La consagración de Diego Mariño
El portero blanquivioleta confía en mantener el excelente nivel demostrado en Elche
Diego Mariño es un tipo tranquilo. Espigado, ágil y con excelentes reflejos, el guardameta titular del Real Valladolid no se pone nervioso bajo ninguna circunstancia. Tampoco en una caldera como el Martínez Valero, donde más de 23.570 espectadores se aprestaban el lunes por la noche a festejar un gol de falta de ese francotirador implacable que responde al nombre de Edu Albacar. El lateral izquierdo del Elche golpeó la pelota en un lanzamiento frontal, idóneo para él, y el balón enfiló invariablemente el camino hacia las mallas. Entonces apareció Mariño en vuelo libre para desmontar el guion. La frustración se apoderó de la hinchada local cuando el guante del portero desvió el esférico por la línea de fondo. A sus 23 años, el arquero blanquivioleta salvó un punto para el Real Valladolid y demostró que tiene por delante un futuro esplendoroso. Junto a las palmeras ilicitanas, Diego Mariño cuajó un partidazo.
«Partidazo, no. Yo intento hacer mi trabajo lo mejor posible. Estoy para ayudar al equipo. Y este partido me ha salido bastante bien», explica Mariño, igual de cómodo en la portería que ante los micrófonos. Si el exblanquivioleta Javi Jiménez vivió una pesadilla en Elche en aquel infausto ';play-off'; de ascenso , Mariño sí supo cómo frenar a Albacar. «Sabíamos que Edu tiene mucho peligro y que las faltas son su punto fuerte. Esta no iba muy ajustada, pero sí muy potente y tensa, bajó muy rápidamente y había gente por el medio. Pero vi salir bien la pelota, pude reaccionar y la saqué».
Como explicó Juan Ignacio Martínez tras el empate a cero, el Real Valladolid llegó a Elche con el mandamiento de no facilitar la tarea a un rival que obtiene petróleo de las acciones a balón parado. «Es verdad, teníamos esa consigna», apunta Mariño. «Sabíamos de su peligro. Viven mucho de las faltas en la frontal, de las faltas laterales, los saques de esquina. Con un tío como Edu [Albacar] cada falta y cada córner es una ocasión. Una vez cometida la falta, solo se podía hacer una cosa: defenderla lo mejor posible». Y eso hizo.
Mariño tuvo trabajo en el Martínez Valero porque el Elche bombardeó su portería con mucha intención. A todos los latigazos ilicitanos respondió el portero gallego con un amplio catálogo de recursos. Por ejemplo, a un tiro a quemarropa de Coro en la primera mitad contestó con otro manotazo prodigioso. «Fue una parada de velocidad, de reacción. Vi el balón, estaba muy cerca y pude sacar la mano. Es verdad que también me encontraba bien colocado y por eso pude reaccionar».
En cuatro partidos, Diego Mariño ha demostrado que la Primera División le encaja como uno de sus guantes. En Elche dejó su mejor encuentro como blanquivioleta, pero, como él mismo dice, en los tres anteriores (Athletic, Villarreal y Getafe) tampoco tuvo «mucho trabajo». «Se puede decir que este es mi mejor encuentro. Esperemos que no sea el último y que haya muchos más. Ojalá todo siga saliendo igual de bien como está saliendo hasta ahora».
«No estoy acusando el cambio de categoría», confirma Mariño, debutante en la élite esta campaña. «Me encuentro muy tranquilo y muy seguro. Se nota un poco el cambio en la calidad de los jugadores, en la velocidad, pero yo me siento muy bien. El equipo me está ayudando mucho, me lo hace todo más fácil. Yo lo que quiero es ganarme el sitio en los entrenamientos para ayudar en los partidos. Y, si es posible, que no tenga que ayudar mucho, porque eso sería buena señal, pero cuando me toque, quiero hacerlo de la mejor manera posible».
La defensa del Real Valladolid y Mariño ha logrado sellar la portería en los dos últimos compromisos ante Getafe y Elche. El resultado salta a la vista: los cuatro primeros puntos de la temporada. «Estamos mejorando bastante en defensa, somos mucho más contundentes», subraya el portero. «Sabemos que vamos a tener ocasiones y que solo falta que lleguen los goles. Vamos a tener ocasiones de marcar y cuantos menos tantos recibamos y menos apuros pasemos atrás, más opciones vamos a tener de llevarnos los partidos. Mejoramos poco a poco. Debemos seguir practicando nuestro fútbol. Ahora, contra el Atlético, se trata de hacerlo lo mejor posible».
El Atlético de Madrid. Palabras mayores. Peligro. El cuadro que entrena Diego Pablo Simeone es, ahora mismo, el rival más temible de la Primera División. Con cuatro victorias en cuatro partidos, 14 goles a favor y cuatro en contra, solventa sus partidos ';manu militari';. El sábado llega a Zorrilla con futbolistas repletos de pólvora como Diego Costa o David Villa y el pronóstico anuncia tormenta ofensiva sobre el arco de Mariño.
«Es un partido para disfrutar», dice Mariño con su proverbial tranquilidad. «Tenemos mucho más que ganar que perder», añade con una sonrisa. «El Atlético llega como el equipo que mejor está de la liga e irá fuerte, a por todas, como hace siempre. Nosotros tendremos que igualarles en las ganas, en la fuerza. Trataremos de imponer nuestro fútbol. Si equilibramos la garra y el coraje que le ponen, dispondremos de nuestras oportunidades. Ojalá podamos sacar los tres puntos, pero un punto también sería bueno».
Joven y con la cabeza bien amueblada, Diego Mariño no baja la guardia ni un momento. Sabe que los porteros se exponen a quedar retratados en cualquier acción y que los fallos se amplifican en un puesto como el que ocupa. Por eso, apuesta «por no bajar los brazos».
«Cada partido es un mundo. Pueden pasar muchísimas cosas. Debemos estar atentos». Siempre con tranquilidad, manos rápidas y nervios de acero. Con paradones como los que salvaron al equipo en Elche, Diego Mariño brilla en el presente y llama con fuerza a las puertas del futuro.
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