Kolvjose, mira que tenía ganas de compartir totalmente una intervención tuya (he discrepado con otra muchas, pero respetándolas todas) y se me ha presentado la ocasión. Te felicito porque ésta me parece acertadísima (dejando claro que yo no soy nadie para pontificar sobre quien lo hace bien, mal o regular; es más: a veces releo lo que he escrito hace sólo unos días y con frecuencia me salen los colores). Aunque no te acostumbres: te seguiré dando caña.
La idea de las selecciones autonómicas es buena; pero su materialización hasta ahora ofrece un balance muy pobre. Los partidos son pachangas sin emoción o bolos rutinarios (por eje. cuando juegan Murcia, Aragón, Asturias, Castilla y León, etc. -¿recordáis aquel insípido y casi lamentable Castilla y León - Aragón jugado en Soria?) o tienen un marcado carácter político (en el caso de Euskadi y Cataluña, partidos donde lo menos importante es el fútbol). Para dar seriedad al asunto, podía establecerse un campeonato estatal de selecciones autonómicas, aunque es muy complicado: los clubes pondrían el grito en el cielo -por lo "cargado" del calendario- y, además, habría que dejar claras desde el principio una serie de cuestiones tales como las siguientes: ¿qué procedencia tendrían los jugadores integrantes de cada selección?, ¿serían obligados a jugar?, ¿os imagináis un Melilla - Euskal Herría -con llamada a consultas de Marruecos a su embajador en Madrid-?, ¿la selección de Euskadi pasaría a ser Euskal Herria -incluyendo Navarra y los departamentos vascos en Francia- como pretenden los firmantes del manifiesto?, ¿se conformarían los pancatalanistas con una selección catalana como la actual o presionarían para que fuese la de Los Paisös Catalans, con la más que probable reacción contraria de la mayoría de la población de Valencia, Baleares y el Rosellón-?, ¿no tendríamos los castellanos derecho a una Selección de Castilla que incluyese todas las provincias de nuestro "descuartizado" territorio?, ¿se conformarían con lo anterior los nostálgicos del antiguo Reino de León -integrado definitivamente en Castilla desde 1230-?, y, de ser reconocido el derecho de estos últimos ¿no reclamarían desde Ponferrada la inmediata constitución de la selección de El Bierzo?... ¿podríamos salir cuatro venados a postular la creación del equipo representante de los antiguos territorios vacceos?... (Ah, me olvidaba del cantón de Cartagena!)
Y es que las selecciones autonómicas no pasarán de ser algo folclórico-político en lo que no resolvamos definitivamente la idea de Estado que queremos tener.
Otro asunto es lo de la obligatoriedad de un jugador para acudir a la llamada de la selección que sea, incluída la española. Oleguer expresó su intención de no jugar con España por sentirse sólo catalán; fue honesto. Luis Aragonés lo llamó para aclarar con él la cuestión y creo que respetó el razonamiento del jugador (si estoy equivocado, me lo decís). Hubo un buen lateral izquierdo hecho en el Celta pero sobresalió en el Compostela: Nacho que dijo que él sólo se sentía gallego (apellidándose Fernández Palacios ¿de dónde se iba a sentir si no?) y no acudiría a la hipotética llamada del seleccionador nacional; también fue honesto, pero presuntuoso, porque al parecer Nacho nunca estuvo en los planes de Clemente (la leyenda galleguista dice que rechazó la llamada del baracaldés, pero éste declaró años después en As -y Clemente es un tipo sincero- que, aunque siempre le pareció un jugador interesante, nunca había entrado en sus planes... Ojo, lo de la declaración en As de Clemente vamos a ponerla también como "presunta", pues me la contaron tal como la escribo, pero nunca la leí con estos ojos de gacelo con los que la naturaleza me ha dotado).
Iríbar jugó 49 partidos con la selección española no sintiéndose español (fue fundador de la mesa nacional de Herri Batasuna representando a Vizcaya). Nada le obligaba a competir con el combinado español: con la calidad que atesoraba y la repugnancia que en Europa había por la dictadura de Franco, "el Chopo" bien pudo exiliarse y haber triunfado en cualquier grande del fútbol europeo, tal como hicieron los húgaros Puskas, Kubala, Czibor y Kocsis (lo cierto es que éstos pasaron de una dictadura a otra, aunque aquí cobraban más). Entre partidos con la selección -campeón de la Eurocopa 1964- y dos copas del generalísimo ganadas, a Iríbar le tocó estrechar tanto la mano de Franco, que si se la analizasen ahora mismo aún hallarían en la diestra del vasco ADN del tirano. (Conste que a Iríbar le tengo mucho cariño: además de parecerme una bellísima persona, para mí ha sido en mejor portero que ha tenido la selección, por delante de Casillas, Zubizarreta y Arconada -a Ramallets nunca le vi jugar: soy pureta pero no tanto. Mi padre dice que era un portento-).