Gran carrera de Hamilton en mojado, al césar lo que es del césar y hoy toca felicitar al cabeza loca de Lewis y, hay que decirlo, a sus ingenieros que acertaron depleno con la estrategia a utilizar. Muy bien también Heidfeld, segundo, que por primera vez en toda la temporada superó a su compañero Kubica durante todo el fin de semana. Y mención especial para barrichello, tercero con un Honda que ni siquiera había entrado en Q2, pero su arriesgada estrategia de montar neumáticos de lluvia extrema le salió a la perfección.
En el lado negativo, una vez más, la nefasta elección de estrategia por parte de Renault -y van tropecientas mil-. Ayer Alonso hubiera debido ser al menos segundo sin problemas, pero los meteorólogos del equipo predijeron que no llovería más y no le cambiaron las gomas tras la primera parada, dejándole en pista con sus neumáticos mixtos practicamente convertidos en slicks. Esto, que de no haber llovido hubiera sido acertado, dejó a Alonso en pañales cuando, apenas salió de boxes, empezó a caer la mundial. Se cuenta de algún caracol adelantando al coche nº 5 mientras corría buscando refugiarse del aguacero. Bromas aparte, milagroso que con esas ruedas pudiera mantenerse en pista -comentario válido también para Raikkonen, víctima de idéntico error por parte de sus ingenieros-. El caso es que nuevamente un piloto al que Alonso adelanta en pista con solvencia -a Heidfeld lo adelanta en las primeras vueltas, cuando ambos están en igualdad de condiciones, y en un par de giros le mete 7"-, le mpja la oreja gracias a la estrategia. Clarísimo odio perdido por Renault.
Pero lo peor de la jornada, sin duda, el paquete de Massa. Hasta 5 trompos le contabilicé ayer, y eso que no pude ver la carrera completa. Impresentable que este tío pilote un Ferrari. Montezemolo y compañía sabrán en manos de quién ponen sus monoplazas. Ayer fueron el hazmerreir del paddock junto con los estrategas de Rinol, que hacen su trabajo con unos dados de póker -o esa sensación dan-.