11/09/2012
Por Mario Ornat
El rugby hace girar el mundo (I)
En otoño, el gran rugby se pone de gira y el Hemisferio Sur cruza armas con el Norte. Esta costumbre supone un anacronismo en el rugby de hoy, organizado en forma de copas del Mundo, torneos continentales reglados y ránking por niveles de juego, pero se trata de una reliquia modernizada que, por un lado, sirve para establecer las clasificaciones de la IRB; y, por otro, el deporte hace bien en conservarla, ahora que la mayoría de sus referentes tradicionales van cayendo en desuso, olvido o desidia. Uno se pregunta, por ejemplo, cuánto falta para que el respeto a las decisiones de los árbitros y la mutua consideración pase a ser una costumbre demodé: tanto por abajo como en los máximos niveles, hemos observado crecer de manera paulatina el ruido alrededor de los silbatos. Ya se perdió aquel silencio cortés que aguardaba las patadas a palos del equipo contrario. Y todo sigue en el mismo proceso... Pero otro día hablaremos de esas amarguras. Nueva Zelanda, Argentina, Australia y Sudáfrica juegan desde este sábado contra los grandes del Norte. Hay quien piensa que estos encuentros pierden sentido y atractivo en el rugby de hoy, por sobreexposición de los contendientes. Es verdad que el Rugby Championship aún está fresco y que la rareza de ver a los All Blacks en acción, por ejemplo, ha extraviado parte de su encanto. Aquel embrujo que, por ejemplo, presidiría en 1888 la singladura de los New Zealand Maories, que viajaron hasta Inglaterra en barco, vía Melbourne y el Canal de Suez, para jugar no menos de 50 partidos en seis meses; un tour que se alargaría de manera pantagruélica(acabó durando más de un año), y en el que los maorís disputaron hasta 107 encuentros en Inglaterra, Escocia, Irlanda, Gales y, ya que se habían puesto, Australia y Nueva Zelanda. A su llegada a las Islas Británicas, el Daily Telegraph los recibió con este agudo comentario: "Los maorís han progresado notablemente desde que el capitán Cook encontró a sus finamente tatuados ancestros devorándose unos a otros entre los matorrales". En aquellos días, el sintagma corrección política apenas hacía referencia que los lores no metieran mano en la caja del dinero ni se encamaran sonoramente con las muchachas del servicio.
Pero aquí nos sigue gustando pensar que estos partidos representan algo de lo (poquito) que queda de nuestro deporte tal y como siempre fue: el reto por el reto, el desafío de medirse sin nada en juego salvo el honor de la victoria. Un test era precisamente lo que significa un test: una forma de revisar el estado propio y el ajeno, para ver quién era mejor. Y así ocurre que, por fuerza de la costumbre, de las victorias, las devoluciones de visita, las revanchas y la revisión última de cada resultado anterior en una nueva prueba, así ocurre, decíamos, que una cuestión tan simple en origen se ha venido dirimiendo durante 140 años: desde que en marzo de 1871 ingleses y escoceses se pusieron de corto y desenterraron en Edimburgo no un hacha, sino un balón ovalado. Aquel partido le dio cuerda al reloj histórico de los test matches; el reloj sigue corriendo y este domingo, en Edimburgo otra vez, los All Blacks campeones del mundo visitarán Murrayfield, el santuario al fondo de la calle Roseburn. Y allí estaremos algunos, para ponernos en hora el reloj vital de este juego. Para disfrutar una de las pocas cosas que aún hacen verdaderamente distinto al rugby.
El programa total de partidos incluye 33 cruces y 23 equipos. Entre ellos, desde luego, la nueva España de Bryce Bevin en su triangular con Namibia y Zimbabue, del que trataremos de ocuparnos con más detalle la próxima semana (juega el miércoles 14 y el sábado 17). Además, todos los grandes: Inglaterra, Gales, Irlanda, Escocia, Francia, Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica, Argentina e Italia; el Pacífico Sur con Fiji, Samoa, Tonga y los New Zealand Maories... Rumanía, Portugal, Georgia, Rusia y España, entre los europeos; también Chile, Uruguay, Canadá y Estados Unidos en el continente americano. Y los dos africanos, Zimbabue y Namibia, ya reseñados. Más una Irlanda XV que se cruzará con Fiji en Limerick, en el borboteante Thomond Park. Bien, la primera enmienda que se le hace a este copioso programa es la acumulación de partidos y sus consecuencias: un buen número de lesiones de jugadores principales en todas o casi todas las selecciones. Las trataremos en su contexto. No deja de ser verdad que tales ausencias, algunas notabilísimas para sus equipos, recorta intereses concretos que pudiéramos tener, pero el profesionalismo era esto, precisamente: para que todo el mundo se alimente del alegre flujo monetario que produce el rugby, hay que ordeñar la vaca hasta donde dé. Y sí, como ya sabemos... nunca será suficiente.
