10/05/2012
Por Mario Ornat
El hombre de las cien victorias
La portentosa exhibición de los All Blacks en La Plata (el sonoro 15-54 a Argentina) permitió avispar algunas cimas del juego de los negros, a los que todo el mundo hemos mirado en estas últimas semanas del Rugby Championship con una ceja levantada: un gesto que mezclaba el reconocimiento implícito de su superioridad y algunos matices que venían a expresar que su juego aún tenía que rebasar unos cuantos niveles más hasta conquistarnos. Son los mejores, de eso puede que no quepan dudas; ahora, ¿dónde estaba su mejor versión? Bueno, fue la de La Plata. El partido ha provocado ya una reacción muy al uso en este mundo del info-tainment en el que vivimos. Entiéndase: la información como entretenimiento. La generación de debates, vengan o no al caso. En el que nos ocupa, la pregunta habitual en el deporte: ¿Son estos All Blacks el mejor equipo de la historia? Esta semana ya hemos leído posicionamientos a ese respecto. Sinceramente, uno carece de la perspectiva necesaria para un juicio tan amplio, exhaustivo y profundo. Las estadísticas probablemente subrayan una evidente grandeza, pero en los números a menudo quedan extraviados muchos matices, aspectos incomparables cuando se habla de épocas diferentes. Por ahora, quedémonos con que los All Blacks han ganado en un suspiro este primer Rugby Championship, que van a por su 16ª victoria consecutiva y a por un cierre con pleno de triunfos: en Soweto, en el Soccer City Stadium sudafricano, buscan el seis de seis. Contra los Springboks, que también alcanzaron un cénit con su excelente encuentro frente a Australia la semana pasada.
Los All Blacks son el único equipo con cierta regularidad de victorias en territorio Springbok, un lugar resistente a las conquistas ajenas. El partido promete ser un enfrentamiento superlativo, entre los dos mejores equipos del mundo en este momento (y en muchos momentos) y con una referencia de subida, de mejora y progresión en sus últimas apariciones. Sudáfrica ha vivido su semana más unánime desde hace meses, con la aparición de Johan Goosen en el número 10 como argumento de consenso. Los Springboks jugaron de forma magnífica contra Australia. Pero no sólo por la influencia de Goosen en su estilo, sino porque hicieron un sinfín de cosas muy bien en aspectos muy diversos y en zonas bien distintas del campo: el partido de Louw y Bekker, ahí delante, uno en el juego abierto y otro en fases estáticas y defensivas, fue verdaderamente monumental. Y hubo más destacados. Ya hablamos de todo eso. Otra cosa es pensar que el equipo de Heyneke Meyer va a abrazar ahora la exuberancia con la pelota como modelo; y, más aún, frente a los All Blacks. Hay un dato de ese partido contra Australia que puede resultar definitorio: los Springboks placaron 185 veces. El récord absoluto de su historia. Se dice pronto. Si en el partido en Dunedin contra los All Blacks nos pareció que jugaron duro y tuvieron la victoria a los pies de sus pateadores, considérese que ese día no alcanzaron a hacer ni la mitad de los placajes del sábado último. Leyendo entre líneas: los Bokke defendieron como energúmenos y, cuando tuvieron la pelota (ahí sí hubo diferencia) la usaron con mucha más velocidad y con el criterio redoblado de dos jugadores pensando en crear a más ritmo: Pienaar en el puesto de medio de melé y por supuesto Goosen desde el 10.
