La nueva vida de Carlos Lázaro
El que fuese futbolista del Real Valladolid, Huesca y Alavés, entre otros, colgó las botas en enero de 2018 obligado por una lesión en su rodilla derecha. Desde hace cinco meses es el concejal de Deportes de Olmedo
El olmedano llegó al Pucela en infantiles y debutó en Primera en enero de 2010. Luego pasó por Huesca, Alavés, Hércules, Mirandés y Lleida
Carlos Lázaro llegó a los Anexos con 12 años. En categoría infantil. Tras destacar en las escuelas de su pueblo y después de haber jugado dos años, como alevín, en Íscar, le llamó Félix Toral, por entonces técnico de categorías inferiores, para el Infantil B. «De mi época son Quique González, también Asenjo o Jesús Rueda», recuerda sobre algunos de los futbolistas que se mantienen en la elite de su etapa en las categorías inferiores del Real Valladolid.
Con el club blanquivioleta fue quemando etapas hasta que en la temporada 2007-08, con 17 años, ascendió y jugó algunos partidos con el Promesas (entrenado por Alfredo Merino). Aún en edad juvenil hizo la pretemporada con el primer equipo, bajo la batuta de Mendilibar, en Mierlo (Holanda) en 2008 y fue internacional con la selección española sub 18 y sub 19 (en una generación con, entre otros, Mario Gaspar, Nacho, Illarramendi, Joselu o Iago Falqué), quedándose a las puertas de jugar el Campeonato de Europa de esa categoría sub 19.
Esa temporada fue titular indiscutible con Paco de la Fuente y Onésimo en el filial; y en la siguiente, la 2009-10, le llegaría su debut en Primera. Fue en El Sardinero el 17 de enero de 2010, con empate a uno al final. Salió en un centro del campo con Borja y Medunjanin, con Jonathan Sesma y Diego Costa por delante; y Pedro López, Baraja, Luis Prieto, César Arzo y Alberto Marcos, con Justo Villar, por detrás. «Mi meta era llegar a Primera», reconocía esa día tras su debut. Jugó los 90 minutos y eso le permitió mantenerse en el once la siguiente jornada, ante todo un Barcelona. Él lo veía complicado pero Mendilibar siguió apostando por el vallisoletano. En el José Zorrilla se midió de tú a tú con Xavi e Iniesta, con Messi, Henry e Ibrahimovic... los blanquivioleta perdieron pero las sensaciones con el de Olmedo fueron muy buenas. De la jornada 18 a la 26 jugó ocho encuentros -todos menos uno-.
El último le enfrentó al Real Madrid de Casillas, Sergio Ramos, Cristiano Ronaldo e Higuaín.
Fue su último partido en Primera. Dos semanas después tuvo que ser operado de una rotura en el menisco externo de su rodilla derecha.
Ahí comenzó su calvario con las lesiones. Más tarde volvió a quirófano por derrames de líquido sinovial.
La 2011-12 la pasó en blanco. Y la siguiente fue cedido al Huesca, donde permaneció dos temporadas antes de rescindir con el Pucela e irse al Alavés -el pasado sábado estuvo en Mendizorroza viendo al Pucela-. Luego militaría en el Hércules, el Mirandés y el Lleida.
Ve fútbol. Todo el que puede. «Ahora cuando veo un partido y lo pienso: parece lejos, pero solo ha pasado un año y algo», sentencia.
Esta temporada ya ha estado en dos encuentros en el José Zorrilla y no descarta que su futuro pueda estar ligado al balompié -tiene el nivel 1 y 2 de entrenador-: «Del fútbol me gusta la táctica, las entrañas... ¿Quién sabe en un futuro?».
Y ahora qué hago? Siempre me ha encantado el deporte y ahora ya no me levantaré para ir a entrenar». Carlos Lázaro echa la vista atrás y recuerda a la perfección el momento de ‘colgar las botas’, de dejar una vida vinculada y unida al fútbol por una lesión. No ha pasado mucho. No llega a los dos años desde que en enero de 2018 su rodilla derecha dijo basta. Y hoy, el que fuese centrocampista del Real Valladolid, Huesca y Alavés, entre otros equipos, habla de ello tranquilo, sin haber pasado por luz y taquígrafo, sin haber hecho oficial esa retirada -«fue duro y complicado; la gente me veía por el pueblo y me preguntaba qué hacía aquí», añade-, desde su nueva ocupación como concejal de Deportes de Olmedo: «Quería ayudar al pueblo, quería devolver todo el apoyo que me dio durante esos años... no soy político ni seguía mucho la política, pero me lo tomo como una forma de ayudar a mi pueblo, en este caso junto a Alfonso y de la mano del PP».
