea un suicidio colectivo.
Tercer premio: dos relatos. El primero de ellos es Tú no lo entiendes, el relato de un esquizofrénico. El narrador es un aficionado del Real Valladolid que habla consigo mismo en un arrebato de locura, lo que no nos deja en buen lugar. El tío discute con su cerebro, seguramente dentro de una celda acolchada y con las manos atadas a la espalda. Está locatis perdido. Se llama a si mismo “sucio impostor” y se dice que hemos ganado al Madrid y que se pire. Se sobreentiende que al final llegan los loqueros y le meten un buen chute para que se tranquilice. Una payasada entre paréntesis que a la gente le ha gustado mucho porque tienen también un principio de trastornos cognitivos.
Segundo relato, Kirieleisón, el que más me gusta aunque el nombre esté un poco rebuscado. Kirieleisón es el canto que se hace a Dios al principio de la misa, en el introito (no confundir con el coito). Este relato habla por tanto del principio de la historia del Real Valladolid Deportivo. El autor es S. Niza (Pseudónimo) y con las letras podemos formar Sainz, el narrador del texto. Sainz fue el autor del primer gol en el primer partido oficial del Real Valladolid ante el Alavés. El tío está palmolive y enterrado pero se despierta para darnos la chapa. Antes despierta también a otros jugadores de aquella primera plantilla (Barbáchano, San Miguel, Montalbán, que no pueden descansar en paz por la pesadez de Sainz). Empieza a contar la batallita del primer gol. Nos dice que eran las ferias de San Mateo del año 1928 y que queda un año para el jueves negro de 1929, que ahora recordamos por la situación económica mundial. Luego se hace una gayola mental recordando como marcó a Beristain, el portero del Alavés y como un payo tiró su cigarro. Luego se cisca en la madre del directivo porque al final de aquella temporada le mandaron a tomar por el cacas porque era más malo que la tiña. Sainz (S. Niza) en su tumba recuerda una y otra vez el primer gol y los abrazos de la peña, la única cosa extraordinaria que hizo en su vida profesional. En este relato la afición blanquivioleta no sale malparada afortunadamente para todos.
Ahora vamos con el jurado que ha premiado estos textos tan estrambóticos. Primero Antonio Aragón, un tío de EFE y de elvalladolid.com, una web donde te metes y sale el rap de yo no corono rollos con bombo a toda osstia. Si estás en el curro baja los altavoces. Parece un chaval joven con cara de pantortas que no creo que haya leído muchos libros ni relatos cortos mas allá de los de la web del Real Valladolid, la mitad de los cuales no son microrrelatos sino gilipolleces sentimentales.
Luego está Chus Rodríguez, que pensé que era una pava pero el otro día le oí en Radio Marca y resulta que es un chavalín que no ha acabado ni la facultad. El fulano no tiene la culpa pero vamos que menudo jurado de mis pelotas.
El tercero es Iñigo Torres de Radio Nacional, al que no he oído nombrar en mi vida. Me imagino que será el típico viejuno gordo de RNE y no sé si es el mismo que aparece en Facebook debajo de una campana gigante cogiendo a un niño del cuello.
Estos tres barandas son los que han fallado los premios. Literatos de primer nivel como se ve y han premiado el rollo arco iris, el mariconismo, los suicidios, la esquizofrenia y a un cadáver plasta.
Buenos días y mala suerte.
Hola. Me doy la bienvenida a mí mismo. Me gustaría analizar los microrrelatos ganadores del concurso del Real Valladolid. Lo primero es que no entiendo por qué no se publican los nombres de los finalistas que han quedado en segundo y tercer lugar y desde la Web del Pucela se enlaza con los textos premiados. Si es que Internet trata de eso, de enlazar.
Ahora voy con mi análisis.
El texto ganador es Desarraigo, de Ese (Pseudónimo de Cristina López Corral), el único nombre que conocemos. Lo que yo entiendo es que Ruy está en una barriada marginal. Gitanos, inmigrantes, algo así. Es el único que tiene los ojos azules y además no tiene mote y encima su padre es un sidoso de mucho cuidado, o un hombre cirrótico, vaya usted a saber. Ruy es del Pucela y su padre también, lo que no deja en buen lugar a nuestra afición, a la que se presenta como una banda de sifilíticos enfermos. El narrador del microrrelato es un jinchu julandrón que está enamorado en secreto de Ruy (“le odiaba por no mirarme, por ni siquiera verme, por no quererme. Tanto que, yo, el cabecilla, el chico duro, me hubiera dejado descuartizar por él”). Es decir, un mariconetti frustrado y al que encima le va el rollo sadomaso y que posiblemente se hubiera comido su propio pene marinado junto con el tal Ruy, como ya pasó en la vida real con el Caníbal de Gotemburgo. Sigamos. El narrador sarasa y sus colegas chunguitos se van de botellón y el rubiales Ray se va con ellos con su camiseta del Pucela, que al julandras le parece el no va más (a mí también). La pandilla basura está en un poblado (hay una furgoneta abandonada) y Ruy escucha a Tornadijo en la radio. La peña está a su bola, con la priva y el kalimotxo y el Ruy oye como gana el Pucela. Se pira a toda leche porque “tiene fiesta con el viejo”. Joer, como si el Pucela no ganase nunca. La fiesta con el viejo prefiero no imaginarla, porque aquí podríamos entrar en la realidad paternofilial: no era su padre, era su amante viejuno. El narrador se queda desolado porque ve cómo se pira Ruy para subir la cucaña de su presunto progenitor y le entra un ataque de celos del copón.
