21 diciembre 2012
Por Mario Ornat
Glasgow contra Edimburgo: historia de dos ciudades
Todo viene más o menos definido, en broma o en serio, en uno de esos volúmenes que suelen decorar los anaqueles más coloridos de las acogedoras librerías británicas. El título es éste: "Weegies vs. Edinbuggers: Por qué Glasgow tiene una sonrisa más hermosa que Edimburgo o por qué Edimburgo es ligeramente superior a Glasgow". Ahora el glosario: weegie es el término despectivo que los habitantes de Edimburgo dan a sus compatriotas nacidos en Glasgow. Una variación socarrona del patronímico glaswegian. Y edinbugger actúa, claro, como equivalente para los ciudadanos de la capital escocesa, Edimburgo, jugando con una desinencia algo escatológica, gamberramente sexual o, incluso, abiertamente zoofílica. Ésta es una historia de dos ciudades. Así se refería Charles Dickens a Londres y París en su obra de 1895, A Tale of Two Cities. Europa, el continente, frente a la insularidad del Imperio, en el imaginario del escritor. Aquí, el este y el oeste, contrarios por naturaleza aunque, como en el caso de Edimburgo y Glasgow, a las dos ciudades las separen apenas 80 kilómetros por la M8. Esa vieja rivalidad ciudadana, localista y deliciosamente provinciana también alcanza su traslación al rugby: Glasgow Warriors frente a Edinburgh Rugby. El partido llamado la Copa 1872.
Ese es el nombre del trofeo que recuerda que el encuentro entre estos dos rivales nació, en efecto, en tiempos de Dickens. En realidad, y para no desmerecer el rigor, el autor de Oliver Twist falleció en 1870, dejando tras de sí un aire perfectamente reconocible para las generaciones futuras: cualquiera sabe (tal vez cualquiera, hoy, sea un término generoso) qué significa el adjetivo dickensiano. El caso es que, desde el 23 de noviembre de 1872, Glasgow y Edimburgo se juegan anualmente este trofeo que porta el nombre de la fecha de su inauguración. Entonces tenía la forma de un desafío entre distritos, que adquirió con el paso del tiempo una fisonomía crecientemente uniforme, como el resto de competiciones que conocemos. Hoy en día la Copa 1872 tiene lugar en el marco de la RaboDirect Pro12, la Liga de clubes en la que participan las provincias y regiones de Escocia, Gales, Irlanda e Italia. Y la Copa 1872 de esta temporarada se disputa esta tarde noche, en el Scotstoun de Glasgow; y el día 1 la vuelta, con el Nuevo Año, en Murrayfield. El ganador con los marcadores agregados de ambos partidos levantará un trofeo que, como todo lo antiguo y tradicional en el deporte británico, posee un valor incalculable por sí mismo para los contendientes.
Es la fuerza invisible de una tradición secular, de 140 años. Vale la pena recordarlo porque, si el Inglaterra-Escocia fue el primer partido internacional de rugby de la historia, el desafío entre Glasgow y Edimburgo también fue el primer choque entre clubes de rugby del que existe memoria. Puede que, visto el momento de ambos equipos y partidos como el de Ulster con Leinster o el Northampton Saints-Harlequins, este partido no componga la cita más apetitosa del fin de semana para un espectador neutral. Pero, en este caso y más allá del rugby, que también, hablamos de un clásico entre clásicos. Literalmente, porque las fechas navideñas van a servir para que la RaboDirect Pro12 exhiba una alegre fanfarria de derbies: además de la Copa 1872, hoy Ulster y Leinster reeditan la última final de la Heineken Cup. Cardiff Blues y Newport Dragons se cruzarán el día de San Esteban, lo que en el Imperio siempre se llamó Boxing Day. Los Llanelli Scarlets también visitarán el Arms Park de Cardiff. En Italia, este domingo Zebre recibe en su cartuja de Parma a Treviso, a la caza de su primera victoria. Y, por fin, los aguerridos muchachos de Munster viajan a la brava costa atlántica de Irlanda, allá en Galway, donde Connacht les hará de anfitriones.
Si el choque entre Glasgow y Edimburgo llama la atención es por sus resonancias históricas, no desde luego por la ejecutoria de ambos equipos este año. Los Warriors aparecen quintos y aún pelean por meterse en la parte alta de la clasificación, que encabeza, claro, Ulster. Edimburgo está séptimo y con toda la pinta de quedar lejos de aquel equipo sorprendente que el año pasado alcanzó las semifinales de la Heineken Cup, donde sus esperanzas quedaron rotas en las dos últimas jornadas. Glasgow se sostiene después de perder por la mínima con Castres, pero no da la pinta de tener mucho futuro en su viaje continental. Así que este partido, una historia en sí mismo, adquiere resonancias mayores por la rivalidad, el trofeo en juego y la posibilidad de una alegría ocasional. Pero grande. Ganarle al vecino de rellano aporta siempre connotaciones especiales. El primer partido entre los dos distritos y ciudades rivales se disputó en noviembre de 1872 en el campo que el Glasgow Accies Rugby Club tenía en el área de Burbank, sobre el lado oeste de la ciudad. Los Academicals (apocopado Accies) se autodenominan, y no sin razón, la cuna del rugby tanto en Edimburgo como en Glasgow. Por cierto que ese mismo estadio de Burbank pudo acoger también el primer internacional de fútbol entre Escocia e Inglaterra. Con gran perspectiva histórica, lo ofrecieron gratis a las federaciones de ambos países. Pero los organizadores se decidieron finalmente por el campo de Hamilton Crescent y allí se jugó el partido: "¡Previo pago de 20 libras!", se escandalizan los cronistas históricos de los Glasgow Academicals. Y así fue que en Burbank, aquel año de 1872, Glasgow inauguró la serie con un ajustado 3-0 sobre los de Edimburgo. El año pasado, los Warriors se impusieron 17-12. Retienen el trofeo desde hace tres temporadas. Pocos confían en que el equipo capitalino vaya a recuperarlo.