Inglaterra
Empecemos por la Rosa. No por nada, sino porque es Inglaterra la única selección que se atreve con todo: cuatro partidos, cuatro fines de semana consecutivos. Un calentamiento nada desdeñable contra Fiji este sábado, y después el reto monumental, de sábado a sábado y hasta el 1 de diciembre, con Australia, Sudáfrica y, para cierre, Nueva Zelanda. Hay que ver a lo que obliga un imperio... Los ex Brian Moore y Paul Ackford, por cierto, se han enzarzado amigablemente en sus columnas en el Daily Telegraph a cuenta del comentario de Ackford de que Inglaterra debería ganar tres partidos de sus cuatro enfrentamientos: es decir, perder sólo con los All Blacks. Al vehemente Moore le parece una exageración. Aquí tendemos a estar de acuerdo con Moore desde que lo veíamos talonar en los años ochenta. En fin. Que descontada la victoria con Fiji, Brian no cree que el equipo de Lancaster esté para ganar a Australia y Sudáfrica; si acaso, a Australia o Sudáfrica. La tentativa, en todo caso, viene aderezada con algunos lesionados de consideración: Ben Foden, su zaguero, el centro Turner-Hall, Courtney Lawes, poderoso segunda/tercera línea, Tom Croft, el primera Alex Corbisiero o el talonador Dylan Hartley serían los principales. De todas las ausencias, nos detendremos en la de Foden porque sin su temple y, sobre todo, contraataque, Inglaterra extravía algunas de sus armas más relevantes en el juego abieto. Sin embargo, es la baja de Hartley, el talonador de los Northampton Saints, la que temo que Stuart Lancaster va a lamentar más. La agresividad, liderazgo natural y avance con la pelota (es un ball carrier enorme, como se dice ahora) de Hartley deberá suplirlas Youngs.
La conversión de Tom Youngs de tres cuartos centro a hooker tiene un gran atractivo para quienes sospechamos que en el interior de muchos centros hay veloces delanteros emboscados. Sobre todo, primeras líneas. De Youngs podemos aguardar gran solvencia en el rugby abierto, pero un talonador ha de jugar las fases cerradas con fiereza, conocimiento y solidez. No preocupa ya tanto el talonaje, porque hace mucho que las introducciones van directas a la segunda línea, en diagonal bajo los túneles, y el viejo arte peleador entre los hookers se ha perdido. Pero el gran talón de Aquiles de Tom Youngs está en el saque de touch: falla con frecuencia lógica en un jugador que ha debido aprender el arte del lanzamiento, que tiene mucho de técnica y costumbre. Lancaster lo sabe. Toda Inglaterra lo sabe. Si Youngs no afina en ese aspecto, Inglaterra tendrá muchos problemas para establecer plataformas. Por lo demás, a uno le gusta que Danny Care tenga otra oportunidad, porque está jugando con una viveza y arrojo magníficos en la Premiership: la pregunta es si ese ritmo es el que quiere Inglaterra que, con Lancaster (un buen manager para situaciones estructurales de nervios, veremos si también un buen coach para darle idea y contenido a largo plazo a su equipo) insiste en valores prosaicos más que en la vistosidad del juego. Habrá que ver cómo se desenvuelve en la primera Joe Marler, poderoso, frontal y ocasionalmente pendenciero mohicano en la liga inglesa. Los tests son un nivel superior, pero Inglaterra ha promocionado ahora a gente como Mako Vunipola, muchacho de 21 años de cuya saga familiar tal vez nos ocupemos en otra ocasión. También atenderemos a cómo resuelve Lancaster las alternativas que le permiten el sereno Toby Flood, la prestancia de Owen Farrell y la tercera vía que propone ese maverick que es Freddie Burns, uno de los aperturas más imaginativos, y por tanto discutidos, que ha producido Inglaterra en los últimos tiempos. Su conexión con Twelvetrees en Gloucester funciona como un reloj, pero Lancaster se aferra, no sin razones, a la fuerza de choque que le proporcionan Barritt y Tuilagi en los centros. Por fuera, dos aviones a reacción: Sharples y Monye, a falta de Ashton en el primer partido por sanción. Una precisión significativa acerca de su quince inicial frente a Fiji: sólo seis jugadores alcanzan las diez internacionalidades y dos más (Tuilagi y Monye) cuentan sólo trece. En Fiji, por cierto, los muy apreciables Goneva, eléctrico velocista del Leicester) y Qera, número siete de Gloucester (hoy por hoy, nuestro equipo preferido de la Premier) y aquí octavo con los fijianos.
