Comienzo yo a poner un articulo de la revista Quo en la version digital sobre investigaciones sobre una red inalambrica... Un futuro "sin enchufes"
http://www.quo.orange.es/reportajes/4768_1.html
EL AIRE ESTÁ CARGADO
¿Imaginas que tu móvil, tu PC y tu cámara ‘repostasen’ solos? La solución es la witricidad, la nueva electricidad sin cables.
Tal como reza ese viejo chiste, si sabes de electricidad, te darás cuenta de que esto no es corriente. En la era de la tecnología sin hilos, en la que las webs llegan “volando” a tu portátil, tu teléfono se entiende por Bluetooth con el manos libres del coche, las llamadas viajan a tu terminal casi directamente desde un satélite y escuchamos (¡desde hace casi un siglo!) emisoras de radio a miles de kilómetros, resulta que seguimos dependiendo de un enchufe en la pared y un cargador o un cable de corriente. ¿A que no habías caído? Pero no sufras, no es nada comparado con el sentimiento de ridículo que asaltó a los científicos del Massachusetts Institute of Technology (MIT) al darse cuenta de dos cosas: que a ellos también se les había olvidado inventarlo y que, encima, la transmisión de electricidad por vía aérea quizá pueda resolverse gracias a un principio físico que se estudia el primer día que te matriculas en Ciencias Físicas: la resonancia magnética (véase el gráfico en el pdf). Uno imagina a un equipo de investigadores en bata hilando estas ideas en su laboratorio, cuando en realidad el hallazgo nació en pijama, en una cocina y en plena noche. “Era la sexta vez en un mes que mi móvil me despertaba con el pitido que te avisa de que hay que cargarlo”, ha contado el impulsor del proyecto, el profesor Marin Solijacic. “Así que se me ocurrió que sería estupendo que él mismo se ocupase de recargarse.” Este investigador y sus cinco compañeros de los departamentos de Física, Ingeniería Eléctrica e Informática, y del Instituto de Nanotecnología para el Soldado (todos dependientes del MIT) sabían que cuando dos objetos vibran con la misma frecuencia (se “acoplan”, en términos técnicos), comienzan a intercambiar energía. ¿Por qué un pelotón de soldados rompe el paso cuando desfila sobre un puente? Porque si la frecuencia de la onda que producen los pasos de todos a la vez acaba igualándose a la de resonancia del suelo (cada cuerpo tiene la suya), la pasarela se acopla con la onda del pelotón y comienza a ondear (a resonar) hasta romperse. Este es un ejemplo de resonancia mecánica, pero también la hay de tipo eléctrico, acústico –las famosas copas que estallan con el do de pecho de una soprano– y de índole magnética.
Esto no duele nada
Esta última es en la que se centraron, porque los materiales más cotidianos interactúan muy débilmente con este tipo de campos. O dicho de otro modo, no produciría estropicios en la vajilla del salón y sería inocua para la salud: “El cuerpo responde mucho a los campos eléctricos, y por eso podemos cocinar pollo en el microondas; pero el organismo absorbe sin más los campos magnéticos”, explica John Pendy, un físico del Imperial College of London que verificó el experimento. Y lo comprobaron. El equipo de Solijacic fabricó una bobina de cobre y le instaló un enchufe. A dos metros de distancia, montó otra muy parecida, conectada a una bombilla, y se aseguró de saber a qué frecuencia le “gustaba” vibrar. Al aplicarle corriente a la bobina emisora, esta generó un campo magnético que la hizo vibrar, pero le añadieron una especie de regulador que lograba que esa frecuencia de oscilación fuera la misma que la de la receptora. Entonces ocurrió el milagro: al igualarse ambas oscilaciones comenzó a circular la energía y la bombilla de 60 vatios iluminó la habitación. Y estaban todos bien, auque se hubieran cruzado en la linea que separaba ambos artefactos. Robert Moffat, miembro del equipo, explica con entusiasmo que la gran ventaja reside en que la corriente que el campo genera, pero que sobra –porque, por así decirlo, la bombilla no le “pide” más–, queda en el entorno de la bobina emisora. Eso evita radiaciones y el malgasto de energía. Otro gran hallazgo de este experimento revolucionario es que la energía es capaz de sortear objetos y paredes, siempre que no estén a más de dos metros. ¿Solamente? Sí, porque la potencia de transmisión depende mucho del tamaño de las bobinas; las del experimento tenían 33 cm, y eso dio para una distancia unas 6 veces ese tamaño (dos metros) con una eficiencia del 40%. Así que lograr mayores distancias obligaría a construir emisoras demasiado aparatosas. Pero esto se arregla muy fácilmente colocando una base en cada habitación. Otro detalle nada desdeñable es que esos 60 vatios son suficientes para cargar un portátil, un teléfono móvil y cualquier dispositivo electrónico. Es más: si esta tecnología se generaliza, podríamos llegar a ahorrarnos el peso, el gasto y la contaminación que suponen las actuales baterías, porque el aire estaría siempre cargado. Y nunca mejor dicho.
A mi de primeras no me parece nada nuevo, parece una especie de "efecto trasformador" pero en toda la casa. Util por lo menos seria, no depender de cargadores ni enchufes para esta vida tan electronica que estamos tomando