Más allá de la competición, el partido adquirió otra utilidad que ha permanecido más o menos intacta hasta nuestros días: definir la lista de jugadores que cada año eran seleccionados para enfrentarse a Inglaterra en el gran test internacional de todos los tiempos. La controversia entre las dos ciudades y sus distritos se elevaba cada vez que había convocatoria para enfrentar a the Auld Enemy, hasta que el rango de jugadores seleccionables se fue abriendo con los años y las décadas a otras zonas del país, lo que destensó la preponderancia de las dos ciudades dominantes. Esa línea de fuga, que parece tan decimonónica, se mantiene vigente, por más que los jugadores actuales traten de rebajarle peso al asunto. Gavin Hastings aún recordaba estos días la importancia aumentada que esta suerte de trials tuvo siempre a la hora de ganarse el puesto, cada principio de año, para el Cinco Naciones siguiente. Gente como Laidlaw, Tim Visser, Matt Scott, Denton, Jakobsen, Geoff Cross (que aparece en la foto de arriba en pugna promocional con Ryan Grant, otro candidato), o Ross Ford conforman el equipo que dirige Michael Bradley. Edimburgo ha perdido cuatro de las últimas cinco Copas. Nick de Luca no podrá jugar por lesión. En el lado de Gregor Townsend, que dirige a los de Glasgow, Kellock, Ruaridh Jackson, Sean Lamont, Tommy Seymour o Stuart Hogg compiten por puestos futuros en el equipo escocés. Y estará en el banquillo, listo para debutar en la élite, el sub20 Jonny Gray, hermano del panocha Richie, segunda veterano de estos enfrentamientos y hoy jugador del Sale Sharks.
El añadido de tal factor selección queda multiplicado este año después de la dimisión en noviembre de Andy Robinson, que dejó el XV del Cardo sobrepasado por la hecatombe otoñal contra Tonga en Aberdeen. Estos días, la Scottish Rugby Union ha anunciado el nombramiento del que desde junio era asistente de Robinson como preparador del ataque, el australiano Scott Johnson, que ejercerá de seleccionador interino para el próximo Seis Naciones y la gira de junio. A la manera de Stuart Lancaster cuando sucedió en Inglaterra a Martin Johnson, también la SRU sigue buscando un nombre de perfil internacional para completar el traumático relevo de un hombre carismático como Robinson, que dejó a su marcha perfiles contradictorios en el equipo escocés. Una idea de juego ofensivo, de ruptura y descarga, algunas apariciones talentosas por macerar, victorias en partidos test contra Australia, sensación general de progreso... pero ejecutorias muy pobres en la Copa del Mundo de 2011 (Escocia siempre muriendo en la orilla contra Inglaterra o Argentina) y la última Cuchara de Madera en el viejo Championship, la tradicional denominación británica del 6N. Diez derrotas en los últimos trece encuentros y la dramática caída en el ránking IRB hicieron el resto. Lancaster acabó quedándose con el trabajo a tiempo completo. Veremos qué suerte corre Johnson.
Éste es un partido, en suma, de reminiscencias antiguas. Algo que en esta ventanilla siempre apreciamos por su resonancia legendaria, por el gusto de la mera (re)construcción de mitos. Magias históricas glosadas por los cronistas de los tiempos primigenios del rugby. Panegíricos de un Ninian Finlay, de Edimburgo, al que nunca recordaremos y del que habremos de dar por buenos todos los ditirambos: Finlay es el muchacho que aparece cuarto por la izquierda en la fila superior, en la foto de arriba, con un atildado bigote y su cabello en comba sobre una raya desprendida a un lado, junto a sus compañeros del Edinburgh Academicals de 1878/1879. Un jugador al que se consideró el medio de más talento y clase de aquellos años oscurecidos por el tiempo. En cierta ocasión, recuerdan los anales, el joven Finlay atravesó el campo de lado a lado sorteando rivales desde su zona de marca. Incluso "batió a J. S. Carrick, el zaguero internacional, que nunca antes había fallado a la hora de derribar a su hombre en defensa", destacaban las recensiones del encuentro. Finlay fue proclamado por los escritores de diarios de entonces "el primer gran prodigio escocés, por su dominante personalidad de escolar rodeado por veteranos y experimentados hombres, unida a la extraordinaria influencia que su figura ejercía sobre el juego". Escocia, la irresoluta Escocia de hoy, necesita ese tipo de hombres. Gente como Finlay. Los busca, a partir de esta noche y siempre, en Scotstoun. Entre weegies y edinbuggers. En el partido más viejo del mundo.
http://blogs.as.com/mam_quiero_ser_pilier/2012/12/una-historia-de-dos-ciudades.html