Así que lo de este sábado va a ser una conflagración de primer orden. Como va a ser mucho mejor verlo que tratar de imaginarlo aquí, nos referiremos sólo a una evidencia estadística que subraya la figura de un jugador que traspasará los tiempos: el incomensurable Richie McCaw. Si los All Blacks ganan hoy, His Richieness alcanzará las cien victorias en partidos test match. Un logro inédito que expande la impresión de que estamos ante uno de los flankers más grandes de todos los tiempos: los historiadores lo enmarcan en un cuadro de honor que va de Michael Jones (NZ), al que casi todo el mundo considera el mejor sin discusiones, a Jean Pierre Rives o Jean Prat (FRA); de Ian Kirkpatrick (NZ) a Fergus Slattery (IRL) o George Smith (AUS); o Wavell Wakefield (ING) o François Pienaar (SA) o Peter Winterbottom (ING). Una vez más, las apreciaciones absolutas van demasiado lejos como para alcanzarlas con nuestra memoria, siempre parcial por gustos personales y por incapacidad temporal, pero desde luego uno ha visto pocos jugadores con la capacidad de McCaw para ejercer el papel de un tercera abierto, su altísimo ratio de trabajo, la determinación de lucha y de victoria, la interpretación del juego, la lucidez mezclada con la fiereza y, por encima de cualquier cosa, la consistencia, la perdurabilidad. Cuesta encontrarle a McCaw un mal partido. Semejante fiabilidad de rendimiento, sostenida a través de muchos años de presencia en la élite del rugby, y en un entorno de excelencia como el que suponen los All Blacks, con su extensísima y dominante historia en el planeta oval, obliga a hablar de un grande de todos los tiempos.
Mejor que nadie puede perfilar su estatura uno de sus descubridores, el gran Sean Fitzpatrick, que lo dirigió en el equipo sub-21 de Nueva Zelanda y vio en él desde el principio a una estrella en ciernes: "En los All Blacks tenemos una regla, según la cual siempre debes considerarte no el dueño de la camiseta, sino un 'aspirante' a ella, el número 2 en la línea. Nadie es el dueño de ninguna camiseta, es algo que te tienes ganar otra vez, de cero, cada vez que los All Blacks juegan. En tu cabeza, siempre has de ser el que reta al dueño. Richie McCaw ha sido la encarnación de ese espíritu. Su consistencia es absolutamente sobresaliente. ¿Alguien le recuerda un mal partido? En el fondo, para completar una carrera de All Black como la de McCaw, te tienes que enfrentar a cada partido con la energía y la pasión del joven que eras el día que ganaste tu primer entorchado internacional. Tienes que jugar con el mismo hambre. Con la misma determinación de demostrar, cada vez que saltas al campo, que eres el mejor. Lograr y mantener esa intensidad, ese deseo durante una década es algo verdaderamente excepcional. Con Richie sabíamos desde el principio que sería una estrella. La única duda era si podría mantenerse en la forma precisa y más o menos a salvo de lesiones para asumir durante tantos años el desgaste y la dureza que soporta un flanker abierto. La exigencia física es enorme, no hay ni un solo día tranquilo en la oficina. Por eso, su longevidad es extraordinaria".
Richie McCaw ha anunciado que se tomará un año sabático cuando finalicen los tests de noviembre en el hemisferio norte. Mientras tanto, ahí sigue. Parece que haya sido el flanker de Nueva Zelanda toda nuestra vida. O durante unas cuantas vidas.
Sudáfrica: 15 Zane Kirchner, 14 Bryan Habana, 13 Jaco Taute, 12 Jean de Villiers (c), 11 Francois Hougaard, 10 Johan Goosen, 9 Ruan Pienaar, 8 Duane Vermeulen, 7 Willem Alberts, 6 Francois Louw, 5 Andries Bekker, 4 Eben Etzebeth, 3 Jannie du Plessis, 2 Adriaan Strauss, 1 Tendai Mtawarira.
Banquillo: 16 Tiaan Liebenberg, 17 Coenie Oosthuizen, 18 Flip van der Merwe, 19 Marcell Coetzee, 20 Elton Jantjies, 21 Juan de Jongh, 22 Pat Lambie.
Nueva Zelanda: 15 Israel Dagg, 14 Cory Jane, 13 Conrad Smith, 12 Ma'a Nonu, 11 Hosea Gear, 10 Daniel Carter, 9 Aaron Smith, 8 Kieran Read, 7 Richie McCaw (c), 6 Liam Messam, 5 Sam Whitelock, 4 Brodie Retallick, 3 Owen Franks, 2 Andrew Hore, 1 Tony Woodcock.
Banquillo: 16 Keven Mealamu, 17 Ben Franks, 18 Luke Romano, 19 Adam Thomson, 20 Piri Weepu, 21 Aaron Cruden, 22 Tamati Ellison.
