Ojalá salga bueno el melón, porque esto de los fichajes del Pucela me recuerda a cuando era pequeño e iba con mi abuelo a comprar melones, por arrobas, a un tipo que los traía a granel en una DKV matrícula de Toledo, con una visera raída llena de lamparones, tez morena, patillas largas y pobladas y mirada torba.
El fulano cogía los melones uno a uno, y antes de ponerlos en la romana, los lanzaba al aire con la palma de la mano, unos cinco centímetros. Según caía en la palma de la mano otra vez, y bajo un criterio indescifrable, más allá de su tacto, determinaba si era bueno o malo.
Si a mi abuelo no le convencía alguno por la vista, el melonero sacaba una navaja desproporcionada y en segundos nos había servido un cascote de ese melón, que resultaba ser jugoso y dulce. Cada dos o tres, uno era malo, según su criterio, y lo echaba al montón de la DKV. Y así hacía con todos los clientes, hasta que se marchaba con la DKV vacía de melones, pero llena de mugre, y el fajo de billetes en el bolso.