Inglaterra: 15 Alex Goode, 14 Charlie Sharples, 13 Manu Tuilagi, 12 Brad Barritt, 11 Ugo Monye, 10 Toby Flood, 9 Danny Care, 8 Thomas Waldrom, 7 Chris Robshaw (c), 6 Tom Johnson, 5 Geoff Parling, 4 Tom Palmer, 3 Dan Cole, 2 Tom Youngs, 1 Joe Marler.
Sustitutos: 16 David Paice, 17 Mako Vunipola, 18 Joe Launchbury, 19 Tom Wood, 20 Ben Youngs, 21 Owen Farrell, 22 Mike Brown.
Fiji: 15 Simeli Koniferedi, 14 Samu Wara, 13 Vereniki Goneva, 12 Sireli Naqelevuki, 11 Watisoni Votu, 10 Metuisela Talebula, 9 Nicola Matawalu, 8 Akapusi Qera 7 Malaki Ravulo, 6 Api Naikatani, 5 Apisolame Ratuniyarawa, 4 Leone Nakawara, 3 Deacon Manu, 2 Viliame Veikoso, 1 Ratu Makutu.
Sustitutos: 16 Seremaia Naureure, 17 Setafano Samoca, 18 Manasa Saulo, 19 Sekonaia Kalou, 20 Iliesa Ratuva, 21 Kelemedi Bola, 22 Josh Matavesi, 23 Ravai Fatiaki
Francia
Si el tamaño del desafío aparece hercúleo para los ingleses, en el caso de la Francia de Philippe Saint-André el asunto es el contrario: Australia este sábado, Argentina el siguiente y Samoa para terminar. No son enemigos menores, desde luego, pero quitarse de delante a Sudáfrica y Nueva Zelanda aligera mucho el viaje. En todo caso, ya sabemos que la política de cesión de jugadores de los clubes franceses es algo más que acerada. Y además estamos ante un arma de doble filo: fue Australia la que, al meterle 59 puntos a Francia en Saint-Denis hace dos años, animó la larga implosión del equipo que dirigiera Marc Lièvremont. Implosión que no evitó que los franceses se presentaran en la final del Mundial. Y no llegaron más allá todavía de milagro, inflamando así la leyenda de imprevisibilidad que siempre los acompañó. La historia de Australia nos la sabemos de memoria por el Rugby Championship, así que no insistiremos en ella, salvo por una idea: en el tercer choque de la Bledisloe Cup en Brisbane dieron una impresión muy mejorada, con las enmiendas habituales: ese Phipps que oficia de medio melé, por ejemplo... De cualquier modo: que levanten la mano los equipos que en el estado actual de Australia sean capaces de empatarles a los All Blacks (y si no lo salva el comentado golpe de castigo propiciado por Ashley-Cooper, ganarles). Mientras, la visita de Argentina devuelve el viaje de los franceses a Córdoba en la ventana de junio, cuando los Pumas ganaron 23-20.
