Los mejores recuerdos de mi vida los tengo del viejo Zorrilla. Echo de menos aquellos tiempos y aquél estadio céntrico en el que el ambiente antes y después del partido era maravilloso. En las tribunas el fútbol se veía bien, salvo que te tocara una columna (muy numerososas) que te partían el partido en dos (sobre todo las de tribuna A, al ser una tribuna más pequeña molestaban muchísimo, mientras en la D era más complicado que te tocaran). En lo que se llamaba General, si pillabas fondo detrás de la portería se veía muy bien, pero en los laterales las pasabas canutas, sobre todo en los de la hípica al lado de tribuna A, que eran muy bajitos y en los que te encontrabas con la valla del terreno de juego, que era muy alta. Y en la nueva Tribuna de Fondo Norte, que se instaló con el ascenso, se estaba de lujo, salvo cuando llovía. Recuerdo el partido contra el Salamanca de esa temporada en el que cayó una tromba de agua enorme que dejó el estadio vacío, fundamentalmente aquella tribuna, descubierta y sentada.
Al final del partido, siempre me quedaba en la puerta de los vestuarios a ver a los jugadores y a todo el entramado de periodistas, directivos y demás. Y allí siempre nos juntábamos veinte o treinta que nos conocíamos de vernos cada partido. Recuerdo a Julio y Javier Ares, y al entrañable Juan Pascual, al que siempre preguntábamos como había quedado el promesas; y siempre se metía en el vestuario y a los diez minutos nos informaba a los niños que allí estábamos de como había quedado el filial. Recuerdo a Ramón Martínez y Santi Llorente, al Presidente Gonzalo Alonso, siempre muy simpático y abierto con todo el mundo. Y es que, mientras el equipo estuvo en segunda, se trataba de un ambiente muy familiar y muy sano, en el que los jugadores, periodistas y público hablabamos tranquilamente del partido, como si nos conociéramos de toda la vida.
El año del ascenso, en primera, ya se quedaba mucha gente. Sorprendente sobre todo el día de la Real Sociedad, con jugadores tan carismáticos como López Ufarte y Arconada, que eran los estrellas de entonces (como Messi o Cristiano ahora). Arconada entró en el autobús a empujones y de milagro, ante el acoso de decenas de personas y sobre todo niñas, que se lanzaron a por él como posesas. Eran otros tiempos, sin duda. No sé si mejores o peores. Sé que a mí me gustaban más que los de ahora.
Un saludo.