El jurado (luego hablaremos de ello) ha premiado el julandrismo, la pederastia, el botellón y el jinchismo con este relato.
Segundo premio, Pucela hasta la muerta, de Seda (Pseudónimo). No conocemos al autor real. El relato es de una frikez extrema y muy desasosegante. Hay unos fulanos en un tanatorio poniéndose púos a cangrejo. Nadie les conoce y van allí a armarla parda. Alaban las virtudes de los muertos (son dos los fallecidos). De repente entra un chaval y va hacia el grupo, que seguramente sea una secta de flipados, lo que tampoco deja en buen lugar a la afición pucelana. El recién llegado va con una camiseta negra del Real Valladolid. En la tele ponen un concierto de los Fresones Rebeldes, con el movidito tema “Al amanecer” y la gente se descojona. El grupo del que forma parte el narrador, nasti de plasti. El paisano que ha entrado se quita el abrigo y deja ver su camiseta pucelana. Nos enteramos que los muertos se han suicidado y son socios del Pucela (la osstia, que edificante) y llevan la primera y segunda camiseta, que conjuntan con las lilas, los claveles y la madre que lo parió. El visitante forma una terna con ellos y se ven las tres equipaciones. Hay unas rosas que jodden la imagen pictórica y el narrador se caga en todo (no haberlo escrito). En el final el narrador interpela al lector que desafortunadamente no ha ingerido ningún ácido y le pregunta si se va a unir a la secta, que planea un suicidio colectivo.
Tercer premio: dos relatos. El primero de ellos es Tú no lo entiendes, el relato de un esquizofrénico. El narrador es un aficionado del Real Valladolid que habla consigo mismo en un arrebato de locura, lo que no nos deja en buen lugar. El tío discute con su cerebro, seguramente dentro de una celda acolchada y con las manos atadas a la espalda. Está locatis perdido. Se llama a si mismo “sucio impostor” y se dice que hemos ganado al Madrid y que se pire. Se sobreentiende que al final llegan los loqueros y le meten un buen chute para que se tranquilice. Una payasada entre paréntesis que a la gente le ha gustado mucho porque tienen también un principio de trastornos cognitivos.
Segundo relato, Kirieleisón, el que más me gusta aunque el nombre esté un poco rebuscado. Kirieleisón es el canto que se hace a Dios al principio de la misa, en el introito (no confundir con el coito). Este relato habla por tanto del principio de la historia del Real Valladolid Deportivo. El autor es S. Niza (Pseudónimo) y con las letras podemos formar Sainz, el narrador del texto. Sainz fue el autor del primer gol en el primer partido oficial del Real Valladolid ante el Alavés. El tío está palmolive y enterrado pero se despierta para darnos la chapa. Antes despierta también a otros jugadores de aquella primera plantilla (Barbáchano, San Miguel, Montalbán, que no pueden descansar en paz por la pesadez de Sainz). Empieza a contar la batallita del primer gol. Nos dice que eran las ferias de San Mateo del año 1928 y que queda un año para el jueves negro de 1929, que ahora recordamos por la situación económica mundial. Luego se hace una gayola mental recordando como marcó a Beristain, el portero del Alavés y como un payo tiró su cigarro. Luego se cisca en la madre del directivo porque al final de aquella temporada le mandaron a tomar por el cacas porque era más malo que la tiña. Sainz (S. Niza) en su tumba recuerda una y otra vez el primer gol y los abrazos de la peña, la única cosa extraordinaria que hizo en su vida profesional. En este relato la afición blanquivioleta no sale malparada afortunadamente para todos.
Ahora vamos con el jurado que ha premiado estos textos tan estrambóticos. Primero Antonio Aragón, un tío de EFE y de elvalladolid.com, una web donde te metes y sale el rap de yo no corono rollos con bombo a toda osstia. Si estás en el curro baja los altavoces. Parece un chaval joven con cara de pantortas que no creo que haya leído muchos libros ni relatos cortos mas allá de los de la web del Real Valladolid, la mitad de los cuales no son microrrelatos sino gilipolleces sentimentales.
Luego está Chus Rodríguez, que pensé que era una pava pero el otro día le oí en Radio Marca y resulta que es un chavalín que no ha acabado ni la facultad. El fulano no tiene la culpa pero vamos que menudo jurado de mis pelotas.
El tercero es Iñigo Torres de Radio Nacional, al que no he oído nombrar en mi vida. Me imagino que será el típico viejuno gordo de RNE y no sé si es el mismo que aparece en Facebook debajo de una campana gigante cogiendo a un niño del cuello.
Estos tres barandas son los que han fallado los premios. Literatos de primer nivel como se ve y han premiado el rollo arco iris, el mariconismo, los suicidios, la esquizofrenia y a un cadáver plasta.
Buenos días y mala suerte.