Acerca de Francia hay que decir lo que el otro día le oí a alguien: si Francia juega a lo que juega después de varios entrenadores, será porque ha elegido que sea su estilo. El equipo viene muy renovado y con la aparición de un nombre que Saint-André se ha propuesto rehabilitar: Frédérick Michalak. Otro exiliado con un largo, y provechosísimo, rodeo profesional en los Sharks sudafricanos, ahora de vuelta con Francia en el Toulonnais. En su club ha retomado un puesto que no le es para nada desconocido, el de medio de melé, emparejado en la creación con Jonny Wilkinson. Saint-André lo usa de apertura. Si Lièvremont animaba el doble nueve (Yachvili y Parra) para escarnio de Trihn-Duc, a Laporte le pone el doble diez. Philippe Le Goret Saint-André va por la vía intermedia: ya en junio le dio galones para dirigir la melé a Machenaud, con Michalak detrás. Parra y Trihn-Duc esperan fuera. En el fondo mete a Dulin —otro asentimiento de confianza para un jugador llegado en los partidos de junio— y del medio campo nos interesa el desplazamiento de Wesley Fofana desde el centro al ala derecho, para hacer sitio al dúo Mermoz/Fritz. Fofana y Clercq pueden aportar, así, un granero de puntos más que apreciable: los hay, pero no muchos, finalizadores como esos dos en el mundo. Por ahora, el chico Fickou habrá de aguardar. Por delante lo sabemos casi todo. Casi. El magnífico Picamoles como fuerza de arrastre desde el número 8. Nyanga y Ouedraogo flanqueándolo (el segundo, uno de los únicos tres supervivientes del oprobio contra los aussies hace dos años) con su velocidad y amplia cobertura de territorio; los dominadores Maestri y Pape, más una primera línea en la que Forestier le gana la mano a Thomas Domingo. Falta, desde luego, la elegancia esencial de Thierry Dusautoir. Un matiz relevante: Szarzewski (2), Picamoles (8), Machenaud (9), Michalak (10) y Dulin (15) repiten posiciones. Si lo de junio parecía un equipo en periodo de experimentación, las elecciones esta vez ratifican que Saint-André tiene en la cabeza una columna vertebral.
Francia: 15 Brice Dulin, 14 Wesley Fofana, 13 Florian Fritz , 12 Maxime Mermoz, 11 Vincent Clerc, 10 Frederic Michalak, 9 Maxime Machenaud, 8 Louis Picamoles, 7 Fulgence Ouedraogo, 6 Yannick Nyanga, 5 Yoann Maestri, 4 Pascal Papé (c), 3 Nicolas Mas, 2 Dimitri Szarzewski, 1 Yannick Forestier
Sustitutos: 16 Benjamin Kayser, 17 Thomas Domingo, 18 Vincent Debaty, 19 Jocelino Suta, 20 Damien Chouly, 21 Morgan Parra, 22 Francois Trinh-Duc, 23 Yoann Huget
Australia: 15 Mike Harris, 14 Adam Ashley-Cooper, 13 Ben Tapuai, 12 Pat McCabe, 11 Nick Cummins, 10 Kurtley Beale, 9 Nick Phipps, 8 Wycliff Palu, 7 Michael Hooper, 6 Dave Dennis, 5 Nathan Sharpe (captain), 4 Kane Douglas, 3 Sekope Kepu, 2 Tatafu Polota Nau, 1 Benn Robinson.
Sustitutos: 16 Stephen Moore, 17 James Slipper, 18 Paddy Ryan, 19 Rob Simmons, 20 Radike Samo, 21 Liam Gill, 22 Brett Sheehan, 23 Berrick Barnes
Irlanda
Cualquier consideración acerca de la campaña otoñal de Irlanda ha de comenzar no por el campo sino por la grada. Igual que leer un periódico desde atrás hacia delante. O como cuando en el rugby se armaban las alineaciones del 15 al 9 y, luego, del 1 al 8. Es decir: contar no lo que hay, que también, sino sobre todo lo que falta. Porque lo que falta en Irlanda es, nada menos, que Brian O'Driscoll, Rob Kearney, Rory Best, Stephen Ferris, Sean O'Brien y, el último en caer, Paul O'Connell. Es decir, un tercio largo de la alineación que Declan Kidney, y cualquiera de nosotros, hubiera puesto este sábado en el Aviva Stadium para recibir a Sudáfrica en el primero de los tres partidos que jugarán: después, una Irlanda XV contra Fiji y el cierre del equipo principal contra Argentina. Nota al margen: ahora que ha vuelto Felipe Contepomi al XV de los Pumas, debería regresar por un día Ronan O'Gara. A hacer las paces, digo...