(contiene video)
http://blogs.as.com/mam_quiero_ser_pilier/2012/10/el-hombre-de-las-cien-victorias.html
Por Mario Ornat
El hombre de las cien victorias
La portentosa exhibición de los All Blacks en La Plata (el sonoro 15-54 a Argentina) permitió avispar algunas cimas del juego de los negros, a los que todo el mundo hemos mirado en estas últimas semanas del Rugby Championship con una ceja levantada: un gesto que mezclaba el reconocimiento implícito de su superioridad y algunos matices que venían a expresar que su juego aún tenía que rebasar unos cuantos niveles más hasta conquistarnos. Son los mejores, de eso puede que no quepan dudas; ahora, ¿dónde estaba su mejor versión? Bueno, fue la de La Plata. El partido ha provocado ya una reacción muy al uso en este mundo del info-tainment en el que vivimos. Entiéndase: la información como entretenimiento. La generación de debates, vengan o no al caso. En el que nos ocupa, la pregunta habitual en el deporte: ¿Son estos All Blacks el mejor equipo de la historia? Esta semana ya hemos leído posicionamientos a ese respecto. Sinceramente, uno carece de la perspectiva necesaria para un juicio tan amplio, exhaustivo y profundo. Las estadísticas probablemente subrayan una evidente grandeza, pero en los números a menudo quedan extraviados muchos matices, aspectos incomparables cuando se habla de épocas diferentes. Por ahora, quedémonos con que los All Blacks han ganado en un suspiro este primer Rugby Championship, que van a por su 16ª victoria consecutiva y a por un cierre con pleno de triunfos: en Soweto, en el Soccer City Stadium sudafricano, buscan el seis de seis. Contra los Springboks, que también alcanzaron un cénit con su excelente encuentro frente a Australia la semana pasada.
Los All Blacks son el único equipo con cierta regularidad de victorias en territorio Springbok, un lugar resistente a las conquistas ajenas. El partido promete ser un enfrentamiento superlativo, entre los dos mejores equipos del mundo en este momento (y en muchos momentos) y con una referencia de subida, de mejora y progresión en sus últimas apariciones. Sudáfrica ha vivido su semana más unánime desde hace meses, con la aparición de Johan Goosen en el número 10 como argumento de consenso. Los Springboks jugaron de forma magnífica contra Australia. Pero no sólo por la influencia de Goosen en su estilo, sino porque hicieron un sinfín de cosas muy bien en aspectos muy diversos y en zonas bien distintas del campo: el partido de Louw y Bekker, ahí delante, uno en el juego abierto y otro en fases estáticas y defensivas, fue verdaderamente monumental. Y hubo más destacados. Ya hablamos de todo eso. Otra cosa es pensar que el equipo de Heyneke Meyer va a abrazar ahora la exuberancia con la pelota como modelo; y, más aún, frente a los All Blacks. Hay un dato de ese partido contra Australia que puede resultar definitorio: los Springboks placaron 185 veces. El récord absoluto de su historia. Se dice pronto. Si en el partido en Dunedin contra los All Blacks nos pareció que jugaron duro y tuvieron la victoria a los pies de sus pateadores, considérese que ese día no alcanzaron a hacer ni la mitad de los placajes del sábado último. Leyendo entre líneas: los Bokke defendieron como energúmenos y, cuando tuvieron la pelota (ahí sí hubo diferencia) la usaron con mucha más velocidad y con el criterio redoblado de dos jugadores pensando en crear a más ritmo: Pienaar en el puesto de medio de melé y por supuesto Goosen desde el 10.
