Ante todo he de manifestar mi empatía con el llamado Movimiento 15M, y que su movilización ha aportado un poco de aire fresco en medio de lo irrespirble de la crisis, pero al margen de sus reivindicaciones, algunas entendibles, otras pura fantasía, alguien debe poner fin a la situación actual y reconducirla por otros cauces que hagan, fundamentalmetne, avanzar el proyecto sin secuestrar la calle.
Resulta poco tolerable que el Ministerio del interior no haya actuado ya contra los asentamientos ilegales del 15M. Lo que en principio parecía una muestra de libertad y democracia y válvula de escape ante la indignación frente a nuestros en muchas ocasiones insensibles políticos, así como frente a los fallos y errores claros de un sistema de mercado al que le faltan respuestas y que ha provocado en gran medida, principalmente por la falta de cintura política de nuestros dirigentes, la presente crisis, se ha convertido en un importante problema para la sociedad, fundamentalmente para quienes padecen la eterna presencia de los "indignados", comerciantes y vecinos, principalmente.
Al margen del hecho de que los acampados, y me refiero exclusivamente a los que lo hacen en la Puerta del Sol, que es lo que conozco, ya no son los mismos que comenzaron sus protestas hace doce días, sino que han ido contaminándose con grupos de otro muy diverso calado, colectivos marginales de barrios, sin techo,... no es de recibo que utilizando la democracia y la libertad los espacios públicos se conviertan en campamentos de okupas y de progresistas muchos de ellos de salón, un fenómino que de caer en gracia está trocándose en gracioso. Cierto es que la indignación frente a la crisis y la inacción de nuestro gobierno hizo que, ya era hora, parte de la sociedad saliera a la calle a reivindicar sus derechos, nuestros derechos, los derechos de todos, pero ésta es una situación que no puede permanecer por más tiempo en los términos actuales: ésta situación que parece no tener fin no es el cauce adecuado para resolver nada y de la acampada deben pasar a la acción desarrollando sus propuestas y elevándolas a través de los cauces democráticos, dejando la calle, espacio público que lo es de todos y no solamente suyo.
Si algo diferencia la democracia del resto de los regímenes políticos es el cumplimiento de la ley, y ya va siendo hora de que el Ministerio del Interior imponga la legalidad y que la policía cumpla con su obligación, por mucho que esta patata caliente le fastidie a Rubalcaba.
Khrane