Carlos Lázaro es hoy un olmedano más, aunque su rutina diaria es muy diferente a la que vivía hasta ese enero de 2018. «Todo empezó en verano de 2017 cuando hago la visita anual al doctor Cugat. Iba todos los años a que me hiciesen una valoración de la rodilla y ese verano me comentó que empezase a pensar en la posibilidad de que me tuviese que dedicar a otra cosa que no fuese el fútbol», arranca. El exfutbolista llevaba desde 2010 con problemas en la rodilla derecha. Ese año debutó en Primera con el Pucela y también tuvo que pasar por el quirófano en dos ocasiones para reparar el menisco externo: «Se me inflamaba mucho, por eso esa segunda operación. Y en 2011 tuve que parar». Pasó por la consulta de Guillén y acabó en Cugat, dos de las eminencias españolas en traumatología. Con el segundo comenzó a ver algo de luz gracias a un tratamiento conservador y factores de crecimiento; y a una tercera operación a principios de la temporada 2011-2012.
Ese 2017 todo comenzó a torcerse. El cartílago empezaba a estar desgastado. Aun así estaba aún para jugar y firmó dos temporadas con el Lleida. «Empecé a jugar, aguantaba bien el dolor aunque en cada impacto lo notaba. El día a día era llevadero pero mi cabeza ya no estaba al cien por cien en el fútbol», reconoce. El cambio de superficie, con césped artificial en Segunda B, tampoco ayudó. Ni el club, que en enero le dijo que no quería contar más con él. «Les dije que había que llegar a un acuerdo porque tenía un año y medio más de contrato, pero antes de que negociasen conmigo me entero, a través de la AFE y de la RFEF, que me han dado la baja sin mi consentimiento ni mi firma», apunta sobre el incidente que, por supuesto, denunció.
Justo entonces volvió a lastimarse en su maltrecha rodilla: «El dolor era diferente y me dijeron que tenía roto el menisco interno. Me querían operar sin saber mis antecedentes». Por eso, antes de volver a pasar por quirófano buscó más opiniones... pasó un mes... y la Mutua le trasladó el expediente a casa.
«Me dijeron que no hay solución tras varias consultas y la Mutua pasó mi expediente al Tribunal Médico. Este año me han dado la incapacidad», concreta sobre lo vivido. «Quería seguir, tuve ofertas, pero no podía aprovecharme porque no estaba para jugar al fútbol», se sincera.
Por entonces, Carlos Lázaro ya era consciente de que su rodilla había llegado a su final, sin apenas cartílago, con una mayor degradación entre tibia y fémur... «Había cosas que antes podía hacer que ya no podía, tardaba más en recuperarme entre partido y partido. Y cuando estás pensando en qué no hacer en el campo para que no te duela, no disfrutas».
No hay fecha exacta de ese adiós oficial. Enero... febrero de 2018... aunque el momento de abrir los ojos fue el verano anterior. «Lo pasé mal, sobre todo los meses siguientes, que ya sabes que no vas a jugar más al fútbol», vuelve a echar la vista atrás: «¿Y ahora qué hago?». Se apoyó en su familia, en su novia. Se refugió en su pueblo, Olmedo (nació en Medina, pero es olmedano de pura cepa). «Cuando estás fuera del fútbol te das cuenta de dónde has estado. Es una vida ficticia, entre comillas. Lo tienes todo al momento... y cuando lo dejas ves los problemas de la gente, de tus amigos, ves el mundo real», afirma hablando de lo que fue y de lo que llega después, un paso que él dio obligado y mucho antes de lo que lo suelen hacer los deportistas, a los 27 años.
Olmedo siempre ha estado a su lado. Desde que debutó en Primera y jugó ante Barcelona o Real Madrid. Y, por eso, pensó en devolverle lo que le había dado: «Le comenté a Alfonso Centeno la posibilidad de ayudar de alguna manera y surgió esta opción. Me lo propuso y yo encantado». En junio tomó cargo de su puesto de concejal de Deportes: «Es algo enriquecedor. Cada vez que ves a alguien contento por algo realizado es gratificador».
Su jornada es ahora diferente a la de hace unos años. Pasa muchas horas por las mañanas con el técnico de Deportes, Carlos Heras, en el polideportivo. En él se está apoyando estos primeros meses de mucho aprendizaje. Preparan las actividades para mayores (yoga, pilates, gimnasia...), las escuelas deportivas (de baloncesto, ajedrez, gimnasia rítmica, pequedeporte...) «Queremos que la gente haga cada vez más deporte», argumenta sobre su trabajo en esta localidad de casi 4.000 habitantes.
«La experiencia de mi época de futbolista, de conocer a tanta gente en ambientes diferentes, la traslado ahora a mi terreno. La Concejalía tiene cosas buenas y otras no tan buenas, pero el deporte me ayuda a relacionarme con la gente», argumenta sobre esa nueva relación con la política.
Además de concejal, Carlos Lázaro trabaja como entrenador personal y masajista en JVMed, en Valladolid; y estudia para Técnico Superior en Enseñanza y Animación Sociodeportiva: «Cuando lo dejé no quería parar y empecé a aumentar conocimientos». ¿El deporte? «Sigo haciendo, lo que puedo... Es importante para la mente».
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