Hace tiempo ya que Irlanda ha adquirido una pátina de equipo clásico en el que no faltará quien vea rasgos excesivos de envejecimiento. Convengamos en que llevamos ya tiempo anunciando el final de la dorada generación verde... y de algún modo ahí siguen. No todos los equipos están capacitados para regeneraciones casi imperceptibles como las de los All Blacks. Enfrentarse en esas condiciones de precariedad (relativa, claro) con unos Springboks que vienen en crecida progresiva a pesar de todas las críticas, y con un potencial gigantesco de evolución, no parece una buena idea. Pero el orgullo irlandés no debe nunca ser menospreciado, como bien saben Inglaterra (aquel Grand Slam perdido en Dublín) o Australia (derrota en el pasado Mundial). Y algo de menosprecio ha habido en la anécdota de esta semana, cuando a JP Pietersen le preguntó la prensa por los alas de Irlanda y el sudafricano nombró a Tommy Bowe y a... David Skrela. Donde dije Skrela digo Trimble. Con un episodio como ese basta para la charla prepartido en el inflamable vestuario irlandés.
Los sustitutos de los caídos fluctúan entre algunos elementos con experiencia suficiente (Keith Earls por O'Driscoll, que nos obliga con demasiada frecuencia ya a la nostalgia) o mediana (Chris Henry donde Ferris, McCarthy por O'Connell... y por delante de O'Callaghan). Y, sobre todo, algunas apuestas atendibles por su radical novedad. Entre ellas la de Simon Zebo como zaguero: un enérgico ala en Munster, aquí desplazado a un puesto de exigencia tremenda cuando uno se pone frente (y debajo de) las bombas sudafricanas. Eso sí, con una capacidad de penetración demoledora, listo para contraatacar, y con ensayos que siempre parecen colgarle del dobladillo del pantalón. En el puesto de talonador, otro debut, el de Richardt Strauss: con una te final porque es de nacimiento sudafricano (pretoriano, lo que anticipa su vigor de soldado); y, tal vez, para que nadie lo confunda con Richard Strauss, el hombre que le dio al mundo la sinfonía llamada Así habló Zaratustra, tan solemne, para que luego sus hijos aligeraran el peso de la tradición con polkas y marchas radetzkis... Hablando de lazos familiares: Richardt Strauss, que nunca jugó con los Springboks, se enfrentará cabeza contra cabeza, y algo más, con su primo Adriaan Strauss, talonador de Sudáfrica. Y en Sudáfrica no juegan ni Andries Bekker ni Goosen por lesión: el apertura será... Pat Lambie. Al final va a resultar que Heineke Meyer es un pedazo de pan.
Irlanda: 15 Simon Zebo, 14 Tommy Bowe, 13 Keith Earls, 12 Gordon D'Arcy, 11 Andrew Trimble, 10 Jonathan Sexton, 9 Conor Murray, 8 Jamie Heaslip, 7 Chris Henry, 6 Peter O'Mahony, 5 Mike McCarthy, 4 Donnacha Ryan, 3 Mike Ross, 2 Richardt Strauss, 1 Cian Healy.
Sustitutos: 16 Sean Cronin, 17 Dave Kilcoyne, 18 Michael Bent, 19 Donncha O'Callaghan, 20 Iain Henderson, 21 Eoin Reddan, 22 Ronan O'Gara, 23 Fergus McFadden.
Sudáfrica: 15 Zane Kirchner, 14 JP Pietersen, 13 Jaco Taute, 12 Jean de Villiers (captain), 11 Francois Hougaard, 10 Pat Lambie, 9 Ruan Pienaar, 8 Duane Vermeulen, 7 Willem Alberts, 6 Francois Louw, 5 Juandré Kruger, 4 Eben Etzebeth, 3 Jannie du Plessis, 2 Adriaan Strauss, 1 Tendai Mtawarira.
Sustitutos: 16 Schalk Brits, 17 CJ van der Linde, 18 Pat Cilliers, 19 Flip van der Merwe, 20 Marcell Coetzee, 21 Morné Steyn, 22 Juan de Jongh, 23 Lwazi Mvovo.
http://blogs.as.com/mam_quiero_ser_pilier/2012/11/el-rugby-est%C3%A1-de-gira.html