La crónica de Posada es para guardar en el baúl de los recuerdos, y volverla a leer dentro de un tiempo, ....o tuvo una mala tarde, o es un nuevo estilo de periodismo, pero insultar y menospreciar a la ciudad de Mouscron como hace, me parece lamentable e innecesario y el señor editor debería llamar la atención del señor periodista, y la broma de Hulk con Aridane, en fin, ...si ha estado mal, dilo, ha estado mal, y explica en qué ha estado mal, pero no hace falta ser tan gracioso, seguro que el chico lo pasó mal anoche si tuvo fallos...matarife, attorante, en fin....
http://www.nortecastilla.es/20080804/deportes/real_valladolid/goles-lesionados-20080804.html
Algunos equipos tienen un extraño concepto de lo que significa 'partido amistoso'. Para el Mouscron belga significa dar patadas a diestro y siniestro. Y emplearse con dureza. El nombre del equipo resulta muy pomposo: Royal Excelsior. Pero de excelso el Mouscron tuvo muy poco.
Muchos jugadores del Real Valladolid acabaron con los tobillos lastimados, pero fue Canobbio el que se llevó la palma de la mala suerte. Un carnicero llamado Jeremy Sapina, con el dorsal 25 a la espalda, decidió que había que lesionar al uruguayo. No tiene otra explicación la brutal entrada que le asestó. A los blanquivioleta se les erizó el vello cuando vieron la dureza del matarife. Hombres como Escudero decidieron que no convenía exponerse mucho a partir de ese momento. Otros, como García Calvo, trataron de poner algo de paz y recordar a los compañeros a qué habían ido a Mouscron. Se trataba de jugar un partido de preparación.
En esta pretemporada (y en todas) hay una cosa clara. Los equipos no llegan frescos a los partidos y eso se paga. En la Liga todo se enfoca a que los fines de semana los jugadores alcancen el mayor pico de rendimiento. Ahora es distinto.
El Real Valladolid que jugó ayer, con un lavado total de cara respecto al que se midió al Zwolle, abundó en los mismos errores del viernes. Las piernas pesan. El cerebro da órdenes, pero el cuerpo no responde. Y en esta situación los goles no llegan. Ni en una portería ni en otra, lo que ofrece varias lecturas.
Ogbeche, por ejemplo, no tuvo esa ocasión habitual, diáfana, en la que se pone a prueba con el portero. Ayer peleó, pero encontró escasos huecos. El Mouscron se cerró bien, mantuvo las líneas y sólo permitió cinco minutos de (cierto) asedio al final de la primera parte.
Con Canobbio lesionado y Escudero dimitido, el Real Valladolid se fue apagando gradualmente. Cuando el uruguayo tuvo que retirarse lesionado y viendo que la dureza no amainaba, Mendilibar hizo un ademán de marcharse de Mouscron con el equipo a cuestas. Casi habría sido mejor. La ciudad no merece la pena (es más fea que escupir) y el Mouscron se dedicó a encerar. Pero había que jugar. O intentarlo.
Había interés por ver al joven Aridane, un prodigio en ciernes. El canterano debutó ante el Zwolle con cinco minutos anecdóticos, pero ayer Mendilibar le dio los galones junto a García Calvo en el eje de la defensa. Aridane aún está poco maduro. Más verde que un Hulk envejecido y rijoso. Se lió con el balón y casi siempre eligió la peor opción. No pasa nada porque lo de ayer no deja de ser una prueba y el chaval tiene un futuro de lo más prometedor. Afortunadamente testuvo junto a García Calvo, un central con el que se puede hacer un máster sobre cómo maniatar a los delanteros rivales.
En la segunda mitad, la poca chispa que tenían los blanquivioleta desapareció y el Mouscron empezó a gustarse. Salió al campo Jaysee, un imponente jugador negro con una potencia digna de Makukula en sus mejores tiempos. En un par de minutos había revolucionado a los atorrantes belgas.
Sergio Asenjo fue de lo mejorcito del Real Valladolid. Había realizado espectaculares paradas, plenas de reflejos. Si el equipo no encajó goles fue por él. En un momento dado, Jaysee se encontró con el palentino. Cara a cara. Sin ambages. Entonces se vio la estrella de Asenjo, la misma que ilumina a Iker Casillas. Jaysee le encaró bien y le tiró el balón a su palo izquierdo. Con Asenjo batido, el gol se cantaba en la grada. Sorprendemente apareció el poste. Pim. Pam. Rebote.
Así discurre la gira por Bélgica y Holanda. Con dos pestiños bajo la denominación de partidos de fútbol. Con cansancio. Sin goles. Con la gente bostezando en las gradas y la emoción ausente. A Mendilibar los partidos le servirán para ajustar conceptos. Al público de estas tierras pueden serles útiles para conciliar el sueño. Ayer el Stade du Cannonier parecía la ópera. Poco ambiente. Poca pasión. Y sin la ocasión de celebrar un triste gol de nadie.