Así que lo de este sábado va a ser una conflagración de primer orden. Como va a ser mucho mejor verlo que tratar de imaginarlo aquí, nos referiremos sólo a una evidencia estadística que subraya la figura de un jugador que traspasará los tiempos: el incomensurable Richie McCaw. Si los All Blacks ganan hoy, His Richieness alcanzará las cien victorias en partidos test match. Un logro inédito que expande la impresión de que estamos ante uno de los flankers más grandes de todos los tiempos: los historiadores lo enmarcan en un cuadro de honor que va de Michael Jones (NZ), al que casi todo el mundo considera el mejor sin discusiones, a Jean Pierre Rives o Jean Prat (FRA); de Ian Kirkpatrick (NZ) a Fergus Slattery (IRL) o George Smith (AUS); o Wavell Wakefield (ING) o François Pienaar (SA) o Peter Winterbottom (ING). Una vez más, las apreciaciones absolutas van demasiado lejos como para alcanzarlas con nuestra memoria, siempre parcial por gustos personales y por incapacidad temporal, pero desde luego uno ha visto pocos jugadores con la capacidad de McCaw para ejercer el papel de un tercera abierto, su altísimo ratio de trabajo, la determinación de lucha y de victoria, la interpretación del juego, la lucidez mezclada con la fiereza y, por encima de cualquier cosa, la consistencia, la perdurabilidad. Cuesta encontrarle a McCaw un mal partido. Semejante fiabilidad de rendimiento, sostenida a través de muchos años de presencia en la élite del rugby, y en un entorno de excelencia como el que suponen los All Blacks, con su extensísima y dominante historia en el planeta oval, obliga a hablar de un grande de todos los tiempos.
Mejor que nadie puede perfilar su estatura uno de sus descubridores, el gran Sean Fitzpatrick, que lo dirigió en el equipo sub-21 de Nueva Zelanda y vio en él desde el principio a una estrella en ciernes: "En los All Blacks tenemos una regla, según la cual siempre debes considerarte no el dueño de la camiseta, sino un 'aspirante' a ella, el número 2 en la línea. Nadie es el dueño de ninguna camiseta, es algo que te tienes ganar otra vez, de cero, cada vez que los All Blacks juegan. En tu cabeza, siempre has de ser el que reta al dueño. Richie McCaw ha sido la encarnación de ese espíritu. Su consistencia es absolutamente sobresaliente. ¿Alguien le recuerda un mal partido? En el fondo, para completar una carrera de All Black como la de McCaw, te tienes que enfrentar a cada partido con la energía y la pasión del joven que eras el día que ganaste tu primer entorchado internacional. Tienes que jugar con el mismo hambre. Con la misma determinación de demostrar, cada vez que saltas al campo, que eres el mejor. Lograr y mantener esa intensidad, ese deseo durante una década es algo verdaderamente excepcional. Con Richie sabíamos desde el principio que sería una estrella. La única duda era si podría mantenerse en la forma precisa y más o menos a salvo de lesiones para asumir durante tantos años el desgaste y la dureza que soporta un flanker abierto. La exigencia física es enorme, no hay ni un solo día tranquilo en la oficina. Por eso, su longevidad es extraordinaria".
Richie McCaw ha anunciado que se tomará un año sabático cuando finalicen los tests de noviembre en el hemisferio norte. Mientras tanto, ahí sigue. Parece que haya sido el flanker de Nueva Zelanda toda nuestra vida. O durante unas cuantas vidas.
Sudáfrica: 15 Zane Kirchner, 14 Bryan Habana, 13 Jaco Taute, 12 Jean de Villiers (c), 11 Francois Hougaard, 10 Johan Goosen, 9 Ruan Pienaar, 8 Duane Vermeulen, 7 Willem Alberts, 6 Francois Louw, 5 Andries Bekker, 4 Eben Etzebeth, 3 Jannie du Plessis, 2 Adriaan Strauss, 1 Tendai Mtawarira.
Banquillo: 16 Tiaan Liebenberg, 17 Coenie Oosthuizen, 18 Flip van der Merwe, 19 Marcell Coetzee, 20 Elton Jantjies, 21 Juan de Jongh, 22 Pat Lambie.
Nueva Zelanda: 15 Israel Dagg, 14 Cory Jane, 13 Conrad Smith, 12 Ma'a Nonu, 11 Hosea Gear, 10 Daniel Carter, 9 Aaron Smith, 8 Kieran Read, 7 Richie McCaw (c), 6 Liam Messam, 5 Sam Whitelock, 4 Brodie Retallick, 3 Owen Franks, 2 Andrew Hore, 1 Tony Woodcock.
Banquillo: 16 Keven Mealamu, 17 Ben Franks, 18 Luke Romano, 19 Adam Thomson, 20 Piri Weepu, 21 Aaron Cruden, 22 Tamati Ellison.
(contiene video)
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